Nosotros.

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El día anterior habían quedado los cuatro amigos para ir a la playa después de clases, sin embargo, sería un lío increíble llevar una maleta con todo lo que necesitaban además de sus maletas escolares, por ello entonces optaron por retirarse a sus hogares prometiendo encontrarse en la estación de autobuses. Otra oportunidad desaprovechada para haber invitado a sus amigas, o quizá simplemente Kaido había desistido de la idea, era algo que Saiki se estaba cuestionando ahora que había llegado a su hogar junto con Kuboyasu, no es que anhelaba la compañía de las chicas por el contrario, le parecía mucho menos incómodo ir sin ellas, no obstante, simplemente era raro que otra vez los planes sólo se resumieran en ellos cuatro. De cierta forma era como volver el tiempo atrás, volver al antes, una extraña sensación de nostalgia lo invadió entonces. Recordó cuando sólo eran él y Nendō, después sumándose Kaido quién quiso ser amigo de Saiki porque lo percibía solitario, finalmente llegó Kuboyasu; quién en un inicio intentó ignorar también.

Entonces se percató de lo curiosa que era la vida, de alguna forma siempre daba vueltas haciendo posible los eventos menos esperados.

—¿Cómo vamos?— cuestionó Kuboyasu a la par que con suavidad rodeada el cuerpo de Saiki por detrás, acercándolo más al propio. Comenzó a depositar pequeños besos en el cuello del adverso, provocando que este se estremeciera ante la sorpresa.

—¿Qué haces?— cuestionó en voz baja, no sabía con exactitud si le gustaban los besos allí, le causaban muchas cosquillas, aún así, elevó sus manos para tomar los brazos de su novio, dejándose hacer.

—Pregunto cómo vas, cámbiate ya.— Kuboyasu rió, besándole un poco más la piel de su cuello antes de subir hasta la mejilla del psíquico.— si no te apuras no querré soltarte de aquí.

—Qué dices, tú tampoco has terminado.— protestó con su tono habitual antes de suspirar de forma suave, de algún modo estar así con Aren causaba muchas sensaciones en él.

—Pero me falta poco, anda Kusuo.

Finalmente lo soltó pese a que Saiki no quería, pero tampoco se lo quería decir, era cierto que se les haría tarde. Terminó por sacarse el saco antes de darle la espalda a Kuboyasu para continuar desvistiendose, no es que le diera vergüenza que lo viera sino que podía sentir cómo tenía clavada la mirada del otro en él, no le incomodaba en lo absoluto sino que le hacía sentir otro sentimiento, podría decirse que uno nuevo. ¿Debía preguntarle qué es eso que le recorre cada vez que Kuboyasu lo mira así? De esa forma tan fija e intensa, por supuesto que no lo haría, seguramente no era nada y él quedaría como un idiota.

Sacudió la cabeza, quitándose una vez más aquél pensamiento de la mente, restándole importancia, sólo así pudo continuar; poniéndose ropa más cómoda, llevando más por si acaso, echando dinero necesario, sólo bastó unos minutos más para que prácticamente ambos estuvieran listos.

—¿Ya, mi amor?— Preguntó Kuboyasu, era la segunda ocasión en la que Saiki escuchaba aquél apodo dirigido hacia su persona, hacia que sus mejillas enrojecieran con intensidad, ¿Kuboyasu podía escuchar los latidos fuertes de su corazón? Tonterías, sabía que no era posible, pero le daría vergüenza si lo hiciera.

Se limitó a asentir, dándole una vez más la espalda para tomar su mochila con todas sus cosas listas. Aren nuevamente se aproximó a Saiki, tomando su diestra para llamar su atención.

—Kusuo.

—Dime.— Se giró para mirarlo, Kuboyasu no traía sus lentes eso hacia que Saiki lograra apreciar todavía más lo bello que eran sus ojos.

—¿Me das un besito?

El ceño del de cabellos rosas se frunció suavemente, sus mejillas continuaban completamente rojas, quizá por eso Kuboyasu lo estaba molestando, había aprendido esa faceta de Kusuo la cual ciertamente le gustaba en demasía.

I fell in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora