Hace mucho no despertaba con el cuerpo adolorido. Anoche tuve una maratón de sexo y no me puedo quejar; al contrario, lo disfrute de principio a fin.
Sebastián no exageró al decir que lo haríamos en todos los lugares posibles. Resulta que no tiene un fetiche con la pared; porque también lo hicimos en la ducha, en el sofá y en la cama.
Mi cuerpo exige repetición.
Llegué pasada las doce, mi pequeña estaba durmiendo y fue Lía quien me esperó despierta. No hizo preguntas, pero en cuanto me vio me dio una sonrisa cómplice. Ella siempre ha sido leal a mí y valoro eso.
Voy a la habitación de Anne para despertarla, al ser sábado no va al jardín de niños.
Decidí matricularla este año. Cumplirá cuatro en un par de meses y es preferible que pase las mañanas con niños de su edad a que esté sola en casa con Lía.
Al entrar en su habitación la veo en la cama, las mantas están enrolladas a sus pies y ella duerme boca abajo con las piernas y brazos estirados.
Se ve tan linda.
Me acerco a su cama y me siento en el borde.
—Buenos días —le digo con voz cantarina mientras acaricio su espalda —. Mi amor, es hora de levantarse. Ya amaneció...
Levanta un poco la cabeza con su pelito castaño hecho un desastre... y vuelve a dormirse.
Dejo besos en su cabeza, hombros y termino haciéndole cosquillas con mi nariz en su pequeño cuello.
—Mamaaa— se queja riendo.
Cuando está más despierta enrolla sus bracitos en mi cuello y se acomoda mientras la abrazo.
—A vestirse princesa, vamos a desayunar.
Elegimos juntas su ropa y la ayudo a vestirse.
Tener una niña no es fácil, siempre me sorprende con alguna que otra cosa, por ejemplo, hoy es el día de usar vestido; no falda, no pantalón. Solo vestido.
Aprovecho siempre que puedo con ella, amo cada momento en el que estamos juntas.
Los primeros años me dediqué por completo a mi rol de madre y esposa. La última siempre era yo.
¡Ja!
Hoy en día lo primero será mi hija, pero después estoy yo.
Ahora me doy mi lugar.
A principios de año comencé a trabajar. Mi esposo es dueño de una cadena de restaurantes y sigue trabajando para abrir más. Hace un año tuve la brillante idea de comprar uno que estaba por irse a la ruina, lo vi y quise devolverle la magia al lugar. Ben dijo que sería una pérdida de tiempo y dinero, así que amablemente le pedí que no se metiera.
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En los brazos de otro [COMPLETA]
RomanceNo era nuestro momento, lo sabíamos... Estar juntos no era lo correcto. Pero, ¿Qué pasa cuando el deseo es más fuerte que la razón? Hay cierto placer en lo prohibido...