capitulo 19

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victoria.

Despierto como si nada, lo que anoche pasó no me afecta ni me da remordimiento, me levanto, salgo de la habitación en las escaleras le doy alcance a mi hermano que también luce apenas recién levantado como yo, lo encuello y así lo llevo hasta la cocina donde mis abuelos se encuentran almorzando, nos regañan por jugar bruscamente haciendo que lo suelte, tomamos cada quien un plato y nos servimos el almuerzo para luego pasar a sentarnos junto a los abuelos.

—dormiste bien, hija—indaga mi abuela, supongo que ya sabe.

—como un angelito—sonrío alegremente, lo de anoche no me amarga la mañana.

—demonito será—corrige mi hermano—porque de ángel solo lo exterior.

—bueno pues como un demonio—le doy la razón— no hay de que preocuparse abuela.

—no te preocupes por ella, mujer, ya la conoces, no le tiene temor a nada y mucho menos se atormenta.

—y menos con las amenazas de una borracha que ni cerebro tiene esa modelo o cantante oxigenada—concluye luca.

—aun así deberías de tener cuidado—decreta mi abuela.

—no hay que preocuparse, yo me sé cuidar sola y les consta.

—por eso lo dicen hermana, porque les da miedo irte a sacar de la carcel—aclara mi hermano.

—ni de aquí ni mil vidas quiero volver a ahi.

—pues pórtate bien, sister y jamás pisaras el calabozo frio y sin vida...a decir verdad no hay diferencia, ambos son iguales.

—no te quedas atrás hermano.

—lo sé, estamos cortados con la misma tijera—sonríe orgulloso.

Terminamos de desayunar y cada quien se distribuye a donde le pega la gana, es domingo y el cuerpo lo sabe, reviso unas cuestiones con mi abuelo y después me marcho a la habitación.

Tras pensarlo un buen rato tomo mi decisión, agarro mi bolso y salgo nuevamente encontrándome con mi hermano pero ahora a nada de que me dé un golpe en cara en vez de tocar la puerta como supongo que lo iba a hacer.

—te salvaste—baja la mano—ya te vas—pone su cara de mal humor, hasta en eso nos parecemos.

—ahora regreso, me voy a tardar pero voy a regresar.

—voy contigo, nunca me sacas a pasear Emma.

—pues ni que fueras perro—le doy un zape—no te voy a llevar, voy en la moto.

—le pido el auto al abuelo, pero llévame.

—si te lo presta, vas.

Asiente y se va corriendo hacia donde se encuentra el abuelo, me siento en las escaleras en espera de que llegue y me diga que no se las ha prestado, porque mi abuelo no le suelta su Mustang a nadie, lo ama mas que a sus hijos y sus nietos, le ha dedicado mas tiempo al auto que a cualquier cosa en el mundo yo creo.

—aquí tienes, nos vamos—me las lanza y torpemente las atrapo.

—¿Cómo las conseguiste?—me pongo de pie—¿se las robaste?, luca.

—la abuela estaba con él, le dije que queria ir contigo pero que no me querías llevar porque ibas en la moto y con decirle moto lo obligó a darme las llaves.

—bueno, resulto mas fácil de lo esperaba.

—eso si, ningún rasguño o nos mata a ambos.

—trataré, aun te queda mucha vida por vivir.

La IndicadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora