Capítulo 2 - parte 1

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Capítulo 2

[ 2004, Febrero, 9 ]


El lugar es obscuro, pero se pueden distinguir medianamente los colores a través de la luz que entra por los árboles. El bosque Esmeralda es uno de los más grandes de la región, incluso a simple vista. Es fácil de perderse si no conoces bien los senderos de rocas.

Desde la estación de trenes, hay un pequeño sendero principal, y luego se divide en tres: al frente, a la izquierda y a la derecha.

Hacia la derecha, se continúa unos 10 minutos caminando, y se llega al lugar donde están los árboles y rocas más grandes, además de ser la zona más colorida; pero si continúas aún más hacia la derecha, el bosque vuelve a tener la misma tonalidad que al comienzo.

En este lugar de árboles y rocas gigantes, hay una sola casa: la de los Yami. Desde afuera, se ve que es grande, pero en lugar de estar construida con ladrillos, está hecha de piedras y algunos cristales, además de maderas. Por fuera tiene un pequeño jardín. Antes de la puerta de entrada, y casi al rededor de toda la casa, hay un techo como de un metro hacia afuera, lleno de lámparas, que sirve para hacer como un pasillo, pero en el frente es más largo. Son 3 metros. Hay una mesa con 3 sillas, en esta parte. Ya hacia adentro, también hay un pequeño pasillo. Le sigue a este la sala de estar, compuesta por dos sofás del mismo tamaño, negros, en el medio una mesa, y al frente una televisión. Más adelante, hay otro pasillo, que lleva hacia el comedor. Consta únicamente de una mesa amplia con tres sillas, y otra televisión, el resto es espacio para caminar. A un costado, sin que haya una puerta, está la cocina, y dentro de esta un mini lavadero. Desde el comedor, luego hay un pasillo largo, que está construido a los lados con unas piedras muy resistentes y transparentes, como un "vidrio especial" de ese bosque, en el que se puede apreciar el paisaje, puesto que tiene unas lámparas en el techo que alumbran lo suficiente. Al final de esto, hay dos habitaciones, una grande y una más chica, cada una con su propio baño. En la más pequeña, se encuentra a un niño de unos 3 años, acompañado por unos seres de colores diferentes al suyo.

—Mamá, ¿Hoy sí puedo salir un rato? —susurra una voz infantil y suave.

—No, hoy no hijo, pero puedes andar en el pasillo de cerca de tu habitación. Puedes ver por los cristales. —le sonríe una mujer de piel roja obscura y ojos amarillos, cabellos blancos, se le pueden ver también unos colmillos más grandes de lo común. Tiene una voz más grave que lo común en las mujeres.

—Papá, ¿Tú me dejas salir? —le mira, haciendo pucheros, moviendo sus piernas adelante y atrás, sentado en la cama.

—No. —le agarra la nariz jugando. Un señor musculoso, de piel azul y ojos rojos, con el cabello blanco, y también se le notan colmillos. Posee una voz grave y gruesa—. Pero lo mismo te vamos a pedir que por favor vigiles la casa, desde el living de a ratos. Nosotros tenemos que ir a trabajar, Jun.

—Sí... —baja la cabeza y la mirada.

—No te deprimas, tienes que ser más fuerte. No debes permitir que nadie entre a la casa. —le mira con más seriedad, y con una voz más dura.

—Sí. —responde firme y mirando hacia al frente.

—Así Jun. —su madre lo elogia haciéndole caricias en la cabeza.

—Voy a ser más fuerte. —sonríe y se pone de pie sobre el suelo—. Que les vaya bien mamá, papá.

—Gracias, igualmente. Puedes ver la televisión también si quieres.

Ambos padres toman un color de piel igual al de su hijo, además de adquirir también cabello negro. El color de sus ojos no es algo que puedan cambiar, así como sus colmillos. Jun los ve salir de su habitación, y luego con una pequeña escalera al lado de su puerta, cierra el picaporte.

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