24. ¡Salud! ¡Por la humanidad!

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— Es aquí —Aseguró Leo al dar con la casa que llevaban rato buscando. Tocaron un par de veces pero nadie atendió, Javier repitió los golpes pero sólo recibieron silencio.

—Quizás no está —Dijo Javier sin estar muy seguro pero Leo no se quiso quedar con la duda. Tomó la perilla y la giró, sorprendido de que la puerta se encontrara abierta.

—¿Raquel? —Fue lo primero que preguntó Leo, no obtuvo respuesta. El interior de la casa no era para nada parecida a lo que habían visto poco tiempo antes, los sillones volcados, la mesa tirada, las sillas destruidas, parecía como si un tornado hubiera invadido esa propiedad.

—¿Qué pasó? ¿Crees que hayan venido los del laboratorio? ¿Crees que descubrieron que ella nos ayudaba? — Javier ya se montaba una enorme novela policiaca en la cabeza, podía ver en su mente a los policías ingresar a la fuerza, destruir todo en su camino y secuestrarse a la amable mujer que les había ayudado tiempo atrás.

—¡Raquel! —Leo ignoró por completo las palabras de su hermano y corrió hacia el sillón que estaba volcado, apoyada a su costado se encontraba Raquel con una botella de Vodka con su contenido casi vacío.

—Hola Leo. —Sonrió torpemente, sin duda estaba completamente ebria. —¿Qué te trae a mi humilde casa?

—Raquel... ¿Por qué? ¿Qué pasó?

—Ah, verás, estuve en el laboratorio, apoyando en ver a alguno de los experimentos, me contaron las novedades, y aquí estoy ¡Salud! ¡Por la humanidad!—Levantó la botella tras el brindis para ella misma y se lo llevó a los labios, pero antes de que pudiera tomar, Leo le quitó la botella.

—¡Espabila! ¡¿Qué te ocurre?! ¿¡Por qué estás así!? —Estrelló la botella contra el suelo, quebrándola en el acto y dejando que el contenido se esparciera en el suelo.

—Leo, este es el fin de la humanidad, empezaran por América, luego África, después Europa y el resto del mundo.

—¿De qué hablas?

Raquel negó un par de veces y luego rió un poco.

—Se aprobó, ya no es un experimento nada más, van a ponerla como vacuna obligatoria para los adultos y en especial para los niños, "harán que se desarrollen más rápido ¡Serán inmunes a muchas enfermedades! ¡Esta es la nueva era!" —citó aquellas últimas palabras, y para Leo no fue difícil reconocer que seguramente eso lo había dicho el director del experimento. —Todos seremos mierda —Sentenció Raquel mirando al vacio.

—No Raquel, debemos evitarlo.

—No podemos, ya están en el avión, van a América a exponer a Natalie como la prueba viviente de que el medicamento funciona, a ella la sacaron de América así que suponen que con todos los americanos va a funcionar, malditas generalizaciones, parecen novatos no científicos. La impaciencia y la ignorancia condenarán a la humanidad, todo porque ese ridículo director con complejo y baja autoestima quiere vanagloriarse por algo que no servirá

—Allí está la llave de todo esto Raquel, si nos llevamos a Natalie no tendrán prueba alguna, verán que todo lo que dicen es falso, que el convertir a los humanos es un grave error, Raquel, necesito tu ayuda.

Raquel miró algo ida a Leo, después dirigió la mirada a Javier, quien no había dicho nada en todo eso rato.

—¿Ya oiste? —Dijo Raquel dirigiéndose a Javier. —Creo que tu hermano está loco.

Leo no pudo evitarlo, le dio una firme cachetada a Raquel siendo esa su última esperanza de que regresara la cordura a ella.

—¿Dónde está el avión?

Raquel les indicó donde estaba, asegurando que ya era demasiado tarde, que seguramente el avión ya había despegado. Pero a Leo no le importó.

—Tomaremos tu carro.

A Raquel no le importó aquello y sólo se quedó mirando al vacio, repasando toda la información que le había hecho caer en una gran cólera que le hizo destruir su propia casa y al final emborracharse con el fin de caer en un coma etílico.

~*~

—¿Está bien dejarla sola? –Preguntó Javier al subirse al carro.

—No podemos traerla con nosotros, y ya le he quitado la botella, estará bien, con una gran resaca mañana pero bien. —Leo encendió el auto y se dirigió rumbo al aeropuerto de aquellos científicos, acelerando lo más que le fuera posible.

—Toma el volante—Dijo Leo al ver que ya no estaban en la civilización y pasaban por un extenso terreno. —Quiero ser quien se encargue de vigilar a ver si veo algún científico o algo que nos indique que estamos cerca.

Bajando tan sólo un poco la velocidad del auto, para no tener que frenar rápidamente cambiaron de posiciones y Leo empezó a ver atentamente por la ventana, sólo veía un extenso terreno ante sus ojos, pocos árboles pero si muchas plantas.

—Ésta es la ruta, no debemos estar lejos.

—¡Maldición! —Javier pitó el claxon e intentó frenar lo más rápido que pudo al ver a una persona correr frente al auto para cambiar de dirección. Aquella persona reaccionó rápido y tras dar un salto propio de un experto gimnasta terminó por quedar encima del capó.

—¿Por qué siempre a mí? Maldición —Se quejó Javier en voz baja al haberle pasado algo similar el día que conocieron a Natalie.

—¡Marc! —Leo al salir del shock del brusco movimiento del carro, se alegró al ver a Marc que al igual que ellos estaba un poco aturdido por lo que acababa de pasar.

—¡Casi me matan!

—Jamás creí decir esto pero ¡Me alegra tanto verte! —Leo le ignoró por completo y salió del auto. —¿Cómo lograste escapar? Lo último que supe de ti es que te habían capturado y Natalie había ido por ti, espera... Sí estás aquí ¿Dónde está Natalie? ¡Rápido! Dime donde está el avión, debemos sacarla rápido de allí.

Marc sonrió confiado y se bajó del auto.

—Allá está, bajo el árbol durmiendo, yo la saqué del avión hace horas, sí que eres lento.

Leo no esperó más, corrió hacia el árbol que le había señalado y allí la vio, Natalie completamente ajena a todo lo que pasaba en el exterior. Se sentó junto a ella y la tomó en brazos, exhalando un fuerte suspiro de alivio, por fin todo iba mejorando.

—Súbete Marc —Le dijo Javier, saliendo del auto para ver a su hermano. —¡Leo! ¡Vuelve con Natalie pronto! ¡Tenemos que irnos de aquí!

Leo asintió y cargó a Natalie, corriendo hacia el auto, debían huir pronto antes de que los científicos les encontraran, debían volver con Raquel y ver que más planeaban los científicos, pues por querer encontrar rápido a Natalie ni siquiera esperaron a informarse más de los planes de aquellos lunáticos.

Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora