XII - {Ghost of you}

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Conway tecleaba rápidamente en su computadora, mientras que Gustabo, del otro lado del escritorio, revisaba documentos con información importante y fotos de posibles sospechosos. La pareja no había descansado en lo absoluto desde la desaparición de Auron, querían encontrarlo fuera como fuera y para ello, trabajaban en el caso incluso desde su hogar.

— ¿Superintendente, inspector Fred? — Volkov dio leves golpecitos a la puerta del despacho antes de abrirla y asomar la cabeza. — Creo que les interesaría un posible testigo. Aunque éste tiene ciertas condiciones. — Entró al lugar, seguido por dos personas más.

— ¿Qué tipo de condiciones? — Preguntó el de cabello oscuro sin despegar la vista de la pantalla.

— Que le den protección. — Habló Momon, llamando la atención del superior del lugar, quien no había notado su presencia.

— ¿Acaso es uno de ustedes? — Volvió a cuestionar el mayor de todos con una ceja alzada.

— No, no en realidad... — Perxita rascaba su cabeza nervioso, no estaba seguro de lo que haría aquella persona, ni siquiera sabía por qué habían aceptado el ayudarlo.

— De cualquier forma, el inspector Dan está con él en la sala de interrogaciones. — Volvió a decir el ruso.

— Sí, el inspector dijo que lo mejor era tomar su testimonio de inmediato antes de que se arrepienta. — Añadió el pelirrojo. Él mismo había llamado a su padre antes de llegar, por lo que Horacio ya estaba preparado cuando pusieron un pie en comisaría.

— Vale, entonces vamos a ver qué tiene que decir el supuesto testigo, últimamente los que llegan no nos dan nada. — Conway se puso de pie, seguido de Gustabo, para luego ambos salir rumbo al lugar indicado.

— Papá, ¿Perxita y yo nos podemos quedar? — Le susurró Momon al comisario una vez que los otros dos desaparecieron de su rango visual.

— Por supuesto, nos quedaremos en la otra sala junto a Horacio. — Les dedicó aquella sonrisa que solo tenía para ellos, su familia.

Sí, familia. Los casos como el de esos cuatro individuos eran bastante raros, pero existían.

Comencemos por Volkov, el hijo mayor de una de las familias más adineradas de Rusia. Sus padres nunca estuvieron de acuerdo con el hecho de que él fuera el único de sus herederos que no estuviese casado, por lo que, a la edad de veinticuatro años lo comprometieron con su mejor amiga mediante un arreglo de ambas familias.

Ninguno de los jóvenes puso objeción, debido al respeto que siempre se les enseñó a tener por sus progenitores y las decisiones que éstos tomaran, por lo que se casaron pocos meses después. Su relación no cambió mucho, ambos se llevaban muy bien, razón por la que su matrimonio arreglado era más llevadero. Pasado un tiempo, sus familias comenzaron a presionarlos para que tuviesen cachorros, algo que nuevamente la pareja aceptó. Lograron que un ser vivo comenzara a formarse en el vientre de la mujer... Mas aquello costó la vida de ella.

Un precioso niño nació, al cual llamaron Momon, en memoria del apodo por el que su madre solía llamarlo. Si bien, Volkov nunca quiso marcar a su esposa, ya que la respetaba y esperaba que encontrara a su predestinado, aún así su muerte lo lastimó demasiado, lo cual lo impulsó a tomar la decisión de irse del país junto a su hijo, queriendo empezar de nuevo.

Llegó a Los Santos, Estados Unidos, donde se unió al CNP, subiendo rápidamente de rango gracias a su profesionalismo. Un día, estando en un atraco a una licorería, conoció a Horacio, quien era uno de los rehenes dentro del lugar. El ruso pensó que no le podía quitar los ojos de encima debido a su llamativa cresta, mas esa idea cambió cuando el Omega salió y se desmayó al momento del cacheo. El de cabello claro solo tuvo un ligero mareo, pero de todas formas acompañó al otro hombre para que fuera atendido en el hospital, su Alfa lo obligaba a ir para saber que estaba bien.

Karmaland's Maid Cafe // RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora