13-Un día en la playa

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Lo primero que hago al despertar es ver a Dahlia envuelta en mis brazos

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Lo primero que hago al despertar es ver a Dahlia envuelta en mis brazos. Me levanto con cuidado para dejar que siga durmiendo.

Reviso el celular y veo las llamadas perdidas de Mark, me voy a la terraza para devolverle la llamada y no tarda en responder.

—¡Maldita sea Sebastián! Llevo llamándote desde ayer. Que seas mi jodido amigo no te da derecho a faltar así como si nada.

—En mi defensa, te llamé el jueves para avisar y como no contestaste te dejé un correo. ¿Leíste el correo?

—No funciona así, joder.

—¿Pero leíste el correo? —resopla—. También te extraño amigo, pero no te preocupes, mañana ya estoy de vuelta—me rio.

—¿Dónde mierda se supone que estás?

—En Los Ángeles—silencio—. El clima es cálido—añado esperando una respuesta.

—¿Y qué mierda haces allá Sebastián?

—¿Te acuerdas de la mujer de la que te hablé?

—Joder, esto si me interesa...—cambia por completo el tono de voz—. ¡Alyssa! —pega un grito llamándola—. Sebastián está al teléfono.

—¿Es necesario? —le pregunto a mi amigo.

—Muy necesario—recalca—. Se fue a L.A. con la mujer de la que te hablé.

—Quiero conocerla—dice Alyssa chillando, imagino que Mark puso el altavoz.

—No la vas a conocer porque no es nada serio. Solo follamos.

—A otro perro con ese hueso—dice Mark—. También quiero conocerla.

—Ni en tus sueños.

—Ya está don gruñón—bufa Alyssa—. Si te has ido de viaje con ella es porque, aunque sea un poquito te importa, no me lo niegues.

Me rio, Alyssa siempre trata de encontrarle el sentimiento a todo.

—Ya tengo que colgar.

—Bien, pero cuando estés de vuelta, exijo mis detalles —dice Alyssa.

—¿Para inspirarte con Mark? —me burlo—. Amigo que vergüenza, ya te daré consejos cuando vaya.

Escucho como empieza a reclamar y cuelgo. Vaya pareja, son tal para cual.

Pido el desayuno a la habitación y mientras llega, aprovecho a darme una ducha. Dahlia sigue durmiendo, no me extraña con todo lo que hicimos anoche.

Solo con recordarlo mi polla se endurece.

Tocan la puerta y la abro con una toalla envuelta en mi cintura. No me pasa desapercibida la mirada que me da la chica del servicio, hago espacio para que deje el carrito a un lado y le doy una sonrisa junto con la propina. Sus ojos inspeccionan mi cuerpo, mis tatuajes; carraspeo y al verse atrapada se sonroja y me ofrece una disculpa.

En los brazos de otro [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora