#Aviso#
Esta historia contiene escenas sexuales explícitas. Leer bajo tu propia responsabilidad.—Te espero en tu oficina.
Leo el mensaje por última vez y sonrío antes de abrir la puerta.
Estoy impaciente, la he echado de menos.
Me quedo desconcertado al ver a la hermosa trigueña sobre mi escritorio con las piernas cruzadas. No es que no la esperara, lo que me deja sin aliento es que esté completamente desnuda.
Lo único que lleva puesto son unos zapatos de tacón negro.
Cuando salgo de mi estupor aseguro la puerta. A esta hora el lugar está vacío, pero no podemos correr riesgos.
Me acerco y la envuelvo en un abrazo que ella corresponde.
—No esperaba encontrarte así —susurro en su oído—. Eres tan hermosa —digo apartándome un poco para admirarla.
El cabello castaño cubre sus senos; está más delgada, pero no ha perdido las curvas. Cintura estrecha, caderas anchas; y un abdomen que, si bien no es plano y tiene algunas marcas, adoro recorrer.
Sería un mojigato si no admito que ese buen culo y su cuerpo... ¡Joder!
Podría volverme loco.
Sujeto su rostro y lentamente la beso, queriendo expresar todo lo que no tengo permitido decir en voz alta. Un beso suave que ella corresponde, provocando miles de emociones en mi interior, avivando esa poca esperanza de que ella pueda sentir lo mismo que yo.
—No aguanté la espera, así que quise ahorrarte el trabajo—dice al romper nuestro beso con una sonrisa.
Esa sonrisa seductora que me cautivó desde que la vi.
—Parece que se te olvida cuanto disfruto ser yo quien te quite la ropa—acaricio su cintura y despacio deslizo mi mano hasta el borde de su seno, donde acaricio, provocándola.
Su piel se eriza, estremeciéndose y muerde su labio.
Deshace el nudo en mi corbata de una manera cautivante, me la quita tirándola a un lado y sigue con mi camisa; botón por botón. Mi polla se endurece anticipando lo que viene.
Se toma el tiempo, seduciéndome, me observa hambrienta y acaricia mi piel cada que pasa al siguiente botón.
Cuando termina, me saco la camisa y la dejo a un lado. Su mirada baja a mi entrepierna y sonríe con picardía al ver el bulto en mis pantalones, con la palma acaricia por encima y muerde mi labio inferior.
Podría follarla ya mismo.
Pero hay algo que disfruto aún más; verla perder el control y saber que soy yo el causante.
Abro sus piernas y deslizo un dedo por sus pliegues, abriéndome paso a su punto nervioso, donde acaricio en movimientos circulares. Su respiración se acelera, su cadera comienza a moverse buscando más y en cuanto meto un dedo a en su interior, jadea. Sé cómo le gusta y así la toco aumentando el ritmo. Introduzco otro y continúo entrando y saliendo mientras sus manos se aferran a mis hombros.
—Estás tan caliente—digo acariciando su clítoris con mi pulgar.
Su cuerpo se tensa, reclina su cuerpo hacia atrás, apoyando ambas manos en el escritorio.
Me tomo el tiempo con sus senos, apretando y acariciando uno, mientras mi boca juega con el otro; lamiendo, mordiendo y disfrutando la dureza de su pezón, junto a la suavidad de su piel. Me turno, proporcionándole a ambos placer.
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En los brazos de otro [COMPLETA]
RomansNo era nuestro momento, lo sabíamos... Estar juntos no era lo correcto. Pero, ¿Qué pasa cuando el deseo es más fuerte que la razón? Hay cierto placer en lo prohibido...