—Lamento tanto aprovecharme así de ti, Ishida-kun. Pero si me hubiera encargado yo sola habría sido un desastre. ¿Debí avisarte antes?
—No, para nada, es un placer ayudarte. De todas formas, no tenía nada que hacer hoy. Siento curiosidad, ¿para qué son todos estos preparativos?
—Invitare a cenar a Ulquiorra.
—¿Ulquiorra? No lo conozco, ¿es tu... novio?
—Es... Es un compañero de trabajo.
—Debes apreciarlo mucho, no a cualquier compañero de trabajo se le prepara una cena así.
—Sí, me agrada demasiado, es muy amargado, pero me cae bien.
—Me gustaría conocerlo.
—Él no es muy sociable, tal vez algún día.
—Mmm, de acuerdo. Bueno tengo que irme, recuerda que solo tienes que meterlo al horno una hora antes de servir. Y ten cuidado de no quemarte.
—¡Prometo no causar accidentes! Muchas gracias por todo.
El joven salió, dejando sola a Orihime frente a toda la comida que le ayudó a preparar.
—Se ve exquisito —Sonrió satisfecha —Espero que a Ulquiorra le guste.
.
.
.
Orihime entró a recepción. Miró a Nelliel acomodar sus cosas y corrió a saludarla.
—Llegas en buen momento —Le dijo Nelliel cargando una caja de cartón.
—¿Por qué?
—Porque quiero que me ayudes a colgar las fotografías de los cumpleañeros de diciembre. Te dejaré encargarte del cuadro de Ulquiorra-sama.
—¿Tan temprano inicias con tus burlas? —Preguntó sonrojada.
—Sí, amo ver como tú y Ulquiorra-sama se sonrojan. Este momento valdría oro si él estuviera aquí, pero me conformo contigo.
—Mo, eres muy cruel. ¿Así es como tratas a quien consideras mejor amiga?
—¡Por supuesto! Pero, hablando en serio, sí necesito ayuda, tengo que decorar para antes de noche buena.
—No imaginé que les gustaba decorar.
—¡Para nada! Pero hace años le pedí a Aizen-sama que me dejará adornar Las Noches, y me autorizó.
—No a muchos debió gustarles.
—Nop, Aizen-sama me ordenó llevar a cabo una encuesta para saber si a los demás les agradaría.
—¡No me lo creo! ¿La mayoría dijo que sí?
—¡Pues claro! Pero... Digamos que sólo le pregunté a Szayel-sama, Aaroniero-sama, Zommari-sama y Yammy-sama.
—¿Y a Aizen-sama no le interesó que fueran tan pocos?
—Ni siquiera se enteró en su momento, cuando los demás fueron a reclamarle yo ya había organizado todo. Al final le gustó a Aizen-sama y me dejó hacerlo los siguientes años. Aunque me arrepiento un poquito al saber que me encargo yo sola. A veces me ayuda Szayel-sama y Aaroniero-sama, pero sólo cuando tienen tiempo.
—Será un placer ayudarte.
—¡Sabía que podía contar contigo! —Puso la caja que cargaba en las manos de Orihime —Encárgate de colgar esto. Yo me encargaré de lo demás.
—Por supuesto, jefa —Dijo llevándose la palma extendida a la frente.
Empezó a decorar la pared que Nelliel le asignó, pegó la escarcha y pequeños adornos de fomi. Siguió con los cuadros, siendo el de Ulquiorra el primero en tomar.
Analizó con detenimiento la fotografía; mirando algunas veces alrededor para que Nelliel no la sorprendiera. Sonrió tímidamente al pensar que Ulquiorra debió despreciar el día en que tomaron la foto, pues su nariz estaba arrugada, sus labios se veían caídos, la mandíbula se notaba tensada y sus ojos miraban hacia la derecha. Imaginó que tal vez alguien (probablemente Grimmjow) se burlaba de él tras el fotógrafo.
Colocó el cuadro y deslizó lentamente la mano por la fotografía.
—Eres extremadamente raro, pero estoy segura de que vale la pena esperarte —Susurró mientras pensaba en la cena que de llevaría a cabo en su casa esa noche.
Terminó de arreglar todo lo que había en la caja que Nelliel le entregó y se dirigió al escritorio de la peliverde. Esperó pacientemente para preguntarle si podía ayudarla en algo más o por el contrario podía irse a su oficina, pero decidió seguir ayudando al ver como Nelliel corría de un lado a otro cargando cajas y desenvolviendo adornos navideños.
—Eres un sol, Orihime-chan. Puedes irte si quieres, en poco tiempo llegará Aizen-sama y aún no tengo listo el programa de actividades de hoy.
—¿Segura que podrás hacerlo en... —Revisó el reloj —...20 minutos?
—Sí, es el tiempo suficiente, en el descanso continuaré con lo demás.
—Está bien, ¡buena suerte!
Subió las escaleras a toda velocidad, emocionada por felicitar a Ulquiorra y darle un abrazo.
—¡Cuidado! —Escuchó un grito antes de chocar con la persona.
—¡Auch! —Se quejó en el suelo y vio una mano tenderse frente a ella.
—Demasiado tarde —Dijo Ulquiorra ayudándola a levantar —No te culpare porque yo también venía corriendo.
—¿A qué se debe la prisa?
—Faltan 20 minutos para que empiece la jornada y yo aún no limpio la oficina de Aizen-sama. ¿Puedes encargarte de la oficina de Harribel?
—Si, con gusto, pero... —Él corrió nuevamente sin dejarla terminar —...De nada.
Orihime entró a su oficina después de que Harribel le pidiera "amablemente" salir de la suya. Vio a Ulquiorra entrar poco tiempo después, se sentó y soltó un suspiro cansado.
—¿Estás bien? —Preguntó al notar su respiración agitada.
—Estoy agotado... Hoy llegué a la par de Nelliel y tuve que encargarme de todo en tiempo récord.
—¿Y por qué llegaste tarde?
—Tuve que quedarme en casa a limpiar la cocina, y después aproveché para llevar a Daniel a la escuela.
—¿Y no era mejor limpiar después de que tu turno acabe?
—Sí, era mejor, de no ser porque hoy tengo visita.
—¿En serio? ¿Quién?
—De mis padres, quieren ir a mi casa a cocinarme para festejar mi cumpleaños.
—Oh, oh —La decepción era evidente en su gesto.
—¿Hmm? ¿Pasa algo? —Preguntó confundido por su tono.
—No pasa nada... Bueno, es que hoy... Hoy quería invitarte a mi casa a comer —Respondió tímidamente —¡Pero claro que podemos dejarlo para después! —Rio nerviosa.
—Lo siento —Se disculpó perplejo.
—¿Qué va? Es lógico que quieras festejar con tus padres y con Dan-chan, debí imaginarlo —Aunque quisiera, no podía ocultar su decepción —¿Tal vez mañana?
—Tal vez —Respondió dando fin a la plática.
.
.
.
—Es hora de irme —Dijo Ulquiorra levantándose de la silla.
—¿Eh? Pero si apenas serán las 12 p.m.
—Hoy tengo que irme temprano. ¿Puedes terminar el trabajo de la carpeta "Inconcluso"?
—S-sí.
—Bien. Nos vemos mañana.
Se dirigió a la oficina de Aizen para sacar un permiso de salida.
—Hola, Ulquiorra —Lo recibió el castaño —Justo iba a llamarte.
—¿Me necesita?
—Por el momento no, sólo quería hacerte entrega de un regalo por tu cumpleaños.
—Muchas gracias, Aizen-sama —Él le extendió un par de sobres —Sabe que no me gusta aceptar regalos.
—No seas tímido, acéptalo por favor. Pero dime, ¿a qué viniste?
—Vine a pedir un permiso de salida, necesito retirarme.
—Te lo concederé en unos minutos. ¿Estará todo bajo control en tu ausencia?
—Sí, la señorita Inoue se encargará.
—¿Lo hará bien?
—Por supuesto —Contestó sin dudar —Ha presentado un gran crecimiento laboral en los últimos meses.
—Confío en ti. Y ya que él tema salió a relucir, me gustaría tener una junta contigo para hablar de su desempeño.
—¿Podemos dejarlo para después? En este momento tengo prisa.
—Por supuesto. Bien, aquí tienes —Le entregó un citatorio —Solo tienes que entregárselo a Nelliel.
—Gracias, Aizen-sama. Nos vemos mañana.
—Hasta mañana, y disfruta tu cumpleaños.
Caminó hacia recepción, encontrándose a Nelliel revisando varias carpetas.
—Nelliel.
—¿Ulquiorra-sama? ¿Pasa algo?
—No, pero vengo a entregarte esto.
—¿Un pase de salida? ¿Te vas?
—Mhm. Hoy tengo varios compromisos.
—¿Ah sí? ¿Qué harás hoy?
—Tendré la visita de mis padres. Mañana te lo contaré, ahora necesito irme.
—De acuerdo, firma aquí —Le entregó una tabla con una lista —Gracias, ¡que tengas un buen día!
Entró a su auto y emprendió el rumbo a su hogar. Al llegar decidió no meter el carro en la cochera, pensando en que tal vez lo necesitaría después.
Se sentó en su sofá y prendió el televisor dispuesto a esperar. Y conforme pasaban los minutos, un ligero nerviosismo le hacía doler el estómago. Miraba el reloj del programa que veía, con cada segundo que pasaba su impaciencia aumentaba.
El timbre sonó y giró la cabeza lentamente. Tragó duro al ver las sombras que se dibujan bajo la puerta.
Se levantó y caminó con lentitud a la entrada. Dejó escapar un pesado suspiró y tomó el pomo de la puerta. Y antes de abrir dejó que sus labios dibujaran una tímida sonrisa.
—¡Cariño! —La primera en hablar fue una mujer castaña y de ojos color miel, la cual se veía unos años mayor que él —¡Pero mírate! ¡Estás más guapo que nunca! —La mujer saltó a sus brazos.
—No exageres, apuesto a que tú eres más guapa que yo —Respondió mientras miraba apenado a las otras personas.
—Ya sabes cómo es Katia —Le dijo una mujer de pelo canoso y ojos color ámbar —Pero tiene razón, eres bastante guapo, querido —Ella le dio un abrazo más discreto a Ulquiorra.
—Espero que estés listo —Dijo Katia —Papá está en el auto.
—¿No esperamos a Dani-chan?
—No, Naomi-san —Contestó Ulquiorra —Katia y yo decidimos que era mejor ir sólo nosotros. Además, él está en la escuela.
—Y yo que ansío verlo, ¿hace cuánto tiempo que no lo hago? ¿Casi tres meses?
—Imagínate yo, mamá —Contestó Katia —Cuando Ulquiorra-kun lo llevó a casa yo no estaba.
—Eso es sólo culpa tuya —Le dijo Ulquiorra cerrando la puerta de su casa y la tomó del hombro para empezar a caminar —¿Quién te manda a estar fuera del país?
—Para tu información, estaba en un viaje de negocios, espero que lo entiendas, querido —Respondió con tono burlón.
—¡Hey! ¡Ulquiorra! —Saludó un hombre pelinegro y con tenues canas en los costados de la cabeza —¿Cuánto tiempo? —Extendió la mano para darle un apretón.
—¿Dos años? —Ulquiorra correspondió el gesto —Pero dudo que lo recuerdes, estabas bastante ebrio ese día —El hombre soltó una sonora carcajada.
—¡Cállate, cállate! No eres el mejor para hablarme de sobriedad.
Un segundo hombre salió de una camioneta blanca y caminó hacia el grupo. Este era un poco bajo de estatura, con algo de sobrepeso y con un escaso pelo canoso.
—Señor Máximo —Saludó Ulquiorra con una reverencia —Es un gusto verlo.
—Levántate —Respondió con una gruesa voz y extendió la mano. Ulquiorra se enderezo y apretó su mano —¿Cómo estás, muchacho? —Lo jaló del brazo para darle un abrazó y le dio un par de palmadas en la espalda.
—He estado muy bien, Máximo. Espero que usted también.
—Me alegra escucharte. Yo también he estado bien. Pero, subamos a la camioneta, podemos platicar en el camino.
Todos asintieron y siguieron al hombre, quien tomó el lugar del conductor, La mujer mayor de sentó a su lado. Katia y Carlos se sentaron en el asiento de en medio y Ulquiorra se sentó en la parte trasera.
—¡Ah! Ulquiorra-kun, ten —Katia le entregó un arreglo floral de rosas rojas, claveles y manzanilla —Sabemos que no eres bueno para comprar flores, así que, traje un arreglo para evitarte la molestia de comprar.
—Muchas gracias, pero creo que me gustaría también llevar violetas.
—Podemos detenernos en una floristería —Dijo Naomi.
—Por favor.
Máximo asintió y unos minutos después se detuvo.
Ulquiorra bajó y entró a la floristería. Después regresó con el ramo de violetas en sus brazos.
Continuaron el recorrido y se detuvieron frente a un cementerio.
Bajaron en silencio y se adentraron al recinto. Caminaron entre las tumbas sin pensar demasiado en el camino, hasta que se detuvieron ante una lápida cuya inscripción decía:
"Laura Cifer Himura"
Una excelente hija, esposa y
madre.
Tus padres y esposo te
recuerdan con amor.
Katia y su madre comenzaron a quitar las flores secas, mientras que Carlos abría una bolsa de basura. Máximo le indicó a Ulquiorra que lo ayudará a acomodar las flores nuevas en los floreros. Cuando terminaron, se juntaron alrededor de la tumba y comenzaron a rezar.
—¿Nos falta algo más? — Preguntó Katia.
—Al parecer no —Respondió su madre.
—Yo quisiera quedarme unos minutos más —Dijo Ulquiorra —¿Podrían dejarme solo?
—Te esperamos en la camioneta, querido.
Los demás aceptaron, y sin decir nada se marcharon.
Ulquiorra los observó irse, y cuando sus siluetas se volvieron casi imperceptibles volvió la mirada a la tumba. Leyó la leyenda de la lápida incontables veces, bajó la mirada hacia las violetas que tenía en la mano (no quiso ponerlas en los floreros).
—Aún recuerdo lo mucho que te gustaban las violetas —Susurró y se arrodilló —Decías que él olor era exquisito, pero a mí no me gusta, así que, en realidad nunca comprendí tu gusto. Mmm... Ayer apenas dormí por pensar en todo lo que tenía que contarte, pero en este momento no recuerdo nada. Bueno, empecemos por una disculpa: Lamento no venir el mes pasado... Y también el antepasado, he tenido muchas cosas que hacer y siento que tengo muy poco tiempo. Y ya que he aclarado ese punto, te hablaré de Daniel: ¡Ese mocoso se ha vuelto en todo un pillo! En la última firma de boletas su maestra me dijo que hablaba demasiado en clase, creo que salió un nuevo juego y se volvió el tema del diario entre sus amigos, es más o menos como tú, sólo que Daniel SÍ sabe cuándo parar —Soltó una suave risa —Heredó ese mal hábito de ti, ya estarás contenta. En fin, no me molesta que haya tomado esa actitud, más bien me intriga, ¿tan mal padre soy? O bueno, eso es lo que Orihime me dijo hace meses... No debería hablarte de ella, ¿verdad? Lo siento, no era mi intención ofenderte, ¿te ofende que hable de otras mujeres? ¡No estoy diciendo que quiera hablarte de mujeres! No es mi propósito, de-dejemos de lado ese tema y volvamos a Daniel. Ah sí, no lo traje porque creo que aún no está preparado para verte, aún es muy pequeño, pero tal vez el próximo mes venga conmigo, apuesto a que tienes muchas ganas de ver lo mucho que ha crecido. Por cierto, yo gané la apuesta, se parece mucho más a mí que a ti, es una lástima que no pueda cobrarte mi premio. Tengo que irme o si no tus padres van a enojarse, y prometo que prepararé un mejor discurso para la próxima vez que venga. Nos vemos, cariño, te am... —Se interrumpió a sí mismo, pensando en sus próximas palabras. ¿En verdad iba a decir "te amo"? ¿Aún sentía eso por ella? Estaba confundido, había pasado tanto tiempo, ¿cómo podía conservar ese sentimiento?
Se mordió el labio cuando en su mente se reveló la silueta de una mujer pelinaranja y de ojos grises. Apretó los puños tratando de ganar valor.
—Todavía te quiero, Laura, pero creo que quiero vivir. Lo siento si te hago daño.
.
.
.
Ulquiorra escuchó un autobús estacionarse frente a su casa, entonces supo que Daniel había vuelto.
—Denme un momento —Anunció a sus invitados. Salió y recibió a Daniel —Te tengo una sorpresa —Le dijo cargándolo y tapando sus ojos con la mano.
—¿No debería ser yo quien tiene una sorpresa para ti? —Respondió Daniel sin oponer resistencia.
—Sí, pero eso lo dejaremos para después, por cierto, espero que tu regalo sea uno bueno.
—¡Pues claro! ¿Quién crees que soy?
Cerró la puerta con el pie y regresó a la sala, donde todos veían asombrados (menos Naomi) como había crecido Daniel.
—Dan-chan —Katia fue la primera en hablar. Daniel frunció el ceño aún con la mano de Ulquiorra en sus ojos.
—¿Tía? —No podía creerlo. Ulquiorra le destapó los ojos y su sorpresa fue evidente —¡Katia onee-san!
Ulquiorra lo bajó y Daniel corrió a los brazos de Katia.
Pronto el ambiente se volvió alegre con Daniel siendo el centro de atención.
Los padres de Ulquiorra llegaron más tarde, la madre era una mujer de pelo blanco por las canas y de ojos negros, caminaba encorvada con ayuda de un bastón, su marido era muy parecido a su hijo, pero su figura era mucho más robusta. Ambos felicitaron a su hijo, llenando de regalos a Ulquiorra y Daniel.
Entonces la fiesta continuó, todos contaban anécdotas que ocurrieron en diferentes ámbitos. Algunas veces reían por las ocurrencias de Daniel. Otras veces se embelesaban por el talento de Ulquiorra en el canto y la guitarra. Katia; su cuñada, acompañaba a Ulquiorra en su canto, mientras que su esposo se embriagaba y presumía el talento de su mujer.
—¿Cómo va la escuela, Dan-chan? —Preguntó Naomi.
—Va muy bien —Contesto el pequeño comiendo un trozo de pastel —Orihime-chan me ayuda mucho con mis tareas.
—¿Orihime? ¿Una compañera? —Preguntó Katia.
—No, es mi mejor amiga.
—¿La novia de alguno de los dos? —Preguntó la madre de Ulquiorra al no entender. Daniel puso una mueca de desagrado y Ulquiorra se tiró la cerveza que sostenía en la camisa.
—¡No! —Exclamó Daniel ofendido.
—Es... Es una compañera de mi trabajo —Contestó Ulquiorra limpiándose con un trapo —Ha venido algunas veces a cuidarlo.
—¡Sí! Es muy divertida y siempre tiene buenas anécdotas que contar. ¿Creerán que una vez apareció en casa de la nada? Desde ese día la conocemos, ¿verdad, papá?
—¿Apareció de la nada? —Todos estaban consternados.
—Tenía problemas de dinero —Comenzó a contar Ulquiorra —Entonces vino a ofrecer servicios de limpieza, le recomendé que fuera a Las Noches porque Aizen-sama necesitaba una secretaria, aceptó la oferta y obtuvo el empleo.
—Esa es una forma muy original de conocer a alguien —Se burló Katia imaginando aquellos acontecimientos.
—Ella tiene un don para conocer gente de las formas más extrañas posibles. Una vez me contó que conoció a su mejor amiga mientras se ahogaba con un chicle.
—Apuesto que es muy agradable.
—Lo es —Contestaron Daniel y Ulquiorra.
A las 10 p.m. Daniel se fue a dormir, y la fiesta se convirtió en una reunión silenciosa y amena. Pasadas las 12 a.m. todos estaban agotados, Ulquiorra les ofreció asilo y nadie se negó.
Sus padres durmieron en su habitación, Máximo y Naomi ocuparon una habitación de invitados y Ulquiorra puso una colchoneta en su oficina para Katia y Carlos. Él fue a acostarse a la habitación de Daniel. Se acomodó en la pequeña cama como pudo y Daniel se despertó por el movimiento.
—Lo siento —Susurró Ulquiorra.
—Si estás aquí es porque nadie quiso irse, ¿no?
—Exacto, geniecillo —Extendió el brazo para que Daniel recargara su cabeza —¿Podemos hablar de algo delicado? —Preguntó cuando Daniel se acurrucó.
—¿Eeeh? S-sí.
—Hoy fui al cementerio a ver a tu madre —Sintió que la mano del niño se tensaba en un puño y se arrepintió de abrir la boca —Le hablé sobre ti y sobre el trabajo. Y también le prometí que irías a verla el próximo mes, ¿te sientes listo? —Dan negó lentamente —¿Pero no crees que ya es tiempo?
—Tal vez después.
—De acuerdo, pero piénsalo. Buenas noches, hijo.
Abrazó a Daniel y cerró los ojos.
.
.
.
