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Epa, no se vale, estaba avanzándole a la historia para hacerles maratón de tres caps para cuando llegara a 300 vistas y voy viendo que ya hasta las superaron, no se dejan consentir deveras.

Pero muchas muchas gracias. 

Serán tres caps, uno por casa 100 vistas, vaya. 

Espero les gusten.

Primero será este, en dos horas el siguiente y dos horas después el último de su regalo. 

Disfruten y gracias de nuevo, los amo. 

 

Después de otras dos horas a caballo llegamos al pueblo, a diferencia de Nedlay, no había muchas mejoras pero sí que habían hecho las pareces más gruesas y resistentes al frío. Llegamos al establo del lugar a cambiar de caballos, en esos iríamos y volveríamos del orfanato, después los cambiaríamos por los primeros para volver a Nedlay. 

Aproveché que Jean estaba llenado los comprobantes y haciendo el cambio de caballos para comprar unos dulces, mi corazón brinco de felicidad al ver los mangos con chile. Pedí dos bolsas bien llenas y volví feliz con Jean, le di una bolsa, la mira feo. 

-No es nada malo - le aseguro. 

Jean toma la bolsa y la abre, sonríe al ver el contenido. La guarda en su mochila y me dice que no pierda el tiempo, ruedo los ojos y me llevo un dulce a la boca. Nos montamos a nuestros nuevos caballos y mientras avanzamos veo un hostal, nuevo claramente, pero podríamos quedarnos ahí si llega a hacer falta. 

La hierba llega los tobillos de los caballos, reconozco el olor cítrico de los pinos y un buen recuerdo llega a mi mente. Jean no deja de reírse cuando se lo cuento. Una vez Cecily y yo nos escapamos del edificio para niñas y nos colamos al de varones, pretendimos ser fantasmas e hicimos un desastre por todos lados, habíamos roto algunos platos en distintos lugares de la casa y dejamos un puñado de insectos muertos sobre el cofre de juguetes.

A diferencia del pueblo, el orfanato había crecido y arreglado las malditas ventanas que fueron mi tortura por ocho largos y fríos años. Una campana se escucha en el lugar, las puertas de ambos edificios se abren y salen niños y niñas a jugar. Jean y yo desmontamos y vamos a un árbol cercano, hay un trozo de corral en donde podemos atar a los caballos. 

Me aferro a las riendas del caballo con el corazón queriendo salir por mi boca, me muerdo el interior de la mejilla y cierro los ojos. Doy un respingo al sentir la mano de Jean en mi hombro, contestó a la pregunta que no hizo con una sonrisa. Asiente y espera a que tome aire. 

Me doy media vuelta y vamos al edifico de niñas. Recuerdo que ahí estaba la oficina de la directora, al entrar al lugar veo algunos maestros nuevos en las aulas. El lugar seguía oliendo a tiza y lejía, la directora siempre ha sido una gran entusiasta de la limpieza y el aprendizaje. 

Jean mira las pinturas de los directores colgadas en las paredes del pasillo, entonces escucho un grito agudo. Me detengo y retrocedo hasta sentir a Jean en mi espalda, dejo caer los hombros al ver a mi antigua maestra de Literatura. 

-¡Myra! - exclama con el llanto ahogado. 

Me acerco a ella con los brazos abiertos, me toma de las mejillas y me besa ambas mejillas antes de apretujarme en su brazo. La maestra Clara fue la mujer que me cuidó todo el tiempo que estuve ahí, había canas en su negro cabello pero apenas y tenía canas en su rostro, sus dedos de pianista seguían siendo tan gráciles como siempre. 

-¿Y quién es este chico tan guapo? - mira a Jean. 

-Es... un amigo - respondo. 

-Ven, muchacho, déjame saludarte - asiento y Jean se acerca, mi maestra le llena las mejillas de su labial rojo -. Que alto - cierra sus manos en sus brazos -. Y fuerte. 

Bastarda (JeanKirsteinxLectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora