♡; XXVII

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El menor sonrió y se arrodilló a los costados de Seungcheol, dejando que el mayor lo abrazara por la cintura con una mano mientras que la otra iba directo a su entrada. Jihoon dejó un brazo sobre el hombro de Seungcheol para sostenerse, mientras que la otra separaba una de sus nalgas para darle mejor acceso al dedo lubricado.

El líquido estaba frío así que Jihoon no pudo reprimir el gemido que escapó, además el simple hecho de que su ano fuese invadido, lo hacía estremecerse. Sus labios rozaron con los del mayor y SeungCheol se dio cuenta de que ahora el aliento de Jihoon era a menta, introdujo su lengua teniendo el placer de tragarse algunos de los jadeos que el menor dejaba escapar.

—Me gustaba más el sabor a queso, ¿qué más tenía? ¿Ajo?— murmuró sobre sus labios sin abrir los ojos.

Jihoon rió y se abrazó a él, ocultando su rostro enrojecido entre su brazo y el cuello de Seungcheol con un poco de vergüenza —sí— respondió aunque no fue escuchado tan claramente.

Seungcheol también rió pero no dijo nada más y continuó moviendo su dedo en el interior del bajito, acariciando cada pared, tratando de encontrar ese punto sensible que haría estremecer a Jihoon.

Con aquella estimulación que estaba recibiendo Jihoon, no podía mantener quietas sus caderas, provocando que sus miembros se deslizaran juntos, acariciándose mutuamente. Suspiraba y jadeaba con el placer que recibía, pero comenzó a gemir sonoramente cuando un segundo dedo se abrió paso en el interior; se sentía jodidamente bien, los dedos se deslizaban con facilidad ahuyentando el dolor y dándole más placer.

Los minutos pasaban como una eternidad, así que no desaprovechaban el tiempo para acariciarse y besarse, Jihoon fue el primero en besar el cuello de Seungcheol, haciéndolo de una forma intensa y lasciva, mientras el mayor apretaba una de sus nalgas y de vez en cuando le propinaba alguna nalgada, consiguiendo un gemido más por ello. Nuevamente sus bocas se encontraban, saboreándose y tragándose todos los sonidos que el contrario dejaba escapar.

Luego de tantas caricias, chapoteos, besos, suspiros, gemidos y jadeos, ambos querían comenzar con la verdadera acción. Seungcheol sacó sus dedos de la pequeña cavidad (para este punto ya eran tres los que habían dilatado la abertura), hizo que Jihoon se recostara en la cama y él se alineó entre sus piernas; tomó una de ellas y la llevó a su hombro, mientras a la otra la abrió lo más que pudo. Tomó el bote de lubricante que estaba cerca de sus piernas y puso un poco en su pene, sintiendo lo ligeramente frío que estaba el líquido, y comenzó a esparcirlo por toda la extensión.

—¿Y el condón? ¿Crees que debamos usarlo?— preguntó Jihoon sin quitar la mirada del pene de Seungcheol; la acción que había hecho con su mano le hizo recordar a cuando se coloca el condón.

—¿Tienes alguna enfermedad?— preguntó mirándolo y deteniendo sus movimientos.

—No, ¿y tu?— respondió levantando la mirada para verlo directo a los ojos.

—Tampoco.

—Entonces estamos bien, continúa— dijo con una sonrisa.

—Igual no iba a detenerme— dijo y posicionó su pene en la entrada.

Jihoon se sostuvo de sus antebrazos sobre la cama, pero apretó los dedos al rededor de la sábana y se dejó caer nuevamente cuando el miembro comenzó a introducirse lentamente en su interior, se deslizaba con suavidad mientras abría las paredes anales como si el pene de Seungcheol estuviese hecho a la medida de su agujero; realmente se sentía mucho mejor ese primer desliz.

—Aaah sí— gimió con el placer que sentía.

Seungcheol creyó que esa era la señal para que comenzara a embestirlo, así que en cuanto su miembro llegó al fondo y sus testículos chocaron con el trasero, retrocedió sin dejar que su glande saliera y luego nuevamente se introdujo. Comenzó el lento vaivén y aunque Jihoon no estaba listo para que comenzara, se sentía tan bien que no dijo nada y continuó gimiendo para él.

El trasero de Jihoon se levantaba ligeramente de la cama por Seungcheol, quien tenía bien sostenida su pierna y su cadera, como si quisiera arremeter contra ella, pero aguantando las ganas para ser cuidadoso y no lastimarlo. Sus ojos se cerraban por el placer, pero trataba de mantenerlos abiertos y mirar las expresiones de placer del bajito, grabando en su retina cada facción; Jihoon se dio cuenta de esa mirada fija en su rostro y rió un poco por lo ridículo que se sentía al fruncir el ceño y pensar que se veía sexy, pero para Seungcheol, realmente se veía así.

El pelinegro dejó que la pierna en su hombro se deslizara hacia su antebrazo, dejando que nuevamente el trasero del menor tocara el colchón para inclinarse hacia adelante, acercando sus labios a los contrario y dejando que Jihoon deslizara sus manos hacia su espalda, donde sus uñas trataban de aferrarse; comenzaron un beso torpe, no sólo porque Seungcheol trataba de concentrarse más en las embestidas que en el beso, sino porque el movimiento de sus cuerpos les impedía hacerlo adecuadamente.

Ah más Seungcheol ah ah— gimió en cuanto sus labios se separaron.

—Di más alto mi nombre— pidió y gruñó cerca de su oído, logrando erizar la piel contraria.

—S-Seungcheol agh sí Seungcheol— jamás imaginó que haría lo que le pidieran, pero Seungcheol lo follaba tan jodidamente bien, que aún sin que se lo pidiera, habría gemido su nombre más alto.

Seungcheol sonrió con victoria y aumentó el ritmo, golpeando con más fuerza y con más velocidad, sintiendo que cada vez era más difícil hacerlo, pensó que algo estaba haciendo mal, pero luego se dio cuenta de que Jihoon apretaba el interior de su ano, estrujando más el pene del mayor, y aumentando el placer de los dos.

Sus pieles chocaban con rapidez, emitiendo un sonoro sonido que era acompañado por el chocar de la cama con la pared y los gemidos que los dos dejaban escapar de sus labios. Con la temperatura de la habitación aumentando, a pesar de que ya había oscurecido y que la noche era fresca, sus cuerpos habían comenzado a sudar, volviendo brillosas sus pieles y escurridizas.

Las embestidas eran fuertes y placenteras, pero el éxtasis en Jihoon aumentó cuando Seungcheol tocó ese punto sensible en su próstata y no paró de tocarlo —ah sí ahí ah sí sí Cheol aah ah mgh oh sí.

Los gemidos se volvieron más lascivos y eróticos, lo que hizo que Seungcheol aumentara todavía más el ritmo hasta el punto en el que Jihoon se corrió, humedeciendo sus abdómenes y haciéndolo arquear la espalda y retorcerse del placer, sobre todo porque el pelinegro no dejó de embestirlo con esa fuerza. Jihoon apretaba tan bien su pene, que fue cuestión de unas cuantas embestidas más para correrse en su interior y dejar todo su semen en el interior, gimiendo el nombre de Jihoon tan sonoramente como podía, pero siendo un gemido ronco y grave.

[♥]

Mi niñero Seungcheol [JiCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora