Hora de la verdad (parte 2).

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12 de febrero:
Ulquiorra buscaba a su equipo de trabajo, pensando en que nuevamente tendría que hacer todo el maldito trabajo solo.
—Disculpa —La voz de una chica lo sacó de sus pensamientos —¿Podrías decirme cuál es la oficina del director de academia?
—Sí, es en ese edificio —Señaló —Dirígete al segundo piso y a mano izquierda hay una oficina con varios diplomas colgados.
—¡Muchas gracias, amigo! —La chica dio la vuelta, dispuesta a irse, pero ladeó la cabeza confundida y volvió a mirar al joven —¿Eh? ¿Ulquiorra-kun?
—¿Nos conocemos?
—¡Pues claro! Soy Laura, ¿no me recuerdas?
Ulquiorra la miró de pies a cabeza un par de veces, sorprendiéndose del cambio radical en ella, su pelo estaba corto y los mechones que antes eran rubios se volvieron azules y violetas, su maquillaje era más elaborado que antes y su ropa era más colorida.
—Haz cambiado demasiado, a penas te reconozco.
—Podría decirse que crecí. Tú estás casi igual, aunque ahora eres más alto que yo, tu cabello creció y casi me infarto de miedo al oír tu voz, se volvió mucho más grave. Supongo que estudias aquí, ¿qué carrera llevas?
—Ingeniería en sonido, ¿tú también estudias aquí? En estos dos años no te había visto.
—No, no, yo estoy en la facultad de administración, vengo aquí a pedirle al director que me deje hacer mi servicio social. Nos vemos después... ¡Oh! ¿Tienes planes? ¿Quieres salir conmigo?
—¿Eh?
—Sí, para celebrar nuestro reencuentro.
—Por qué no.
—Genial, te llamo más tarde, pásame tu número.
Intercambiaron números y finalmente se despidieron.
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14 de febrero:
—¡Eres más divertido de lo que pensaba! —Dijo ella con un helado en la mano.
Mhm.
—¿Ves? Me haces reír.
Ulquiorra arqueó una ceja confundido.
—Te diviertes con muy poco.
—Sí, me lo dicen a menudo.
—¿Lograste hacer el trámite para tu servicio social?
—No, buscaré en otra facultad.
—Es más difícil hacerlo en la universidad que en cualquier otra empresa.
—Sí, pero no me rendiré.
—Oye, en la empresa en la que trabajo están reclutando estudiantes para su servicio, y te dan una paga por el trabajo, es poco, pero es mejor a no ganar nada.
—¿Cuál es el giro de la empresa?
—Es un sello discográfico.
—¿Así que seguiste con la música? ¿Cómo está tu grupo?
—Nos separamos, Samuel terminó en prisión por embriagarse en la vía pública.
—¡Oh, Dios mío!
—Está bien, salió un par de días después, pero su madre lo corrió de casa, tuvo que ponerse a trabajar en la tienda de su padre.
—Es un alivio escuchar eso, ¿está mejor ahora?
—Sí, se metió a alcohólicos anónimos.
—¿Y qué hay de ti? ¿No seguiste?
—No, decidí dejarlo definitivamente.
—¿Por qué? Recuerdo que era algo que te apasionaba.
—No me gusta la idea de manejar la fama, detesto ser el centro de atención y me gusta mucho más mi trabajo.
—¿Qué haces en tu trabajo?
—Hago lo que hace un ingeniero de sonido, por eso elegí la carrera, Aizen-sama me dio la oportunidad de entrar sin título, pero tengo que obtenerlo por formalidad. ¿Y qué hay de ti?
—Abrí un gimnasio, enseño Muay Thai, y mis colegas enseñan boxeo y artes marciales.
Él dejó escapar una pequeña risa.
—Te queda.
—¿Sí? ¿Crees que soy una súper mujer? —Preguntó resaltando los pequeños músculos de sus brazos.
—Más o menos.
—Veo que sigues siendo el mismo arrogante —Dijo dándole un suave golpe en el hombro.
—Y yo veo que sigues siendo la misma peleonera de siempre —Respondió picándole la punta de la nariz con el dedo.
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22 de febrero:
—Señorita Laura, es un gusto poder trabajar con usted.
—El gusto es mío, Aizen-sama.
—Le entregaré una bitácora donde tendrá que anotar todas las horas laborales que cumpla, cuando junte las horas necesarias liberare su servicio.
—¡Muchas gracias! Bien, empezaré ahora mismo.
—Me alegra verla llena de júbilo.
Laura hizo una reverencia y salió de la oficina.
—Felicidades —Dijo Ulquiorra recargado en la pared.
—Hubiera preferido estar en la universidad, pero me agrada el ambiente de esta empresa. ¿Me guías a mi lugar de trabajo? —Preguntó irónica.
—Andando.
—Y bien ¿me darás un tour turístico por la empresa?
—Claro que no.
—Eres horrible —Fingió secarse unas lágrimas y comenzó a quejarse dramáticamente —De acuerdo, iré yo sola, no te preocupes por mí, estaré bien... Si algo me pasa, recuérdame como la mejor persona que has conocido hasta ahora.
—Nos vemos a la hora de salida —Dijo él dejándola en recepción e ignorando sus palabras.
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11 de marzo:
Ambos comían en silencio, o casi.
—Ulquiorra-kun, ¿recuerdas el día de la graduación? —Preguntó llevándose su emparedado a la boca.
—¿Cómo olvidarlo?
—Debo confesar que ese día te veías guapísimo.
—¿Mmm? —Frunció el ceño.
—Puedes decirme que también me veía guapísima —Sonrió con arrogancia, pero inmediatamente un ligero enrojecimiento se asomó en sus mejillas.
—Tú también te veías bien —Contestó después de varios segundos en silencio —Te veías hermosa.
—Gracias.
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15 de marzo:
—¿Podrías enseñarle a la señorita lo que tiene que hacer? —Preguntó Ulquiorra mientras señalaba a una peliverde a punto de desmayarse.
Eeeh... Sí —Respondió Laura dudosa por el semblante de la chica.
Ulquiorra asintió y regresó a su oficina.
La peliverde lo miró marcharse, y cuando él desapareció, ella dejó escapar un suspiro de alivio.
—Esa ha sido la entrevista más aterradora que he tenido.
—¿Ulquiorra-kun te entrevistó?
—Sí, no sé cómo pude evitar llorar, ¡incluso siento que me tiemblan las piernas! Me alegra saber que no será mi jefe.
—No cantes victoria, Ulquiorra-kun está implicado en muchos asuntos de la empresa.
—Oh, oh...
—¡Pero cuando consigamos más personal dejará de mandar tanto! —Soltó una risa nerviosa, esperando que con su último comentario lograra reconfortar a... —Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
Nelliel Tu Odelchwanck.
—Muy bien, Nelliel, yo soy Laura, te explicaré como son las cosas aquí. Trata de aprender rápido que en unos meses terminaré mi servicio social y tendrás que hacerte cargo tú sola.
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12 de diciembre:
La aguda risa de Laura resonó en toda la habitación. Ulquiorra rodó los ojos irónico.
—¡Hubieras visto tu cara! —Exclamó ella entre risas —Nell-san piensa que no la escuchaste, pero yo lo vi todo.
—Ella es afortunada, Aizen-sama pensó que sería una buena Fracción para mí, de ser así la hubiera sancionado.
—¡Relájate, amargado! Ella no lo dijo de forma despectiva, y a pesar de todo le caes bien. Pero ahora sí, el descanso terminó, levántate —Le dio una suave patada en el muslo —Esta vez practicaremos con el costal, y no acepto un no como respuesta.
Ulquiorra no se movió ni un milímetro, y con una mirada le indicó que no quería levantarse.
—Cuando aceptaste venir, prometiste que seguirías todas mis órdenes, ahora te ordeno que te levantes y entrenemos —Comenzó a jalarlo del brazo, arrastrándolo unos cuantos centímetros antes de rendirse —¡Uuf! Eres más pesado de lo que parece —Intentó otra vez —V-vamos Ul-quio-rra...
—¡Rindete! —Exclamó él y la jaló del brazo. Ella soltó un grito antes de caer sobre él.
—¡Deja de ser un flojo! —Intentó levantarse, pero él la envolvió en sus brazos —¡Sueltame! —Trató de liberarse, pero él no se rindió en ningún momento.
—Descansemos un poco más —Dijo frotando su nariz en el cuello de la joven —La hora terminará pronto, dejémoslo por hoy.
—T-tú dijiste que esta vez entrenarias la hora completa, ¡mentiroso! —Trató de mantener su falso enfado, pero el tacto de la nariz y los labios de Ulquiorra sobre su piel la hacía reír. Dejó escapar la carcajada que retenía cuando sintió los dedos del chico en su abdomen —No, ¡noo! —Se retorció en los brazos de Ulquiorra —¡Esta bien, esta bien! ¡Suficiente por hoy! —Exclamó rendida, y los brazos que la tenían prisionera la soltaron, dándole tregua. Y así fue como quedó tendida en el suelo derrotada, humillada y sin dignidad alguna.
—Me alegra que aceptaras —Dijo él con una sonrisa burlona.
Laura comenzó a gatear, alejándose a toda prisa del enemigo.
—¡Pero ahora viene la mía! —Y se lanzó sobre Ulquiorra, atacandolo con cosquillas y mordidas.
—Nos vemos mañana, Laura-san —El maestro de boxeo observó la escena y dejó escapar un suspiro —¡Hasta mañana! —Se autocontestó imitando la voz de la chica.
—¡La hora terminó! —Gritó Ulquiorra, esperando a que Laura le diera una tregua. Ella se levantó con una mirada de victoria, y se burló de él. Se alejó para guardar todo el equipo que supuestamente ocuparía con Ulquiorra. Él la ayudó, y en algunas ocasiones miraba con recelo a la chica, preparándose para cuándo ella quisiera hacer un nuevo ataque.
—¿Qué? ¿Te doy miedo? —Se burló ella pasando peligrosamente frente a él.
—Para nada, niñita —Contestó sin inmutarse.
Laura dio dos vueltas alrededor de Ulquiorra, analizando sus expresiones.
—Correcto —Susurró con una sonrisa malévola. Se lanzó a los brazos del hombre y le plantó un beso en los labios. Él finalmente dejó el combate de lado y se concentró en seguir el ritmo que la chica mantenía. Pronto los besos abrieron paso a las caricias y mordiscos.
—R-respeta mi gimnasio —Murmuró ella entre besos.
—Tú empezaste, tú eres quien no respeta su propio gimnasio —Contestó él guiando sus labios hacia el cuello de la chica.
—¡Los vestidores! —Anunció ella en un último halo de lucidez. Ulquiorra asintió y corrieron a toda prisa, aguantando las ganas que tenían de tirarse en el suelo del gimnasio.
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24 de agosto:
—¡¿Yo?! ¡¿En serio?! —Una peliverde no salía de su sorpresa.
—Claro que si, eres mi mejor amiga, Nell-san, y Ulquiorra-kun también confía en ti.
—No es cierto —Declaró el pelinegro, recibiendo al instante una mirada reprobatoria —Me caes un poco bien, así que, eso basta.
—¡Claro que acepto! ¿Cuándo?
—Esta noche, en mi casa —Respondió Laura.
—¡¿Qué?! ¡Es demasiado pronto!
—Ambos pensamos que es la mejor oportunidad.
—Bien...
—¡No llegues tarde, Nell-san!
Laura llegó impaciente a su casa, reunió a sus padres y hermana y comenzó a prepararlos para el evento que se llevaría esa noche.
Pónganse sus mejores trajes —Declaró después de un patético y corto discurso que nadie entendió. Su familia se miró confundida, pero accedieron a la petición.
Ella se metió a su habitación y se vistió con un conjunto color hueso que ella mismas había comprado.
