Recuerdo; las cosas que me gustan de ti.

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Lento. Todos los siguientes días transcurrieron con lentitud para el joven psíquico, el camino de regreso a casa casi parecía ser interminable, así que de vez en cuando, cuando regresaba solo a su hogar simplemente cuidaba de que no hubiese nadie alrededor, se teletransportaba hasta su habitación; leía un poco, se daba un baño, a veces jugaba algún videojuego sin muchos ánimos en particular, luego simplemente se iba a dormir. Un mensaje, recibía un mensaje de buenas noches, lo contestaba con simpleza, como de costumbre últimamente y cerraba los ojos. Se sentía raro.

Raro. Todo se sentía particularmente raro, a veces Nendō volvía a casa con él, a veces también Kaido se les sumaba pero sólo ellos. Giró sobre su cama un tanto incómodo, se removió de derecha a izquierda, y aún así, aquella sensación no lo abandonaba, aquella que se había instalado en su pecho sin vacilar.

Suspiró con pesadez antes de intentar dormir de una vez por todas. 

Al día siguiente, era la hora de salida. Kuboyasu miró a Saiki desde atrás, este estaba allí inmóvil mientras Hairo le hablaba como un loco sin parar, se acercó apuradamente dando un paso, quería hablarle, quería decirle algo más que un buenos días o un buenas noches. Habían pasado aproximadamente dos semanas desde la fiesta de Saiko, dos semanas en las que había hablado poco y nada con Kusuo, tampoco habían vuelto a tocar el tema pasado, supuso, que ninguno de los dos quería hacerlo realmente pero aún así, y aunque Saiki lo hubiese perdonado, algo parecía no estar bien entre ellos. No era como antes, sentía al mismo tiempo, que no podía acercarse con confianza a Saiki, casi como si apenas lo acabara de conocer.

—Se supone que somos novios...— se susurró a si mismo por octava vez en el día, su vista se desvió de Saiki mientras pensaba un poco, miró sus pies entonces, parecían un mejor punto para analizar todos sus pensamientos, ordenarlos, darles forma correcta; no quería llevarse por sus emociones nuevamente porque sabía que podía cometer otro error, pero si seguía a la razón, a su razón, esta le decía que Saiki no lo quería cerca otra vez.— Kusuo...— Estiró la diestra, como intentando alcanzarlo, aunque aún a la distancia que tenían parecía demasiado lejos.

—¡Nos vemos, Saiki!— Se escuchó alto. Hairo sacudió su mano con energía para despedirse y finalmente dejó a Saiki solo, quien miró a Hairo por unos segundos antes de acomodarse su maleta, dispuesto a marcharse. Kuboyasu lo vió alejarse.

No.

No podía dejarlo ir otra vez.

Entonces corrió lo que faltaba para llegar a dónde Saiki, quería decirle algo para que se detuviera pero las palabras no salían con normalidad de sus labios, se atoraban en su garganta con incomodidad. Atinó a estirar su mano y con suerte tomó la adversa en un rápido movimiento; Saiki se sorprendió ante aquél tacto, se dió media vuelta para verlo. Y así, quedaron frente a frente.

Kuboyasu lo miró, su rostro enrojeció por la vergüenza y le soltó rápidamente su mano antes de comenzar a modular palabras coherentes.

—Eh... P-perdón, no quise... ¿te asusté?— El de cabellos rosas negó suavemente, casi instantáneo.— Oh, bien bien...

Y el silenció reinó posteriormente, sin embargo ambos solamente se miraban a los ojos, como si estuvieran rogando por algo uno del otro. Queriendo cortar el silencio, Saiki decidió hablar primero.

—¿Qué necesitas?— era evidente que el contrario quería decirle algo, de otro modo no lo hubiese detenido.

—Eh... Sí... Yo... me preguntaba si tú estabas ocupado esta tarde....— Una vez más, Aren desvió la mirada con un poco de pena, intentaba verse como de costumbre pero de alguna forma sentía que los nervios se lo comían vivo.

I fell in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora