Tenía, recuerdos vagos de lo que era. Pero no mucho se almacenaba en mis memorias sobre donde ocurrían tales cosas. Ya había yo sentido el deja vu de haber viajado en barco. Fuimos a viajes familiares a la isla del hombre e incluso a Irlanda, donde vivieron mis abuelo. Para ello, cruzamos en un buque. Pero hay más.
Prados con millones de flores. Era, según recuerdo, tierra salvaje. Pero por mucho tiempo creí que era solo los recuerdos de sueños muy vividos. Aun así, este hombre estaba ahí. Fue varios años antes de entrar a Hogwarts. Lo veía, incluso pasé tiempo con él recorriendo los cimientos de un lugar que no logro ubicar.
Demasiado pequeña como para mantener el recuerdo por mucho tiempo. Y le tenía un gran cariño. Él era parte de mi familia. Solo que cuando los problemas llegaron no supimos nada. Se esfumó y no tuve el apoyo de mi padrino mientras bajaban los cuerpos de mis padres en el sepulcro.
Ni días después, cuando bajaba el cuerpo de mi hermano también, junto a ellos. Nunca supe que fue de él ni me importó. Y el hecho de que ahora quiera decirme que es mi padrino y que quiere tener alguna influencia sobre mí, si me pone muy de malas. Por qué no tiene ningún derecho.
—Le daré a Lucius Malfoy lo que me pida. Lo que me deje salir de aquí... no me pidas menos. Cuando ya esté lejos de este lugar podré arrepentirme, pero ahora... lo único que me importa es salvarme el pellejo.
—¿Y que es Lucius Malfoy en sí? —replicó —si tuvieras una idea de lo que todo esto significa, no le darías ni una sola cifra.
—Lo que sea que esto signifique, no me importa mucho. Además, no hay nada que tu me vayas a decir que me haga cambiar de opinión. ¡Mi vida está en riesgo!
>>No le digas sobre Harry, no le digas sobre Harry. No le menciones que él podría sacarte de aquí, porque podría arruinarse todo<<
—¿Y si no te lo digo yo? ¿y si te lo dice tu padre mismo?
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Bajó de la pared, como si de una mesa plegable se tratase, un pedazo de piedra. Cónico, y un poco profundo. Ya había notado el centenar de botellas y contenedores que hay por todo alrededor. Vació uno grande en la piedra. No se evaporó ni se filtró, sino que se mantuvo.
—¿Qué es esto? —cuestioné. No sé que tiene esto que ver con mi familia.
—¿Nunca has visto un pensadero? —preguntó presumiendo.
—¿Pensadero?
—Guardas tus memorias en un lugar seguro, cuando están... digamos que... frescas. Y luego las puedes revivir cuando quieras.
—¿Estás diciéndome que este es tu diario?
—Llámalo así si quieres. Pero en un diario no puedes ver el recuerdo mas que en tu mente. Y aquí —señaló el agua —puedes ser testigo.