A las 7 p.m. Ulquiorra llegó con su familia, todos ibas vestidos formales. Preguntaban a los jóvenes que era lo que planeaban, pero ninguno de los dos respondió.
Media hora después llegó Nelliel, al borde de las lágrimas, cosa que aumentó la curiosidad de la familia de Ulquiorra y Laura.
A las 8 p.m. llegó un abogado, se sentó en la mesa frente a todos y comenzó a hablar ante la confusión.
—Hoy, 24 de agosto, nos reunimos para celebrar el casamiento de Ulquiorra Cifer y de Laura Himura, teniendo por testigo a la señorita Nelliel Tu Odelchwanck.
—¿¡Casamiento?! —Obviamente los reclamos no se hicieron esperar, Laura hizo callar a todos con un fuerte grito.
El abogado continúo con la boda improvisada, y finalmente los novios y Nelliel firmaron el acuerdo, concluyendo oficialmente la ceremonia.
Cuando el abogado se fue, Nelliel era un mar de lágrimas y toda la familia hacia preguntas.
—¡No me lo creo! —Gritaba el padre de Laura entre enfadado y emocionado —¿Cuándo decidieron casarse? ¡¿Y por qué?! ¡Ambos son muy jóvenes!
—Hace un mes que lo decidimos —Contestó Laura tomando la mano de su ahora esposo —Y curiosamente encontramos un bufete de abogados económico, no íbamos a desaprovechar la oportunidad.
—Ulquiorra... —La madre del joven trató de cuestionar, pero las lágrimas no la dejaban hablar, y sinceramente no quería hacerse a la idea de que estaba perdiendo a su pequeño.
Ulquiorra la abrazó y la consoló.
—Esto no significa que saldré de tu vida, además, tu serás la mujer que más amaré.
El ambiente comenzó a relajarse poco a poco, hasta que...
—Mamá, ¿te importa si dejo mis cosas unos días aquí? —Preguntó Laura sin imaginarse la nueva discusión que se avecinaba.
—¿A qué te refieres con dejar tus cosas?
Ulquiorra le hizo señas a Laura para que no hablara, pero ella no entendió el mensaje y se apresuró a contestar con una gran sonrisa.
—Ulquiorra-kun y yo adquirimos una casa, será nuestro futuro hogar.
—¡¿Y cuándo pensaban decírnoslo?
Y así el ambiente se volvió peligroso.
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7 de mayo, un año después:
Ulquiorra salió de la habitación, se quitó la mascarilla y cofia para reunirse con la familia de su esposa y la suya.
—¿Y? —Preguntó impaciente su cuñada.
—Es un niño —Respondió, a la vez que los ganadores de la apuesta gritaban emocionado, lamentablemente Ulquiorra no era de esos ganadores.
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9 de enero:
Ma-má —Prununció ella a la vez que gesticulaba con exageración. Y lo único que obtuvo como respuesta fueron balbuceos —Ma-má.
—Dudo mucho que te entienda —Dijo Ulquiorra.
—Claro que me entiende, mira —Se dirigió al bebé —Dani —El infante soltó una risa —¿Decías algo, querido?
Ulquiorra rodó los ojos, pensando que su mujer e hijo conspiran contra él.
—Es igualito a mí, ¿no crees?
—Creo que estás ciega, es obvio que se parece a mí, hasta tus padres lo dijeron.
—Dicen eso porque te aprecian, pero tiene mis ojos, y mi cabello, y la nariz es igualita a la mía.
—En lo único que se parece a ti es en el carácter.
Pff, tiene tu horrible carácter, felicidades, arruinaste a nuestro hijo.
—Ahora no lo ves porque es un bebé —Cargó al pequeño —Pero cuando crezca te darás cuenta.
—¿Quieres apostar?
—Hecho.
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16 de Mayo, tres años después:
—¡Dani! —Llamó a su pequeño hijo de tres años, el niño corrió hacia ella —Abre la boca —Le enseñó un chocolate y él obedeció, Laura le metió la golosina y luego se llevó el dedo índice a los labios indicando silencio —No le digas a papá.
—Prometido —Contestó él y entrelazó su dedo meñique con el de su madre.
—Veo que están listos —Diji Ulquiorra sin enterarse que Daniel masticaba a toda prisa —¿Nos vamos?
—Claro —Respondió Laura ajustando las vendas de sus brazos —Ya verás como les doy una paliza a todos.
Ulquiorra pasó su brazo sobre los hombros de Laura y depositó una beso en la frente de ella.
—Vas a ganar muchos trofeos. ¡Al auto! —Laura y Daniel corrieron a la cochera.
En el camino Laura hablaba de como ganaría la competencia a la que fue invitada junto a sus estudiantes, mientras mensajeaba con sus compañeros sobre las categorías que habría.
Llegaron a un gran dojo, donde ya habían varios competidores, Laura se separó de Ulquiorra y Dan para registrar a su escuela.
Pronto los varones encontraron a la familia de Laura y la suya, se sentaron en las gradas y esperaron impacientes por ver las peleas.
En la ceremonia de apertura Laura tomó el micrófono y presentó a los competidores de su escuela.
—Mamá está ahí —Dijo Ulquiorra a Daniel. El pequeño gritó emocionado y saludo a su madre. Laura le lanzó un beso en cuanto lo vio.
La competencia empezó, Laura poco a poco avanzaba en las rondas de Muay Thai, hasta que en la última pelea terminó en segundo lugar, solo porque había resbalado en el tapete y su rival aprovechó el descuido para someterla, pero no se permitió entristecer, pues la mayoría de sus alumnos tomaron los primeros lugares. Recibió las medallas y trofeos que correspondían a su escuela y saltó de alegría junto a sus alumnos.
Se reunió con su familia con una gran sonrisa. Recibió miles de felicitaciones y satisfecha se propuso regresar a casa.
—¡Tks! Estuve tan cerca de terminar en primer lugar —Se quejó en el auto —Pero tuve que pisar agua, ¿O era sudor? ¡Puaj! ¡Que horror!
—Lo hiciste bien, el próximo año podrás desquitarte.
—¡Claro que sí! ¿Me dejas conducir?
—¿No estás agotada?
—¡Para nada! Tengo energía para competir un par de veces más.
—Pues adelante —Ulquiorra se fue a la parte trasera del auto, junto a Daniel. Ambos jugaban y escuchaban algunas bromas de Laura.
Ella encendió el radio y la primera estación narraba las noticias locales.
"... La policía rodea el banco, mientras que los asaltantes tiene aproximadamente a una decena de civiles como rehenes. El comandante concedió unas palabras para nuestros reporteros, cito: mantengan la calma, ahora mismo mi equipo elabora un plan de ataque para reducir los daños. Seguiremos transmitiendo en vivo".
—Ouch, pobres personas —Dijo ella —¡Oh! Eso me recuerda que hoy iba al banco, pero como anoche fuimos Dani y yo al súper, decidí pasar de una vez. Tengo una suerte monstruosa.
—A veces tomas buenas decisiones.
—¿Cómo que a veces?
—Nada, no dije nada.
"Los asaltantes han escapado en una camioneta negra con vidrios polarizados, se han llevado a cinco personas como rehenes. Queridos radioescuchas, tengan cuidado, han tomado la carretera...
—¡Laura! —Gritó Ulquiorra en cuanto vio que una camioneta negra impactaba con un coche rojo.
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"Dos de los tres asaltantes ya fueron detenidos, y se espera su pronto traslado al reclusorio central. Los daños materiales ocasionados por el choque fueron los siguientes: cinco vehículos dañados, incluyendo la camioneta de los asaltantes y una patrulla, dos postes de alumbrado público y la vitrina de un negocio. Ocho personas resultaron heridas, entre ellos tres menores de edad de 3, 7 y 12 años. Se informa que hubo 3 víctimas fatales, un hombre de tercera edad, una mujer joven y uno de los asaltantes."
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Por fin les traigo la segunda parte del pasado de Ulquiorra, ¿qué les pareció? ¿Me merezco una funa?

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