20. Un posible adiós.

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¡Bien chicos! Cada vez estamos más cerca del final, ¡Muchas gracias por leerme y por todo su apoyo!

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Poco a poco fue abriendo los ojos, la luz le encandilaba por momentos, era ver como todo daba vueltas a su alrededor y el ruido se volvía confuso y en eco. Cerró los ojos con fuerza, escuchaba murmullos, como si estuviese en un lugar cerrado con mil personas, se quejó bajo ¿de dónde provenían tantas voces? El mareo se empezaba a volver insoportable, apretó los ojos pero en su cabeza pasaban diversos flash, al parecer recuerdos, imágenes difusas y sin sentido.

Su estomago no pudo soportar más, se irguió y antes de soltar todo lo que tenía en el estomago, alguien que predijo lo que iba a pasar le puso por delante una bolsa para que no tapizara el piso y su cuerpo de vomito.

—Suéltalo todo, te sentirás mejor.

Logró escuchar entre tanto sonido difuso, abrió un poco los ojos sin animarse a quitar la bolsa de su rostro, aún sentía arcadas.

—¿Dónde estamos…?

Una pequeña contracción en su abdomen le hizo inclinarse de nuevo a la bolsa y devolver lo poco que le quedaba en el estomago. Francisco le dio un par de palmadas en la espalda, nunca había sido considerado con Leonardo pero entendía su malestar, él estuvo en las mismas condiciones cuando recién le habían transformado.

—Paola y yo los trajimos aquí para que se recuperaran, estuvieron inconscientes un buen rato ¿Cómo te sientes? —se ofreció a tomar la bolsa para tirarla a la basura y traer una nueva en caso de necesitarla.

—Muy mal… tengo tantas nauseas.

Poco a poco fue espabilándose, al parecer estaba en una pequeña y humilde habitación, se reincorporó un poco en la dura cama donde estuvo reposando.

—No deberías levantarte aún, Jorge te inyectó la cura hace unas horas y tu cuerpo está resintiendo la transformación de humano.

Leo ignoró la advertencia y se puso de pie, no se mantuvo ni un minuto cuando el mundo entero se le movió e hizo que fuera a parar al suelo.

—Te lo dije —le reclamó Francisco sin intención de levantarle, sabia que aunque lo pusiera en su cama él seguiría insistiendo en querer pararse, mejor dejarle un rato en el suelo.

—¡Mierda! No puedo moverme bien. —golpeó con el puño cerrado el suelo, poco a poco su mente se fue aclarando y su angustia aumento considerablemente —. ¿Y Natalie? ¿y Javier? —

—Tu hermano está bien, aún duerme en la habitación de al lado, despertó unos segundos, vomitó y volvió a dormir, lo importante es que reaccionó.

Leo hubiese suspirado de alivio de no ser porque aún no tenía información de Natalie.

—¿Y Natalie? ¿Dónde está?

Francisco suspiró algo angustiado, ayudó a Leo a pararse del suelo y volvió a tumbarlo en la cama, esta vez sin mucha delicadeza.

—No sé, cuando Jorge les inyectó el antídoto Natalie se fue a buscar a Marc, nosotros salimos por mientras y una vez que estuvimos afuera la alarma se activó, Jorge regresó por Natalie y Marc… y nosotros buscamos refugio en lo que tu hermano y tú se recuperaban.

Leo no pudo dar merito a lo que escuchaba, todo lo que había hecho, todo lo que había arriesgado para nada. Apretó los puños con fuerza y el fuerte mareo no le permitió descargar la frustración en lagrimas pero si en más vomito que Francisco ya estaba dispuesto a recibir en una nueva bolsa desechable.

—Necesitas calmarte, ahora andas demasiado delicado de salud por todo lo que ha pasado, quiero que te pongas estable para que pueda volver al laboratorio y poder buscarlos, Jorge ya demoró mucho.

Leo se quedó callado, tan sólo tumbándose de nuevo en la cama tras haber regresado lo último que le quedaba en el estomago.

—No me pidas que me calme cuando la mujer que amo está en peligro, necesito ir a buscarla, necesito asegurarme, que, esta, bien.

Poco a poco los ojos se le fueron cerrando, realmente no supo como fue, sólo notó que todo se iba tornando de nuevo borroso y difuso, antes de teñirse todo de oscuridad.

—¿Francisco? ¿Qué pasó? —Paola ingresó a la habitación, se le notaba un poco más pálida y eso le preocupaba ¿sería acaso que ella ya estaba llegando a sus últimos momentos de vida como le había contado?

—Se ha quedado inconsciente de nuevo ¿Cómo está Javier?

—Sigue durmiendo, pero se le nota un mejor semblante.

Francisco sonrió y tras tirar la bolsa con vomito pasó a un lado de Paola.

—Iré a buscar a Natalie y Marc, necesito que cuides a estos dos.

—voy contigo.

—No, necesito que estés con ellos, de pura suerte encontramos esta casa abandonada que nos puede ayudar de refugio, quiero que estés bien y los cuides ¿puedo encargarte esa tarea? —le acarició la cabeza y notó en el mirar de la chica un color más opaco. —¿estás bien?

—Si, sólo un poco cansada, no importa —Le sonrió con dulzura intentando brindarle confianza, pero eso no podría engañar el instinto de Francisco, sabía que ella no iba a durar mucho más. Sus ojos se humedecieron y abrazó con fuerza a Paola para que no notara sus lágrimas.

—Sólo resiste un poco más —le susurró en el oído, provocándole escalofríos, si, él sabía al igual que ella que no le quedaba mucho más de vida.

—Estaré bien —pero su voz se quebró, tenía miedo, no quería morir pero ese era su destino, cada segundo que pasaba no era un segundo más de vida, era un segundo que la iba acercando más a la muerte.

—Sólo resiste un poco, te lo ruego —insistió en un hilo de voz sin querer soltarla, ese sentimiento tan agridulce que se aferraba a su pecho tenia la misma sensación de un adiós, no quería regresar y ver que la había perdido.

—Que estaré bien te digo, necio, anda, ve a salvarlos antes de que me arrepienta y vaya contigo, yo cuidaré de estos dos.

Francisco no se animó a verla a los ojos una vez que dejó de abrazarla, sabía que si lo hacia se rompería en llanto ¿ese seria el adiós? ¿No la volvería a ver? Hizo una muda promesa para adentro… no sería ese el adiós, la volvería a ver así fuera lo último que hiciera.

Sin decir más palabras, salió corriendo de la habitación hacia el exterior. El aroma de los científicos de aquel laboratorio cada vez se iba haciendo más tenue, eso significaba que estaban en movimiento, y si era por el viaje entonces no tenía mucho tiempo, debía pararles antes de que tomaran el avión.

Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora