Maratón 3/3
Al final lo llamé.
Una parte de mí tenía miedo de que no contestara. o que al decirle que quería verlo, me rechazara.
Quedamos de vernos en su oficina. Iré antes de que cierren y lo esperaré.
Le dije que solo iría por sexo, con la esperanza de dejar el tema de sentimientos no hablados fuera.
Cuando estoy lista le envío un mensaje y espero sentada sobre su escritorio. Estoy completamente desnuda, lo único que llevo son mis tacones negros.
La puerta se abre y la cara de sorpresa de Sebastián al encontrarme sin nada, me encanta.
Él se ve tan guapo como siempre, está usando traje.
Tengo muchos sentimientos encontrados; nervios, ansias, cariño y deseo...
Él tenía razón ese día cuando dijo que lo iba a echar de menos, lo hice y mucho.
Asegura la puerta detrás de él y se acerca, envolviéndome en un cálido abrazo. Su perfume invade mis fosas nasales.
Joder, incluso eso extrañé, pero no pienso decírselo.
—No esperaba encontrarte así —susurra en mi oído—. Eres tan hermosa.
Se aparta y recorre mi cuerpo con su mirada, yo hago lo mismo con él. Puedo ver el bulto sobresaliendo en su pantalón.
Toma mi rostro con sus manos y me da un beso, muy lento... pero que en seguida adoro.
Un beso capaz de hacerme sentir tanto.
—No aguante la espera, así que quise ahorrarte el trabajo—le digo al romper el beso, con una sonrisa que corresponde.
—Parece que se te olvida cuanto disfruto ser yo quien te quita la ropa—contesta, acariciando mi cintura.
Sube su mano lentamente por mi abdomen hasta llegar al borde de mi seno. Pasa su dedo suavemente, pero sin llegar a tocarme el pezón.
Me está provocando, lo sé... La piel se me pone de gallina y muerdo mi labio inferior.
Empiezo a deshacer el nudo en su corbata, tratando de hacerlo de la manera más sensual posible. La tiro a un lado y sigo con su camisa, desabrochando botón por botón.
No dejo de mirarlo a los ojos. Creo que jamás había deseado tanto a un hombre como lo deseo a él. Lo único que quiero es que me folle de la manera que nos gusta.
Cuando termino con los botones, se quita la camisa y la deja a un lado. Miro directamente el bulto que tanto llama mi atención y con la mano acaricio por encima del pantalón, me acerco y tiro de su labio, con una suave mordida.
Abre mis piernas y desliza un dedo por mis pliegues, llegando a mi clítoris donde acaricia con movimientos circulares. Mi respiración se acelera al igual que la suya. Mi cadera comienza a buscarlo y cuando mete un dedo en mi interior, jadeo, con la frente apoyada en su hombro.
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En los brazos de otro [COMPLETA]
RomansaNo era nuestro momento, lo sabíamos... Estar juntos no era lo correcto. Pero, ¿Qué pasa cuando el deseo es más fuerte que la razón? Hay cierto placer en lo prohibido...