La alarma le aturdía ligeramente, no era similar al sonido de la sirena de los policías ni nada similar, era un sonido más agudo, como un chillido que le atontaba el andar. Entrecerró los ojos mientras seguía deslizándose por los conductos de ventilación, sabía que ese sonido buscaba justo eso; entorpecerle o en el peor de los casos provocarle un desmayo, pero nada impediría que salvara la vida de su hermana.
Con cuidado se asomó por una de las ventanillas, allí estaba el pasillo que le llevaría a la salida, era perfecto para poder irse de allí. Tomó las cadenas de Natalie para poder sacarla, debía actuar rápido, bajaría jalando a su hermana y al caer él buscaría sostenerla en brazos. Tomó suficiente aire y tras asegurarse de que no hubiera nadie en los pasillos siguió su plan, brincó y al caer rápidamente sostuvo a su hermana inconsciente.
—Falta poco pequeña —Susurró algo atontado al caer de sentón por el peso, veía las paredes del pasillo danzar, todo era culpa de ese maldito sonido que parecía drogarle ¿o sería acaso el tenue aroma el que le estaba atontando? Sin duda el que se hubieran dado cuenta de que Natalie ya no estaba en su celda hizo que todos pusieran sus alarmas de precaución, incluyendo aquellos sonidos y olores que entorpecerían a cualquier ser de agudos sentidos. —Sólo un poco más —Susurró para alentarse.
El peso de Natalie había aumentado ¿o acaso sus fuerzas habían disminuido? Ya no podía cargarla como antes, necesitaba llevársela a rastras, fue entonces que agradeció que ella se encontrara inconsciente, así no resentiría los raspones que sufría en las piernas. “Perdóname” pensó para sí mismo, era una cruel tortura, la salida estaba tan cerca y tan lejos a la vez. Sus pasos se hacían más torpes, el chillante sonido de hace unos momentos ya no lo escuchaba, era como si se hubiera metido en su cabeza y le bloqueara el audio, aquel olor extraño ya no tenía perfume alguno pero por los mareos sabía que allí se encontraba ¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que ser un maldito animal?
Se empezaba a sofocar. Cayó de rodillas justo frente a la puerta de salida, estiró su mano pero justo al tomar la perilla, un tenue “tope” en su nuca le hizo percatarse que no estaba solo. Volteó con torpe lentitud, su vista se estaba volviendo nublosa. Allí, justo detrás de él, un guardia se encontraba sosteniendo una pistola y le apuntaba justo en la frente.
—Quieto —Le ordenó el guardia, pero Marc por simple reflejó gruñó y buscó aferrarse al brazo de su hermana. —Te atrapé maldita gata —Susurró el guardia mientras le apuntaba a la frente, la orden había sido clara, aniquilar a quien buscara llevarse al Experimento.
Todo había ocurrido tal cual cámara lenta, cerró los ojos resignándose a su final cuando un ser apareció lo suficientemente rápido para poder desviar el disparo, había sentido un fuerte escalofrío al sentir la bala rasgarle la ropa, no tenía ningún rasguño, sin embargo su ropa tenía sangre ¿Qué demonios? Buscó con la mirada a su agresor, el guardia estaba tirado en el suelo, inconsciente, y justo a su lado caído se encontraba Francisco quien sostenía su costado, entre el forcejeo una bala le había dado.
—¡Perra! ¡¿Qué demonios haces aquí?! —Intentó ponerse de pie para ir hacia a Francisco pero dio tan sólo dos pasos cuando cayó de nuevo al suelo.
—Tienes que llevártela —Gimoteó Francisco en el suelo, sujetándose su costado y mirando fijamente a Natalie. —Debes salvarla.
—Maldición, pero no puedo ir solo, necesito que me ayudes perra, tienes que levantarte y ayudarme. —Jamás creyó que su voz podría quebrarse al ver en ese estado a quien había declarado su mayor enemigo, buscaba la mejor de sus excusas para hacer que se levantara y no se quedara allí cual perro que es atropellado y su destino está condenado.
—No me puedo levantar, tienes que ir tú.
—No puedo solo ¡Levántate! —Gruñó con ira, intentando contener las nauseas por el mareo que le estaba llegando, ahora todo le daba vueltas, teniendo incluso que acostarse, mirando tan sólo como Francisco iba quedando sobre un charco de sangre.
—Eres una gatita débil —Rió con ironía, a él igual le hacía efecto aquel aroma tan fuerte, sin embargo entre el dolor de la herida de bala y aquel mareo, realmente el dolor le acallaba cualquier otro pesar. —No tienes mucho tiempo Marc, debes llevarte a Natalie rápido, pronto volverán y no sólo te matarán a ti, también la mataran a ella.
—¿Por qué lo hiciste…?
—¿Qué no es obvio? —Sonrió —No te emociones gata, que no lo hice por ti, lo hice por Natalie, y sé que nadie podría cuidarla mejor que su propio hermano. —Miró enternecido hacia Natalie, seguía inconsciente, ajena a todo lo que le rodeaba, sumergida en un profundo sueño. —Pronto moriré… Y la mujer que amo también, lo mínimo que puedo hacer en mis últimos momentos de vida es salvar a mi primer amor. —Aún en la agonía empezó a mover su cola cual cachorro que se encuentra feliz aún tras ser herido.
Si tan sólo hubiera tenido la fuerza necesaria, si tan sólo no hubiera sido un maldito animal débil a esos olores, hubiera hecho lo imposible para por lo menos llevarse también a Francisco, pero no podía. Se levantó como pudo, apenas daba dos pasos sentía que tropezaba, aún en su confusión lograba escuchar unos pasos, Francisco tenía razón, se acercaban más personas.
—Corre y sálvala. —Suplicó.
Marc no pudo regresarle la mirada, se acercó a Natalie y la cargó en sus hombros, casi vuelve a caer por el peso pero logró recobrarse y abrir la puerta, la salida estaba tan descubierta que parecía tan sólo una trampa más. Volteó finalmente, Francisco tenía los ojos entrecerrados pero le miraba fijamente, aún en el dolor que seguramente se encontraba sumergido, se veía en paz, se veía tranquilo.
—Gracias… Francisco. —Musitó, y la sonrisa del aludido le hizo ver que había sido escuchado. Tomó aire y a paso tembloroso buscó alejarse de allí, entre más rápido se alejara, más probabilidades tenía de salvar a Natalie.
—Agradécele a ella… Ella me salvó primero. —Musitó para si mismo pese a que Marc no le escuchaba, se encontraba en paz, lo único que lamentaba era el no haber podido cumplir su palabra de ver a Paola una última vez. “Perdóname” Pensó al segundo de cerrar los ojos y sumergirse en un sueño eterno.
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Experimento 204
Romance-Soy una aberración, un accidente de la naturaleza, eso es lo que soy exactamente... un error. -¿Cómo te llamas? -Experimento Dos Cero Cuatro. - En una época donde las enfermedades se volvieron algo exclusivo en los seres humanos y motivo principal...