Capítulo 20. Inrecuperable, Parte 2. Vida arruinada ┐ʕ● ᴥ ●Ɂ┌

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~Narra Red~

Mi mente se iba desvaneciendo en la oscuridad al igual que las palabras amenazadoras de Drake. Ya no me importaba morir, si eso significaba acabar con este maldito infierno. Dios, si es lo que deseas... llévame contigo. Ya no soporto este dolor.

―Despídete, ratita. Es hora de que te vayas a la mierda, para siempre.

~Narrador omnisciente~

Drake quitó el seguro del arma, y le apuntó a Red a la cabeza. En sus labios se formó una sonrisa sádica y lasciva, una sonrisa que no siente pena por matar. Su dedo se acomodó frente al gatillo y se preparó para disparar. Sin embargo, el momento fue interrumpido cuando la puerta trasera se abrió con un gran estruendo, rompiendo las tablas de seguridad.

Una chica irrumpió en la sala, apuntándole a Drake con un arma. La chica sostenía el arma con firmeza, apretandola con mucha fuerza y mirando a Drake con odio. Era Laura.

―Se acabó Drake. Déjalo ir ―dijo ella, con el ceño fruncido. Drake parecía sorprendido de que ella estuviera ahí.

―¿Por qué? ¿porque una ramera me lo ordena? despídete del maricón de mierda. ―Drake volvió a apuntar hacia Red con mayor rapidez. Su dedo volvió a colocarse frente al gatillo y en dos segundos, se oyó un impacto, y luego otros tres. Después, un segundo mas tarde, otro impacto. Drake salió corriendo por la puerta de emergencia, tirando las tablas al suelo y corriendo lo más rápido que podían llevarlo sus piernas. Luego los policías comenzaron a llenar el edificio, apuntando a todos lados con sus armas y gritando "Despejado!". Laura inmediatamente corrió hacia Red, quien estaba en el suelo, lastimado e inmóvil.

Un policía se acercó a otro, mirando la escena. Se quedaron viendo como si fuera una obra de teatro, como si no escucharan la desesperación de Laura intentando ayudar a Red.

―¿Cómo es que supo dónde estaba este chico? llevaba dos semanas desaparecido y se conocen hace tres.

―Ella dijo que las iniciales del sello de la puerta le sonaron a algo, y resultaron ser los apellidos del tipo que lo secuestró.

Laura se hincó frente a Red, rogando porque estara vivo. Puso una mano frente a su rostro y comprobó que su respiración era débil, pero seguia ahí. Sin embargo, su pierna derecha estaba llena de sangre, que brotaba por el impacto de cuatro balas. Los policías salieron corriendo por la puerta principal para perseguir a Drake, sin darse cuenta de que este estaba escondido detras de los casilleros. Cuando se fueron, él salió, apuntándole en la cabeza a Laura. Su mirada se veía sádica pero asustada, y Laura lo vio con conformismo y seguridad en sí misma. No dudaría si tenía que matar a Drake, pero temía que él fuera más rápido y lastimara más a Red. Además, él ya estaba herido, tenían que curarlo.

―No me vas a arruinar la diversión, perra. Tu y este infeliz van a morir como el par de perros callejeros que son.

Laura se sorprendió por la cantidad de insultos que decía este tipo, pero no le tomó importancia y le apuntó con su propia arma. Trago saliva y sintió el sudor recorriendo su frente.

―Estas loco si crees que lo dejaré morir, o si crees que yo moriré, Malkavian.

Drake pareció sorprendido de que conociera su apellido, pero se encogió de hombros. ―Puedo asegurártelo, puta barata. Los dos son basura, y los dos morirán hoy.

Ambos pusieron el dedo en el gatillo y tiraron de él. Las balas se direccionaron hacia sus cabezas, pero se movieron y por suerte o destino, las balas golpearon sus armas. Corrieron hacia la dirección opuesta para recuperarla y comenzaron con la lucha a puño limpio. Por obviedad y por pura naturaleza, Drake comenzó a darle una paliza. Luego de cinco puñetazos, Laura cayó al suelo con la mejilla hecha trizas. Sin embargo, vio que el arma estaba frente a ella y tenía una sola oportunida; matar a Drake e irse, o liberar a Red. Tenía pocos segundos para decidir; su vida o la de Red. El me salvó la vida. Es hora de devolverle el favor.

Tomó el arma con esfuerzos y se giró para disparar. La bala dio directamente en las cadenas que mantenían preso a Red, rompiendo los eslabones y liberándolo. Red pareció reaccionar, desorientado. Miró hacia Laura con los ojos preocupados, pero ella se giró hacia Drake para golpearlo con la culata del arma. Luego se levantó para mirar a Red.

―¡RED, CORRE! ―Laura gritó con una voz desgarrada y temible, comprensible en una situación así. Sus ojos suplicantes volaron hacia Red quien aún yacía en el suelo.

~Narra Red~

No podía creerlo. Por fin era libre. Mis muñecas se liberaron de las cadenas, e inmediatamente tuve el impulso de levantarme para huir de ese infierno. No me importaba nada, solo quería ser libre. Me levante desorientado, aún con el dolor de cabeza por el golpe. Mi pierna derecha no servía para caminar, sin saber por qué. De todos modos, me dio lo mismo y continue hacia la salida. Miré hacia atras con la vista borrosa, y vi a Laura gritandole a Drake, con un arma en la mano. Quería ayudarla, pero el infierno había sido demasiado. Desorientado, hecho trizas y casi muerto continue avanzando hacia la puerta, hacia la luz. Respiré el aire fresco de la salida, cerrando mis ojos.

Al fin era libre. El infierno había terminado.

Sin saber por que, continué caminando hacia quien sabe donde. Luego de una hora de caminar, me rendí. Mi pierna ya no podía más, y mi cuerpo tampoco. Sin embargo, estaba a salvo, ya estaba todo bien. Me desplomé en el suelo y perdí la conciencia. Antes de caer, vi una sombra moviendose hacia mi, corriendo. El auto que estaba a su espalda me pareció conocido, pero no podía pensar con claridad. Me desmaye sin poder evitarlo, sintiendo mi libertad. Ya todo terminó.

~Narrador omnisciente~

Red se despertó en el hospital, con mil cosas conectadas al cuerpo y un ardor horrible en todos lados. Su cabeza estaba confundida, pero se alegró porque sabía que ya no era el prisionero de Drake Nickel. Los doctores lo miraban con insistencia y su vista se aclaraba poco a poco. Su oido aun no funcionaba bien, escuchaba las cosas lejanas y con eco. Segundos despues, pudo distinguir la conversación.

―¿Cuando fue internado, doctor? ―una voz masculina que él conocía pero no reconocía de quién.

―Hace tres días, fue internado de emergencia por cuatro impactos de bala y lesiones severas con infecciones repetidas. Parece que quienquiera que le hizo daño, quería hacerlo sufrir.

―¿Y estará bien? ―esa voz preocupada nuevamente... ¿de dónde la conocía Red?

―Por lástima, solo pudimos sacar dos de las balas. La cirugía no concluyó como quisimos y... no podrá volver a caminar.


Sin comentarios. Ojalá disfruten del capítulo tanto como yo lo hice (si, llore como una perra como cuando muere Mufasa). No tengo nada que decir al respecto con este capítulo, demasiado sufrimiento en una sola noche. Nos vemos en el próximo capítulo.

Gotas de amor, sexo y mentiras (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora