Les toca doble porque mañana haré paro virtual en todos lados.
Gracias a mis hermanas que salieron a marchar hoy, sí me representan y más importante dan voz a las que ya no están.
Solo quiero decir que estoy orgullosa de ellas, y que espero poder unirme a ellas el año que entra.
Jean y yo caminamos por la calle principal de Trost, empieza a caer la tarde. Me pregunto como se ha de sentir al saber que todas esas noches, todos esos viajes, fueron en vano. Cecily no es la mujer a la que Historia quiere, tal vez ni siquiera exista, tal vez se trata de tonta ilusión.
Al final de cuentas, yo también las tuve mientras vivía en el orfanato. Soñaba con que llegaba mi madre, o mi padre, o un hermano o hermana mayor y me salvaba de ese congelador. Pero nadie llegaba, por lo menos no, hasta que cumplí los ocho años, que fue cuando Cedrick llegó por mí.
Un chasquido me trae a la realidad, miro sobre mi hombro y las venas se me llenan de adrenalina, me lanzo contra Jean y ambos caemos al suelo antes de que la lluvia de balas nos perforen la espalda. Ambos nos ponemos de pie y corremos por las calles, miro sobre mi hombro.
-¿Quienes son? - grita mientras corremos.
-No hables, y corre.
Jean no me pone peros, ambos corremos. Giramos a la derecha y corremos por una calle esquivando personas y cajas en el suelo, nos presentamos ante dos opciones: derecha o izquierda. Antes de siquiera tomar una decisión, Jean me toma del brazo y me jala a él, nos ocultamos en un callejón detrás de botes de basura. Retrocedo hasta que siento su pecho en mi espalda.
-Creo que... - cubre mi boca con su mano.
Llevo la mía a mi pierna, cierro la mano en el mango de mi daga. Siento el frío del cañón conta la piel de mi mano, Jean sube su pistola en caso de que cualquier cosa pase. Afianza su agarre y yo saco mi daga cuando un par de hombres pasan frente a nosotros, otros tres les siguen de largo, un brillo dorado me da una pista de quienes son.
Jean guarda su arma cuando se escuchan lejos, pero no suelto mi daga. Me separo y apoyo la espalda en la pared, Jean se coloca frente a mí.
-Si no me equivoco, son una de las familias enemigas de los Beltaine.
-¿Tu familia con enemigos?
-Muchos quieren gobernar la Ciudad, todo el avance en armamento se lleva ahí abajo - miro a la calle -. Las casas y las fachas es pura ilusión para que crean que viven en miseria.
-¿Y no es así?
-Oh sí, como en todos lados, pero no tanto como todos creen.
Apoyo la cabeza en la pared y abro los ojos lentamente, conforme la adrenalina va dejando mi cuerpo me vuelvo más consciente de lo que rodea a corto alcance. El calor por haber corrido, la rodilla de Jean en mi pierna, su respiración en mi frente, el olor a basura que probablemente este impregnándose en nuestra ropa.
-Lo siento - digo -. No creí que estarían aquí.
-Hay que irnos - me responde.
Asiento y me doy vuelta, camino a la salida del callejón. Salto las bolsas de basura y salgo a la luz. Levanto la mirada, un hombre me mira perplejo, luego mira a Jean y de vuelta a mí, tal vez piense que soy una prostituta que acaba de hacer su trabajo en un callejón sucio. Lo miro de arriba abajo, lo miro a los ojos cuando veo el arma en su mano.
-¡Oigan! - lo interrumpo tomándolo del cuello de la camisa, lo empujo en la pared y coloco la punta de mi daga debajo de su barbilla.
Siento el cañón de su pistola en mi abdomen, sonrío cuando Jean pega su pistola en la sien del hombre.
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Bastarda (JeanKirsteinxLectora)
FanficPortada: pintura por Leonard Campbell Taylor. Myra Y/N Beltaine era la bastarda de la hija del líder de los Beltaine, los "reyes" de la Ciudad Subterránea. Jean Kirstein era un soldado de elite de la Legión, y llevaba meses rastreando a la persona...