3. Mascota

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—Duele —Gimoteó al sentir un muy fuerte dolor de cabeza a causa del golpe que se había dado en la noche. Fue abriendo lentamente los ojos sin moverse de su lugar, viendo el blanco techo ¿Dónde estaba?

Intentó reincorporarse pero se sentía completamente débil, su cuerpo estaba completamente entumecido y el dolor de su cabeza aumentaba a cada movimiento.

—¿Qué es este lugar? —Se preguntó a si misma mientras miraba a su alrededor, a primera vista podía decir que estaba en un cuarto, uno de realmente simple pues no había nada mas que una cama que era en donde estaba acostada, y dos muebles.

—"Que lugar mas vacío" —Pensó al ponerse de pie con lentitud y se acercó a la ventana, estaba en un segundo piso pero seguramente por su equilibrio y fuerza felina no le sería ninguna dificultad escapar de allí. Abrió la ventana tranquilamente y sin mirar atrás comenzó a subirse al marco de la ventana.

—Debo escapar... —Se dijo a si misma, pero apenas puso el segundo pie sobre el marco sintió como todo su mundo daba vueltas y sólo terminó por irse de espaldas, cayendo al suelo y mirando de nuevo al techo. —Eso dolió... —No entendía el porque estaba tan débil ¿Acaso era porque no había comido? Esa era su primera opción ¿O será por el golpe que se había dado en la noche?

—Ya despertaste —Miró de reojo hacia la puerta que estaba abierta, donde un muchacho de ojos azules y rubios cabellos le miraba.

—¿Quién eres?

—Me llamo Leonardo, pero puedes decirme Leo, te encontré anoche delante de mi parachoques¿No puedes levantarte? —Se acercó hacia Natalie, y tras poner uno de sus brazos en la espalda de ella y el otro brazo bajo sus piernas, la levantó sin ninguna dificultad, poniéndola con cuidado sobre la cama. —Te diste un golpe fuerte pero parece que no fue grave, te ves bien, descansa ¿Si?

—¿Dónde estoy? —Musitó insegura mientras agachaba las orejas.

—Estás en mi casa, me siento responsable por haber estado en el coche que te arrolló, por eso te traje aquí, insisto, relájate ¿Quieres comer algo? El desayuno está listo.

—Yo sólo puedo comer carne cruda... —Cerró los ojos avergonzada ante lo que acababa de decir, pero no podía engañarse a sí misma, era mitad animal y en su apetito le ganaba el lado felino.

—Ok... eso es raro, pero supongo que si tengo algo de carne cruda, te traeré la comida, no te muevas. —Y sin decir más palabras, Leo salió de la habitación para traer la comida de la chica.

—"Es muy amable" —Pensó mientras volvía la  vista a la ventana, no llevaba ni veinticuatro horas libre y ya se encontraba prisionera en unas cuatro paredes, aunque ese lugar era mucho mas acogedor que la prisión de metal en la que siempre se encontraba.

—Aquí hay algo de carne cruda chica, pero si quieres que la cocine por mi no hay problema. —Comentó Leo mientras entraba a la habitación y ponía sobre la mesilla que estaba a un lado de la cama aquel plato. —Ahora dime ¿Qué... eres?

Natalie agachó las orejas con pena mientras se iba sentando en la cama ¿Qué era ella? No era un humano... ni tampoco un animal... pero era los dos a la vez. —Soy una aberración... un accidente de la naturaleza... eso es lo que soy exactamente... un error.

—¿Cómo te llamas?

—Experimento Dos Cero Cuatro... —Leo levantó una ceja al escucharle ¿Experimento Dos Cero Cuatro? Si que era un nombre realmente raro.

—¿Y nada más te llamas así? ¿No tienes algún otro nombre? No sé, ¿Sofía? ¿Susan? ¿Adriana?

El experimento sonrió levemente mientras tomaba el plato de comida.

Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora