4. Enferma

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—Otra pérdida... Maldición —Jorge golpeó con el puño cerrado su escritorio. El nuevo amanecer había traído consigo otra victima de los experimentos que realizaba, ahora se trataba del experimento Tres Cinco Tres, que desde la noche anterior había presentado síntomas de enfermedad.

—Ya hemos avisado a sus padres, es triste que haya muerto ¿Cómo está el otro experimento? —Cuestionó la nueva secretaria del científico.

—¿Cinco Ocho Dos? Él amaneció mejor, aparentemente reaccionó bien al medicamento, pero aun así sigue bajo estricta vigilancia.

—Eso es un alivio, por cierto, el jefe lo solicita en su oficina... es algo importante según me informo.

—Ahora estoy ocupado

—Es urgente.

Jorge suspiró con pesadez ¿Por qué nunca lo dejaban trabajar en paz? Se levantó del escritorio y se encaminó dirección a la oficina de su jefe, no entendía que podía ser tan importante para necesitar su presencia ¿Acaso habían descubierto la ubicación de Natalie? No, eso no era posible, hubieran hecho un escándalo en tal caso.

Se encaminó rápidamente hacia la oficina de su jefe, y sin siquiera tocar la puerta ingresó a la oficina

—¿Qué pasa ahora?

—Tenemos un plan para encontrar a Dos Cero Cuatro —Soltó de golpe.

Por un instante sintió como si algo se le atoraba en la garganta al escuchar aquello ¿Un plan? Se concentró por un segundo y trago algo de saliva con cierta dificultad para poder mostrarse tranquilo.

—¿Qué plan?

—Acompáñeme doctor, se lo mostraré.

Ambos varones se encaminaron por un extenso pasillo que daba a las habitaciones de los experimentos, la caminata no fue larga, en poco tiempo ya se encontraban en la habitación de Cinco Ocho Dos.

—¿Cinco Ocho Dos? ¿Él que tiene que ver?

—Él tiene mucho que ver, adelante.

El científico entró con cierta desconfianza a la habitación, mostrando bastante sorpresa al notar que el experimento ya había desarrollado dos peludas orejas caninas así como una cola parecida a la de un perro.

—Está reaccionando al ADN animal.

—Exacto, como verá Cinco Ocho Dos aceptó perfectamente el ADN y se adaptó bastante bien a él, pero eso no es todo, observe esto. —Le mostró una prenda que tenia en la mano, aparentemente una bata algo descuidada. —Esto le pertenece a Dos Cero Cuatro, ahora mire, al otro lado de la habitación, bajo esas ocho cubetas se encuentra otra bata de Dos Cero Cuatro... mire, Cinco Ocho Dos, busca.

Él muchacho que todo aquel tiempo se había quedado acostado en mitad de la habitación, abrió los ojos de mala gana y se puso de pie, encaminándose hacia los dos hombres. Olfateó un poco la bata que el jefe traía en la mano y por siguiente se fue hacia las cubetas.

—Es esta —Dijo con un tono sereno. El Jefe le hizo una seña al científico para que fuera a inspeccionar, y este obedeció de inmediato, se acercó a la cubeta que el hibrido había señalado, y tal y como este dijo, debajo de la cubeta se encontraba la bata de Natalie.

—Las prendas de Dos Cero Cuatro mantienen su aroma, y Cinco Ocho Dos podrá encontrarla a como de lugar, ahora mismo lo soltaremos.

—¿Qué tal si ya se fue de la ciudad? —El científico buscaba impedir que buscaran a su experimento, sabia que apenas la tuvieran en sus manos retomarían el experimento y podía ser peligroso.

—Tenemos que encontrarla si o si, porque si no va a morir.

—¿Morir?

—Exacto, ¿Cómo es posible que se le haya olvidado? Recuerde que si Dos Cero Cuatro no obtiene sus respectivos medicamentos poco a poco ira muriendo, ya no es un humano pero tampoco una bestia, requiere de los medicamentos para poder sobrevivir.

¡¿Cómo pudo olvidar ese dato tan importante?! Estaba tan preocupado en poder sacarla del laboratorio a como de lugar que había olvidado por completo el hecho de que no sobreviviría sin medicamentos, necesitaba ahora encontrarla para darle los medicamentos que la harían sobrevivir.

-

—Buenos días Natalie, el almuerzo esta listo ¿Quieres bajar a desayunar? —tocó un par de veces la puerta, pero nadie atendía. —¿Natalie?

—¿Qué sucede Javier?

 —No sé, Natalie no atiende y me preocupa.

Leo se llevó una mano al mentón en un gesto pensativo, la noche anterior ella se veía bastante bien ¿Acaso había escapado de la casa durante la noche? No, ella no sería capaz de hacer eso.

—Natalie, por favor responde. —Insistió ahora Leo, tocando varias veces la puerta pero sin recibir respuesta. —Bueno, no nos dejas otra alternativa mas que entrar.

Y tras forzar un poco la puerta lograron entrar, no vieron nada fuera de su lugar, solamente a una joven hibrida acostada, teniendo la respiración algo agitada como si estuviera teniendo un mal sueño.

—No se ve muy bien Leo, tiene las mejillas muy coloradas. —Tocó suavemente la frente de la chica, confirmando que tenia fiebre. —Iré por unas compresas frías, creo que ha pescado un resfriado.

Leo suspiró pesadamente y se sentó en la cama donde yacía Natalie con la respiración muy agitada.

—Despierta Natalie —Insistió en lo que llegaba su hermano, sacudiéndola suavemente, pero ella no respondía. —Esto está muy raro, ayer te veías realmente bien.

—¡Leo! ¡Tocan a la puerta! ¡Atiende! —

Suspiró de mala gana sin querer dejar sola a Natalie, pero no tenía otra opción, acobijó bien a la hibrida y corrió escaleras abajo para dar a la puerta principal, donde insistían constantemente en que abrieran la puerta.

—¡Ya voy! ¡Ya voy! —Abrió la puerta, encontrándose con dos jóvenes, uno con una característica bata blanca, y el otro con un sombrero poco habitual para la temporada. —¿Qué necesitan?

—Sabemos que aquí tienen a Natalie.


Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora