La noche anterior fue maravillosa. Sebastián no me dio descanso. Es como si nos hubiéramos puesto al día con todo lo que no hicimos estas últimas tres semanas; pero sin palabras, solo gemidos y algunas frases sucias que no creo que cuenten.
Ahora llegó el momento de hablar y aunque es necesario, ninguno sabe cómo empezar.
Estamos en el comedor, yo preparé el desayuno y en cuanto lo probó, hizo un sonido de satisfacción que envío una corriente cálida por mi interior.
—Bien...—murmura después de un largo silencio—. Supongo que ahora si tenemos que hablar.
—Sebastián...
—Escucha—deja el desayuno a un lado y fija sus ojos en mí—. Dahlia, quiero intentarlo realmente contigo... Quiero estar contigo—recalca lo último.
Mi corazón va a toda prisa. Joder, que manera de arruinarlo todo.
—No.
—¿No? —su cara muestra toda la confusión que está sintiendo—. Dahlia, estas semanas sin ti...
—No—vuelvo a interrumpirlo con la palma en alto para que se detenga—. No confundas las cosas Sebastián. Si, te mentí y sé que estuvo mal, créeme lo sé... Pero lo nuestro siempre fue sexo, nada más.
—No estoy diciendo lo contrario—pero sus ojos si—. Sé lo que era...lo que es—se corrige.
—No puedo darte más, ya te lo dije.
Me gustaría, realmente me gustaría que todo fuera diferente, pero no me sirve de nada pensar en eso, en el "qué tal si", porque no; la realidad es que estoy casada y aunque eso se solucione pronto, tengo una hija y siempre será ella mi prioridad.
Mi corazón no tiene cabida para nada más.
—Quiero saber el porqué de tu divorcio—dice cambiando por completo el tema.
—No voy a discutir eso contigo—frunzo el ceño.
—¿No vas a explicarme por qué sigues durmiendo con él? —veo como aprieta su mandíbula y su cuerpo se tensa—. Joder, es ilógico... Puedes simplemente dejarlo y ya. Dahlia, quiero entenderlo...
—No y no puedes reprocharlo. Estas son mis condiciones, Sebastián: Sin preguntas; ni a mí ni a Mark. No hablaré de mi vida privada ni de mi divorcio contigo. Ya sabes que estoy tramitándolo. No necesitas conocer los detalles.
«Será solo sexo, Sebastián. Lo tomas o lo dejas.»
Se pone de pie y camina de un lado a otro, pasa su mano por la cabeza, desordenando aún más su pelo y toma una bocanada de aire que deja ir lentamente. Los minutos se me hacen eternos mientras espero que diga algo.
Me siento como la mujer más egoísta, esperando que acepte mis condiciones sin rechistar. Tengo claro que no debería, que no es correcto y tengo que ser cuidadosa, pero... ¡Dios! Este hombre es puro fuego y no me importaría arder por él.
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En los brazos de otro [COMPLETA]
Roman d'amourNo era nuestro momento, lo sabíamos... Estar juntos no era lo correcto. Pero, ¿Qué pasa cuando el deseo es más fuerte que la razón? Hay cierto placer en lo prohibido...