1. Experimento

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—Ah... Duele... —gimoteó la pelinegra de apenas diecisiete años.

—Tranquila, ya casi vamos a acabar, solo te administramos esta inyección y terminamos —Musitó con calma el científico, pasando aquel espeso liquido por el cuello de la no-humana.

—Ya basta... ¡Me lastima!

—Jorge, esta presentando niveles muy altos de toxinas animal, mejor aléjate de ella.

—No, ya casi acabo, sólo necesito...

—¡Basta! —Y en un arrebato, Natalie se vio con la intención de darle un golpe con el puño cerrado al científico, pero las cadenas hicieron su trabajo y detuvieron cualquier acto agresivo de la chica.

—Eso pudo ser peligroso Jorge, aléjate del monstruo ahora. —Ordenó firmemente Lucia, compañera científica de Jorge.

—No esperaba que reaccionara de esa forma. —Jorge sacó la aguja de la piel del experimento, terminando por ver el rostro de frustración de ella, siempre tan cabizbaja, con las orejas felinas agachadas y la cola animal moviéndose bruscamente de un lado a otro en señal de su molestia.

—¿Cómo dices eso? Estos últimos días Dos Cero Cuatro se ha portado muy agresiva, seguramente su lado animal la esta consumiendo, no entiendo como es que sigue hablando y mantiene la consciencia.

—Yo tampoco lo sé... ¿Cómo te sientes?

El experimento levantó apenas un poco la mirada, era una curiosa combinación de sentimientos los que podían apreciarse en sus oscuros ojos, mostraban cierta molestia e ira contenida así como una notoria tristeza y pena por el destino que estaba cargando.

—¿Cómo crees que me siento? Estas cadenas están causando heridas en mis muñecas, estoy muy incómoda y adolorida por culpa de esas estupidas inyecciones que me aplican todos los malditos días.

—Sabes que son necesarias para ti Dos Cero Cuatro, estamos a punto de descubrir algo que puede cambiar al mundo entero y todo gracias a ti. —El científico paso suavemente la mano por la mejilla de la chica, notando como esta volteaba el rostro con cierto desprecio.

—Estoy harta de todo esto...

—Tranquila, todo esto va a terminar pronto. ¡Chicos! ¡Súbanla!

—¡No! —El experimento puso una expresión de total pena, mostrándose algo alterada ante la simple orden del científico. —Se lo ruego, no me suba, déjeme aquí, me portare bien, sólo quiero estar aquí y descansar, no me suba, ¡no me suba! —rogó una y otra vez, respirando cada vez mas agitada.

—Lo siento Dos Cero Cuatro, pero los estudiantes de la preparatoria vienen exclusivamente para ver a la chica animal, te necesitamos suspendida para que no nos causes problemas.

—Me tienen como exposición, como un mero objeto, esto no me gusta, quiero quedarme aquí, me lastiman mucho las cadenas que usan para tenerme elevada, me siento asfixiada y muy adolorida... por favor Jorge, no lo hagas —Intentó extender sus brazos hacia Jorge pero las cadenas la detuvieron.

—Será rápido ¿Si? Solo te verán por cinco minutos y te bajaremos de nuevo, eso si no causas problemas y obedeces a lo que te digamos. ¡Ya súbanla!

La chica animal gruñó sutilmente mientras veía como poco a poco las cadenas iban subiendo y con ello la iban cargando de igual forma. Era molesto, tenía cadenas que la sostenían por las muñecas, otra cadena que la tenia por la cintura y otras cadenas para sus tobillos, quedaba varios metros por encima del suelo, frente a ella había varios espejos que eran en realidad simples ventanas por donde ella sería observada como un objeto de exposición..

Experimento 204Donde viven las historias. Descúbrelo ahora