La desastrosa vida de Saiki.

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La mueca de disgusto en el rostro de Kusuo era tan evidente que Kusuke sólo pudo soltar una pequeña risa como respuesta, sin duda alguna las expresiones que tenía Saiki para con él eran su parte favorita de todo esto.

—Tan exquisito como siempre, hermanito.— comentó, dejando pasar a ambos chicos a su enorme casa, si es que podía llamarse de esa forma aquél lugar.

—Ow.— soltó Kuboyasu en voz baja pero realmente a Kusuke no se le escapaba nada, quería soltar otro de sus nunca apreciados comentarios sarcásticos, pero, no era la ocasión, así que soló carraspeó.— Oh, es verdad, muchas gracias por la invitación, Kusuke-san.

—¿Mm? Qué va.— Movió su mano en negación mientras comenzaba a caminar, aunque el lugar fuese enorme estaba casi completamente vacío; sólo podía visualizarse aquellas largas paredes, dos largas escaleras y otros pasillos que Saiki no tenía ni la más mínima intención de visitar.

Esta no es tu casa, ¿no es así?— Cuestionó mientras miraba de reojo a Kusuke, el otro sólo sonrió al sentir su mirada.

—Bien~ aquí.— Kusuke se detuvo de golpe, haciendo que Aren chocara contra su espalda.

—Ou, perdón.—Le sacudió la bata que el adverso traía puesta, y este se ahorró otro ingenioso comentario que lamentablemente no podía dejar escapar por ahora.

—Aquí no hay nada.— Comentó Saiki mientras ojeaba rápidamente la amplia sala totalmente vacía, pero algo estaba mal, dejó de escuchar de repente los pensamientos de Aren, así como también, quiso ver a través de una de las paredes, queriendo averiguar qué les ocultaba Kusuke, pero nada daba resultado, por más que se concentrara no podía ver a través del enorme muro. Alerta, giró su cabeza para ver a Kusuke quien estaba hablando con Kuboyasu y tan pronto se percató Saiki lo miraba, sonrió ampliamente, malicioso como de costumbre.—¿Qué hiciste?

No quería lucir nervioso frente a Aren, pero no sentir sus poderes y estar junto a Kusuke nunca era buena señal.

—¿Yo? Pero si hemos estado aquí todo este tiempo, ¿no es así... Kuboyasu?

—Sí.—Respondió el de cabellos morados, sonriendo demasiado tranquilo, tan tranquilo que Saiki se sintió extraño de un momento para otro.

—¿Crees que te invité aquí con fines maquiavélicos o tácticos y esperaba sólo caminar un par de metros de la entrada para que cuando pisaras esta habitación se activara un mecanismo en el que estuve arduamente trabajando el cual contrarresta tus poderes mientras estés dentro de toda la casa, eh? Dime, ¿es eso?— Saiki elevó una ceja, mirándolo fijamente.— ¿Y crees que si te lo digo todo tan de repente es porque claramente estoy un paso adelante de lo que deseo conseguir y todo este asunto involucra claramente a Kuboyasu y por eso no te puedes ir así como así?

—¿Qué le hiciste?— Miró a Kuboyasu, el cual continuaba sonriendo a lado de Kusuke.

—No sé... Qué pude haber hecho...

Tks. Yare Yare.
Aren da miedo con esa mirada tan extraña, me da escalofríos. Por otra parte, tiene razón... ¿por qué decirme todo tan rápido? Ni siquiera había sacado yo mismo las conclusiones.

Ten, averigüalo.— Kusuke rió ruidosamente antes de empujarle a Kuboyasu hacia Saiki quien lo tomó por los brazos de inmediato.

—¿Aren?— Cuestionó, el rostro del pelirosa dejaba ver un poco la preocupación que sentía en esos momentos.

—Kusuo.— Le respondió, sonriendo.

—¿Qué... Qué te pasa?— No obtuvo otra respuesta más que aquella sonrisa que ahora lograba ponerlo nervioso. Molesto, volteó hacia su hermano mayor que estaba subiendo ahora las escaleras, ya lejos.

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2022 ⏰

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