XXIV - {Two of Us}

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Ciertamente a Auron le encanta estar otra vez en su antigua casa, estaba feliz de por fin haber regresado; sin embargo, no podía evitar el sentir un dolor en el pecho cada vez que veía las fotografías de su madre, ya fuese en cuadros colgando de las paredes o en pequeños marcos posicionados sobre algunos muebles. La extrañaba demasiado.

Debido a eso, y teniendo en cuenta que debía volver a Karmaland dentro de poco, le pidió a su padre que lo llevara al cementerio para visitar la tumba de la que seguía siendo la mujer más importante de su vida. El hombre mayor aceptó gustoso y esa misma tarde los tres fueron hasta dicho lugar.

Reborn solo había pisado un cementerio una única vez en todos sus años, y ni siquiera porque hubiera ido a visitar a alguien que conociese en su día, no, sino que fue por acompañar a sus padres, a las tumbas de sus compañeros caídos. No obstante, en esa ocasión Conway le había explicado que la muerte se respeta, que es algo que no se debe tomar a la ligera, que el dolor ajeno nunca es menor al propio, y que si acompañas a alguien a ese lugar, debes respetar que llore, grite o haga minutos de silencio, pues es su forma de enfrentar un sentimiento que a veces supera a la razón.

Gracias a eso sabía cómo comportarse, sabía lo que significaba poner los pies en ese sitio.

Una vez los tres estuvieron en la entrada del cementerio, tanto Auron como su padre se quedaron de pie en sus lugares, por lo que Reborn los imitó sin saber bien qué más hacer. Del mismo modo, cuando entraron los siguió durante todo el recorrido; ciertamente era un lugar tranquilo y agradable, mas eso era debido a que todos mantenían el mismo nivel de respeto que ellos, ya fuesen conocidos o no. Si lo pensaba bien, el cementerio era de los pocos lugares que las personas respetaban, sin hacer escándalos, sin peleas o discusiones, solo hablando despacio y caminando con una parsimonia que al salir, cuando volvías a la realidad, hasta extrañabas.

Se detuvieron en una zona preciosa, con césped bien cuidado por doquier, siendo adornado en diferentes zonas con los coloridos adornos y/o flores que varias personas ponían en las tumbas. Era un contraste interesante si se trataba de un cementerio.

Se quedó de pie al lado del padre del Omega, mientras que este último daba un par de pasos hacia adelante y se agachaba, dejando un bello ramo de rosas rojas frente a la lápida de su madre.

— Hola... — Saludó en un susurro triste el menor. — Lamento no haber venido antes, pero supongo que ya sabrás las razones, ¿no? — Se quedó en silencio por unos segundos. — También... También ya debes saber que tengo familia; Reb y yo tenemos un lindo cachorro llamado Axozer. Estoy seguro de que si estuvieras aquí él te hubiese adorado tanto como todos... — Las lágrimas llegaron, al igual que el ardor casi doloroso en su garganta y la sensación de que esta se cerraba. — Te extraño mucho, todos los días pienso en ti y en si estarías orgullosa o no de mí... A veces necesito algún consejo de esos que a ti tan naturalmente te nacían, o alguna de tus sonrisas que parecía que mejoraban el mundo... — No pudo controlar los sollozos, los jadeos, ni tampoco los espasmos involuntarios. — Y otras veces solo te necesito conmigo... Pero recuerdo que ya no estás. Solo espero que sigas aquí, a mi lado, acompañándome en cada decisión que tome. — Suspiró para intentar calmar el mar de sentimientos que era. — Te amo mucho, mamá. Prometo volver, y para la próxima hasta traeré a Axo para que lo conozcas. — Sonrió con tristeza.

— De momento, creo que únicamente debo presentarme yo. — Reborn se posicionó al lado del Omega, también agachándose, apoyando una de sus rodillas en el césped. — Ya debe saber que soy la pareja predestinada de Auron, también todo lo que hemos vivido y lo que siento por él. — Sentía la mirada del menor sobre su rostro, mas no quería voltear a verlo o perdería la valentía que tenía en ese instante. — Por eso quería decirle que prometo cuidar bien de su hijo; lo amaré hasta el final, lo consentiré y ayudaré a salir adelante cada vez que caiga. También prometo hacer que muestro cachorro crezca con las enseñanzas que los padres de ambos nos inculcaron, además de las nuestras propias, claro. —Se rio. — Pero lo más importante... — Era ahora o nunca. — Es que espero que me de su bendición para casarme con Auron; no hoy ni mañana, pero me gustaría hacerlo mi esposo tarde o temprano, cuando ambos estemos listos. Si bien en un pasado no veía el matrimonio como algo que quisiera hacer, hoy es distinto, y es por eso que quiero demostrarle que estoy tan seguro de lo que siento por él, que no me molestaría una boda... De hecho, me haría muy feliz. Aunque claro, todo esto solo si él así lo quiere, pues por mi parte me encantaría verlo llegar al altar, luciendo tan hermoso como siempre y que me acepte para toda su vida... Es que yo ya lo acepté en la mía y por eso estoy tan seguro de esta decisión, porque sé que si nos casamos, no habrá ningún divorcio, ya que esto va a durar para siempre, ¿y quién sabe? Si existen más vidas además de esta, las quiero pasar todas a su lado. — Ahora sí giró la cabeza, solo para encontrar a su pareja aún llorando y manteniendo un puchero en sus labios.

— Que hijo de puta. — Intentó secar sus lágrimas, mas estas seguían saliendo.

— ¡Eh! Un respeto, que estamos frente a tus padres. — Se rio. — Entonces, ¿qué dices?

— ¡¿Pero cómo que qué digo?! ¡Claro que acepto! — Sin poder evitarlo, Auron se abalanzó sobre él para abrazarlo y poder llorar a gusto en su pecho, un lugar donde siempre se sentía aliviado y a salvo. Reborn lo sabía y por ello siempre que se encontraban en esa posición, lo abrazaba con fuerza para hacerle saber que ahí estaría pase lo que pase.

El hombre mayor los veía con una sonrisa conmovida en el rostro, agradeciendo de forma silenciosa a su esposa por darle un hijo tan maravilloso y, a su vez, darle a éste un hombre que lo quisiera tanto.

No había duda, su regalo tenía que ser para esa relación.


Karmaland's Maid Cafe // RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora