7. Lazos fraternales

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—No, Natalie, no me hagas esto, por favor. —

Tomó por los hombros a su hermana y le miró con cierta suplica, sus ojos estaban brillantes, cristalinos, al borde de las lágrimas.

—Marc... no voy a arriesgarme a que te pase algo a ti o a mis padres, el contrato lo dice, sólo un experimento por familia, si hago esto no solo protejo a mi novio, también te protejo a ti. —

Le miraba con suplica, rogándole que comprendiera, pero parecía imposible, él jamás consentiría que su hermana se volviera un conejillo de indias para esos científicos locos.

—Aún estás a tiempo para cancelar el contrato, Natalie, por favor... quédate conmigo, hay otras formas para salvar a tu novio.

Natalie sonrió, fue una sonrisa amarga y llena de tristeza, ya había investigado otros métodos para impedir que su novio se volviera parte del experimento... pero no, no había ninguno otro más que encontrar un reemplazo, y en este caso seria ella.

—Según el contrato, si mi cuerpo rechaza el gen, entonces me dejaran libre... podré regresar, seguramente volveré pronto, espera por mí...

Y tras darle un corto beso en la frente, terminó de empacar sus maletas.

Jamás hubiera dicho aquello si se hubiera enterado que su cuerpo podía tolerar perfectamente el gen, convirtiéndose en el primer humano que aceptaba de tan buena manera el gen...

—Marc... —Sollozó y poco a poco fue abriendo los ojos, si no hubiera reemplazado a su patético novio, seguramente ella estaría en casa, con una vida normal... y su hermano estaría completamente seguro, todo era su culpa, su maldita culpa.

—Natalie, tranquila.

Leo le acarició suavemente la frente y Natalie por reflejo solamente se apresuró a buscar refugió en el torso de su amo, llorando desconsoladamente.

—Todo es mi culpa, si no hubiera aceptado el contrato... mi hermano estaría bien.

—No es tu culpa Natalie, no tenías forma de saber que esto pasaría.

Se separaron y Natalie aprovechó para mirarle a los ojos.

—Tengo que rescatarlo Leo, no puedo dejarlo allí, por favor ayúdame. —Le suplicó, pero Leo lo veía realmente difícil, recordaba claramente las palabras de Jorge, pronto viajarían a América y entonces ya no tendrían forma de encontrarse.

—Natalie, pero no tengo idea de donde puede estar su laboratorio... además es muy peligroso para ti, podrían encontrarte y encerrarte de nuevo, pondríamos incluso en peligro a Jorge.

—¡No me importa! —Las lágrimas de coraje no paraban de ser liberadas, se sentía realmente frustrada por lo que estaba pasando. —Iré a rescatarlo con o sin tu ayuda... no permitiré que mi hermano siga en ese lugar, no tienes ni la menor idea de lo que nos hacen allí, es nuestro infierno en vida.

No dijo mas, lo empujó con ambas manos para que se alejara de ella, y tras quitarse las  cobijas de encima, se levantó algo aturdida, el sedante que Jorge le había pasado aún estaba haciendo estragos con su cuerpo.

—Natalie, tranquilízate por favor. —La tomó suavemente por los hombros al notar que estaba por caerse.

—¡Suéltame! —Lo empujó. —Nadie me impedirá ir por él, ni siquiera tú ¿Entiendes? Es mi hermano, mi familia, y no dejaré que esos dementes experimenten con él.

Las lágrimas no paraban de ser liberadas, tenía tanto miedo, si ella estuvo a punto de morir... nada le aseguraba que su hermano no estuviera en las mismas condiciones, tenia que sacarlo de ese lugar lo antes posible.

Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora