Rayita.
El cielo sabe cuánto me pesan los parpados esta mañana. Y por más besos que esté dándome, no va a poder convencerme de despertar.
—¡Basta! —digo amodorrada.
Su risa es un encanto.
—Tenemos que seguir.
—¿Para qué? ¿no podemos quedarnos otro día aquí? —hablo a ciegas, no quiero ni abrir los ojos.
Él se recuesta a mí lado. Pone su brazo debajo de mi cabeza.
—Solo unos minutos más ¿de acuerdo?
—Está bien.
Me vuelvo a quedar dormida acompasada por su respiración. No ayuda a su causa que me esté masajeando mi cabello. Después de unos minutos sin moverse, vuelve a lo de los besos.
—¡vamos! ¡despierta! —me zarandea un poco.
—Ya. —suelto un bostezo—Ya desperté. ¡auh!
Intenté incorporarme, pero mis brazos no me lo permitieron. Sentía las piernas entumidas y la espalda adolorida.
—¿Qué pasa? —me pregunta. Él ya se puso de pie.
—Me duele todo. ¡ahh!
No supe como describir su mirada, pero de alguna forma, está orgulloso.
—De nada.
Yo me rio, porque es lo único que no me causa tanto dolor.
—Ayúdame...
—Ven acá —dice y extiende sus brazos para ayudarme a ponerme de pie.
Pero simplemente no me dejan las piernas.
—No, no, no. Déjame aquí.
Volví al suelo, echa una bolita. Cada uno de mis músculos está cobrándome cuentas por la caminada, la nadada y la follada de ayer. Y ahora no puedo ni moverme.
—¿Qué puedo hacer para ayudarte?
—¿Puedes revisar que tengo en la espalda? ¿Por qué me duele tanto?
Me puse de lado para que pudiera levantar mi camisa y revisar.
—¡ay! —exclama —Es muy probable que ayer se nos pasara la mano.
Se escucha un poco culpable. Pasa sus dedos con cuidado en mi piel.
—Bueno, creo que lo valió.
Él se ríe. He tranquilizado a su conciencia.
—Intenta moverte poco a poco. Yo recogeré lo más que pueda encontrar de comida para llevar. Regreso en unos quince minutos.
Con un quejido le contesté y se fue.
Cuando volvió por mí, yo ya estaba de pie, dando vueltas en el lugar intentando calentar mis músculos.
—¿Cómo sigues?
—Ya estoy bien. Me imaginaba que nos íbamos a quedar aquí por lo menos un día más.
Él niega.
—No. Ya estamos muy cerca. ¿Por qué?
—No sé, tenía la idea de que... volveríamos a la cascada.
Estaba preparada mentalmente a escuchar algunas de sus afiladas miradas de Don Juan, pero lo que veo es serenidad y un poco de emoción en sus ojos.

ESTÁS LEYENDO
PACTOS INESCRITOS {H.P, D.M. Y TU}
FanfictionTERCERA PARTE DE "ESCRITO CON MAGIA" "AQUÍ TODO CAMBIA"