—Ya te había hablado antes de Ishida-kun, ¿recuerdas? La aguja en mi asiento. Bueno, él fue quien me ayudó a preparar todo esto —Hablaba Orihime acomodando la mesa —Sé que estará buenísimo porque él tiene mucho talento para la cocina. Ayer moría de ganas por probar todo, pero me resistí en cuanto vi tu mensaje aceptando a venir.
—Si tenías hambre no debiste negarte a comer —Respondió Ulquiorra mientras picaba hielo —No me hubiera importado comer sobras.
—T-tenía panes en el refrigerador, y en serio que no quería tocar lo que preparó Ishida-kun.
—Tú no cambias, te he dicho miles de veces que no sustituyas comida de verdad por dulces.
—¡Hey! Tampoco fue taaan grave.
Unos libros llamaron la atención de Ulquiorra.
—¿Psicología básica? —Tomó uno de los libros.
—¿Eh? Ah, es un libro que me dieron en la universidad... ¡Qué idiota! No te he contado, pero decidí retomar mis estudios. Abrieron un curso sabático en pedagogía en una universidad no muy lejos de aquí.
—¿Cuándo empezaste?
—Hace dos meses, me tomará cinco años concluir. Hablé mucho con Sora sobre que elegir, al final creo que tomé la mejor decisión.
—¿Hablaste con... Sora?
—Mhm, creo que él me ve en donde está, por eso trato de hablar diario con Sora, para que no se sienta olvidado.
«En donde está. Hablar con él. Para que no se sienta olvidado... ¿Te sientes olvidada porque no hablo contigo tan seguido?»
—No me prestes atención, me gusta pensar que Sora aún está conmigo. Pero cuéntame, ¿cómo te fue ayer? Te noté más callado de lo normal esta mañana en el trabajo ¿pasó algo?
Se sentaron frente a frente.
—Todo estuvo bien, mi familia me visitó y tuvimos una pequeña fiesta improvisada.
—¡Ah! ¿Entonces amaneciste con resaca?
—No, claro que no.
—¿Es algo que yo no puedo saber?
Ulquiorra se quedó en blanco. ¿Debía hablarle sobre su pasado? ¿No era muy pronto? Su mente se guio a un sólo recuerdo:
—Todavía te quiero, Laura, pero creo que quiero vivir.
¿Estaba listo para abrirse a ella? ¿En verdad quería empezar de nuevo?
Laura, Laura, Laura, Lau...
—Ulquiorra... —Sus ojos se enfocaron en la mujer frente a él —Todo estará bien —Sintió los finos dedos recorrer su mano.
—Ayer fui al cementerio...
—¿A quién visitaste?
—A mi esposa.
Orihime abrió los ojos con sorpresa, tardó varios segundos en procesar las palabras del pelinegro.
¿Su esposa? ¿Su mujer estaba...
Se levantó con una notable tristeza y caminó lentamente hacia Ulquiorra.
Ninguno de los dos habló, ni siquiera cuando Orihime lo cubrió en un fuerte abrazo.
Ella transmitió todo su apoyo a través de sus brazos, sin palabras le dejó claro que ella estaría para él. Le hizo entender que lo comprendía y le ayudaría a superar cualquier dolor.
—Yo no soy ella, Ulquiorra —Susurró sin separarse —Pero puedo acompañarte y no volverás a estar solo.
En ese momento Ulquiorra correspondió el abrazo...
.
.
.
¡Les dije que muy pronto sabríamos de ella :3!
Bueno, bebecitos, nuevamente me presento con un capítulo de esta historia :D ¿Qué les pareció? Por mi parte siento que ha sido algo fuerte... O puede que solo sea una dramatica JAJA ¿Ustedes que piensan? ¿Se esperaban esto?
En algun momento consideré que Laura fuera rival de Orihime, pero no me pareció lógico, si estaba separada de Ulquiorra por lo menos uno de los dos ya no compartía sentimientos por el otro, y si aun estaban juntos Ulquiorra parecería un infiel y pos no, nada de dejar mal a nuestro rey :3 Así que, fue lo único que se me ocurrió jiji... Aunque me siento mal por Ulqui y Dani.
Nota: lloré cuando Ulquiorra se despidió de Laura :c
ESTÁS LEYENDO
Buscando Mamá
FanfictionMientras Orihime busca un nuevo trabajo para arreglar su destrozada vida, se encuentra con memorables personajes que la hacen sentir como si hubiera renacido, entre ellos, Ulquiorra Cifer, su amargado compañero, y junto a él, su adorable... ¿Hijo? ¡...