11- Los Ángeles

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Durante todo el recorrido al hotel, no puedo despegar la vista de la ventana, admirando todo

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Durante todo el recorrido al hotel, no puedo despegar la vista de la ventana, admirando todo. Estamos en otoño, pero aquí no parece importarle a nadie; la playa está llena de gente, los turistas pasean y hay niños jugando o corriendo.

Amo Los Ángeles, es el lugar perfecto para desconectar y relajarte.

Y vaya que lo necesito.

Han pasado años desde la última vez que estuve aquí.

A veces me quedo pensando... ¿Cómo pude perderme tanto? Y con esto no solo me refiero a la vida, sino a mí misma. Viajar era una de las cosas que más amaba.

Es triste cuando llegas a un punto en tu vida donde esas cosas que tanto amas, las nombras en tiempo pasado... "Yo amaba eso... Me encantaba hacer eso".

El vehículo se detiene en un hotel muy lujoso frente a la playa Venice. No había estado aquí antes, por lo general Ben era quien se encargaba cuando veníamos y prefería un departamento amoblado para nuestra comodidad (o la suya).

Uno de los hombres del hotel se encarga de mi pequeña maleta, Sebastián me lleva de la mano hasta la recepción y se encarga de la reserva que hizo a su nombre; una suite.

Al llegar a la habitación que está en el penúltimo piso, lo primero que hago es observar la habitación, una sonrisa complaciente se extiende por mi rostro.

Me encanta.

La cama es enorme y muy alta; todo blanco a excepción de los cojines, también hay una sala aparte, con dos sofás, una pantalla plana exageradamente grande y una hermosa mesa de centro. Al otro lado hay un comedor que, aunque sea para dos personas, es bastante amplio. Todo aquí está bien distribuido y la decoración es preciosa y elegante.

Lo siguiente que hago es correr hacia los enormes ventanales que llevan a la terraza. Hay un comedor de terraza a juego con dos tumbonas, redondas y grandes, todo del mismo estilo. Miro un poco más de lo que debería las tumbonas...

Están perfectas para una buena follada.

Todo está rodeado de plantas enredadas en la barandilla donde me apoyo para admirar la gran vista frente a mí. Puedo escuchar el mar desde aquí y ver cuan llena esta la playa.

Tomo una bocanada de aire, sintiéndome realmente libre por este fin de semana.

—¿Te gusta? —pregunta Sebastián detrás de mí.

Sus manos rozan mi cintura cuando las desliza para apoyarlas en la barandilla. Apoyo mi cabeza en su hombro y él planta un beso en mi sien.

—Es hermoso —sonrío—. Tienes muy buen gusto.

—Excelente diría yo, pero gracias—dice sin modestia alguna, comiéndome con la mirada.

Le doy un empujón con mi codo y él ríe. Despeja mi cuello agarrando en un puño mi cabello. Reparte pequeños besos desde mi hombro, subiendo por la curvatura de mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi oreja; mi espalda se arquea un poco y puedo sentir como mi temperatura comienza a elevarse. Con sus dientes, tira un poco y luego lame.

En los brazos de otro [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora