21. Sin coordinación.

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Aviso al final del capitulo.
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El olor se iba haciendo poco a poco más claro, eso era una buena señal, por primera vez en toda su vida de hibrido agradeció ser un canino. “Tranquila Natalie, ya casi llego” pensó Francisco al ir apresurando el paso, ya los grandes edificios de la ciudad se iban quedando atrás y a cambio un largo camino desértico se abría paso para él, estaban cada vez más cerca del aeropuerto exclusivo para esos asesinos que se hacían llamar los nuevos padres de la ciencia.

Frenó en seco al notar las casetas a poca distancia, podía ver una hilera de camionetas pasando. Ese era el lugar a donde debía llegar.

Agachándose apenas un poco siguió caminando cada vez más rápido, podía olerla, Natalie estaba muy cerca al igual que Marc y Jorge, debía estar en alguna de todas las camionetas junto con muchos otros experimentos.

—¿Dónde…? –Se preguntó a sí mismo llegando a la primera camioneta que esperaba su turno, bien, tendría que ir uno por uno.

—¡¿Qué dem…?! —El conductor fue inmediatamente noqueado sin poder advertir sobre la presencia del hombre con orejas caninas. Tras quedar inconsciente, Francisco inmediatamente lo empujo a un lado e ingresó al auto, inmediatamente se asomó por la ventanilla que daba a la parte trasera de la camioneta y examinó al experimento, un chico de no más de quince años completamente recostado en el interior de su jaula, con brazos y piernas encadenadas pese a que se encontraba bajo los efectos de los sedantes, al no poseer ningún rasgo animal supuso que sería de las últimas adquisiciones de aquellos brutos ¿acaso estarían todos en orden? Si así era, entonces Natalie sería la primera en pasar hacia el avión.

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—Esta puede ser la clave para la evolución del ser humano, asegúrense que de aquí no salga.

Los guardias asintieron mientras dejaban ingresar a Natalie, quien se encontraba en lo más profundo de un sueño a causa de todas las drogas que le habían administrado.

—Esta chica me ha dado muchos problemas, fue todo un reto poder encontrarla, así que no quiero que nadie entre ni salga de esta habitación, es una orden.

Los guardias volvieron a asentir, uno de ellos se encargó de cerrar la cabina donde Natalie había sido puesta, su trabajo era muy fácil, que nadie saliera ni entrara a una habitación completamente cerrada ¿Cuál podría ser la dificultad del trabajo? Apenas el jefe se fue, quitándose de encima toda la disciplina impuesta, juntaron sus bancas y se pusieron a jugar cartas, pasarían las siguientes horas tan sólo cuidando de una puerta, lo mejor sería tomarse un descanso.

“El avión despegará en tres horas, todos a sus puestos”

Se escuchó una voz femenina por los altavoces, sin duda les esperaba un largo viaje.

El extraño sonido hueco de unos pasos sobre sus cabezas les alarmó, dejando las cartas a un lado apuntaron con sus pistolas hacia el techo.

—¿Lo escuchaste? –El otro asintió, los pasos eran muy claros ¿Quién podía estar en los conductos? Cargaron la pistola pero antes de poder siquiera prevenir el siguiente movimiento, un pedazo de metal proveniente del mismo conducto les cayó encima y les hizo entrar en un sueño.

—Pedazos de inútiles —Musitó Marc con cierta ironía al confirmar que los guardias se encontraban inconscientes por el golpe, a veces los humanos podían ser muy frágiles. Tomó la llave de uno de los guardias y abrió la puerta, mirando con ilusión a su pequeña hermana sumergida en un profundo sueño. Corrió hacia ella e intentó sacarle las cadenas, en vano, la llave no correspondía a ninguno de los que traían los guardias, intento mordisquearlas pero el metal podía con sus dientes, no importaba, lo más importante en ese momento era sacarla de allí.

La cargo sobre su hombro como si fuera un costal de papas, debía encontrar rápidamente la salida, burlar las cámaras de seguridad y lograr salir del avión antes de su despegue. Con tan sólo dar un par de pasos se tambaleó un poco, pese a que la anestesia que le había aplicado Jorge había sido leve tan sólo lo suficiente para pasar por el scanner, aún su cuerpo resentía el adormecimiento, y sus muñecas le ardían por haber forcejeado momentos antes con las cadenas que lo tenían apresado, pero ni el dolor sería suficiente para poder impedirle el paso.

Un tenue chirrido le alarmó.

“Favor de cerrar la cabina 204”

—Maldición —Se dijo a sí mismo, con ese anuncio ería suficiente para delatar la puerta que había violado. Rápidamente salió y cerró pero era muy tarde, escucho unos pasos que iban rápidamente hacia él, el olor era inconfundible, gruñó para sus adentros y con un ágil brinco volvió a entrar al conducto de ventilación. Estando en un espacio tan estrecho tuvo que estar llevando a rastras a la inconsciente Natalie, eso más el resentimiento en sus músculos le dificultaba su andar, pero no le importaba, debía salir de allí cuanto antes.

Lo único que le alarmaba era el tenue olor a perro que podía llegar a odiar, era sin duda de Francisco, esperaba salir antes de que él entrara, que si no sería el cuento de nunca acabar si lo terminaban atrapando a él de nuevo.

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Como ya dije en un mensaje en mi perfil, tuve muchas dificultades para poder escribir, en un inicio tenía problemas personales, después enfermé y para concluir: Me formatearon la pc y perdí todas mis historias (por ser una formateada de urgencia no pude rescatar nada), así que aquí me tienen empezando desde cero todos los capitulos que ya tenía, lamento muchisimo la tardanza pero ahora que ya estoy de vacaciones espero avanzar un poco con todos los pendientes. Gracias por su paciencia y me disculpo por la enorme tardanza.

Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora