15. Gen canino

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¿Cuándo llegó a imaginarse de aquella manera tan intima con su propio hermano? Si, lo amaba, pero se suponía que ese cariño era uno fraternal, sin embargo cuando le dijo “te amo” no pensaba para nada en algo fraternal.

El suave roce de la mano de su hermano contra su mejilla era algo mágico, le hacia sentir en las nubes, abrió un poco los ojos y le vio, él se notaba confundido, tenia una pelea interna que ella desconocía, quería dejarse llevar por el momento…

—¿Marc…?

Él se mordió los labios y junto su nariz con la de su hermana en una suave caricia, casi un beso esquimal… un beso felino que solo ella podría entender.

—Quiero que me ames… como a una humana… como a una mujer…

¿Por qué su hermana se la ponía tan difícil? Él quería mantenerse tranquilo, no pecar contra su hermana, no cometer incesto, pero ella quería todo lo contrario y buscaba tentarlo de todas las maneras posibles.

—No tengo protección…

Musitó dejando en claro a que punto quería llegar, si, quería volver a su hermana mujer, una mujer amada por él, pero era consciente de lo que podía provocarle y no estaba en sus planes volver a embarazarla y hacerla repetir todo ese proceso de dolor que había pasado por culpa de los científicos y de ese hombre que la había violado… ese hombre que se había ganado su odio y que mataría a toda costa.

—No importa —musitó —Deseo sentirte…

La mano de Marc le acarició un pecho por encima de la ropa, apenas un suave contacto antes de que se arrepintiera y se fuera quitando de su posición, si seguía sobre ella terminaría por hacer más que simples caricias.

—No puedo Natalie —se sentó en la cama y ocultó su rostro con sus manos. —Te amo demasiado, de eso no hay duda… por eso mismo no quiero hacerte daño.

—No me harás daño, tú serías incapaz de hacerlo —se fue sentando para mirar a su hermano, realmente se veía frustrado.

—Exacto, por eso mismo no puedo hacerlo —se revolvió el cabello y miró a su hermana con mucha ternura, realmente la amaba… siempre la había amado y no quería ser el motivo de nuevas lágrimas en su rostro —. Y temo que si seguimos avanzando, te arrepentirás y sufrirás.

—Marc… —bajó la mirada, no pudo contradecirle… si lo pensaba bien era muy posible que eso pasara, que si tenía un contacto sumamente intimo con él, terminaría por arrepentirse después.

***

—Están en todos lados, es oficial, su laboratorio ha de estar cerca de aquí.  

—Pero Francisco ¿Cómo vamos a saber quien es civil y quien es cientifico si todos visten igual? Nuestra ventaja es la misma de ellos, tú puedes identificarlos… y ellos a nosotros también.

Leo bajo la mirada frustrado.

—Entonces ustedes regresen a casa, yo buscaré a Jorge, puedo reconocer su aroma a kilómetros, no esta muy lejos, regresaré a casa después de encontrarlo.

—Me niego —se opuso de inmediato Leo —. Seria como si hubiera venido hasta acá para nada, tenemos que encontrarla y… ¿Francisco? Oye animal, te estoy hablando…

Pero Francisco no respondía, se había quedado embobado viendo a una jovencita que estaba parada mirando a los lados con ahínco, casi como si se hubiese perdido.

Esa chica… —musitó aún perdido —. Es un experimento…

—¿Qué? —Javier miró hacia la misma jovencita, era de piel clara, su cabello rubio que apenas superaba sus hombros era completamente lacio y sus ojos parecían un par de joyas azules, vestía una ropa bastante… reveladora, un top rosa pálido con puntos negros y una falda corta con las mismas características.

Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora