No era nuestro momento, lo sabíamos...
Estar juntos no era lo correcto.
Pero, ¿Qué pasa cuando el deseo es más fuerte que la razón?
Hay cierto placer en lo prohibido...
Hola mis amores! Les traje un nuevo capítulo, no olviden dejar su voto y comentarios, vamos creciendo ❤😍
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Estos dos días junto a Sebastián han sido... No encuentro una palabra para describirlos.
Ayer nos quedamos en esa hermosa playa hasta la puesta de sol, después volvimos al hotel, pero solo para cambiarnos ya que nos fuimos a bailar.
Si, a bailar.
Yo, que ni siquiera puedo recordar cuando fue la última vez que salí a hacerlo. Me puse un vestido negro, corto y pegado al cuerpo que traje "por si acaso". Sebastián no paró de halagarme por lo exquisita que lucía en el.
Me hizo sentir tan deseada y sexy.
En ningún momento apartó las manos de mi cuerpo mientras bailábamos, sentía su erección y la tensión sexual era tan intensa, que cuando volvimos al hotel, muy tarde por cierto y con algunas copas de más, el sexo fue completamente desenfrenado.
¡Mierda, estuvo buenísimo!
Estos días me he sentido joven de nuevo; es como si al haberme casado me hubiera metido en una vida de adulta aburrida; envuelta en la rutina, tratando de ser una ama de casa perfecta o como si me hubiera echado unos cien años encima.
Ahora siento que desperté, que sigo siendo joven y así pasen los años, quiero disfrutar cada día de mi vida, porque me lo merezco.
Todos lo merecemos.
Hoy regresé a casa. El vuelo salió temprano y solo dormimos en el transcurso de este. En ningún momento Sebastián soltó mi mano y aunque me guste, siento que debo aclarar algunas cosas con él y recordarle que solo es sexo, que no hay ninguna posibilidad de que entre nosotros pase a ser algo más. Tampoco quiero darle falsas esperanzas.
Desde el aeropuerto tomé un taxi a casa y él a la suya. Quiso que lo compartiéramos, pero rechacé la idea y él no insistió.
Estoy en la cocina tomando un té cuando siento la puerta principal abrirse.
—Mamiiii—escucho el grito de Anne al llamarme.
Salgo de la cocina para ir a su encuentro. Corre a mis brazos y la levanto abrazándola muy fuerte. La he extrañado.
—Mi niña hermosa—reparto besos por todo su rostro, cuello, bracitos y ella ríe porque le da cosquillas—. ¿Cómo la pasaste mi amor?
Ben se acerca y correspondo el beso que me da, aunque no me sepa a nada.
—Bieeen, la agüela me llevó al palque, comimos mucho helayio y me complo otlo lilicolnio pelo más wrande polque dishe que me ama mash.
Pongo los ojos en blanco, pero ya ni me molesto en reclamarle a Ben, sería perder tiempo y palabras.