III - {Enchanted}

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¿Segundos? ¿Minutos? ¿Horas?

Ninguno era consciente del tiempo en ese momento, solo sabían que algo había sucedido entre ambos.

— Hola. — Auron se abofeteó mentalmente tras decir aquello, pues había sonado tan tímido, algo poco común en él.

— Hola. — Reborn sintió las mismas ganas de golpearse, y es que no acostumbraba hablar de forma tan calmada.

— ¿Trabajas aquí? No te había visto antes. — El mismo tono de voz, mas ya le daba igual.

— Sí, soy guardia de seguridad, llegué hace dos semanas.

— Ya veo. Soy Auron. — Se presentó sin más, necesitaba adelantar las cosas para saber el nombre de ese apuesto chico.

— ¿Auron? — Parpadeó un par de veces, volviendo a ser consciente de todo a su alrededor, pensando que quizás, de haber sabido que la persona que buscaba era el pequeño que aún estaba en el banquillo, habría hecho un esfuerzo mucho mayor por conocerlo antes. — Soy Reborn. — Estiró su mano, esperando a que el contrario la tomara.

El del mechón rubio no se hizo esperar, se puso de pie, dejando caer la sudadera al piso y tomó la mano del que le ganaba por varios centímetros de altura.

En ese instante, todo se volvió negro para el Omega.

En ese instante, el Alfa sintió una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo, acompañada por unas pocas feromonas que dejó escapar de forma instantánea y sin su consentimiento. Finalmente, vio el cuerpo del otro caer desmayado.

En un principio tardó en reaccionar, puesto que aún no asimilaba todo lo que sucedía, pero debía ayudar al pobre castaño claro caído. Recordó que su jefe le había dicho que cualquier problema que hubiese se le debía informar de inmediato, mas no podía salir con el cuerpo inconsciente de un Omega para llegar a la oficina de ese hombre que se ubicaba casi al inicio de la cafetería.

Sacó su teléfono celular de su bolsillo y buscó entre sus contactos al dueño del lugar, esperando impaciente a que le contestara mientras se arrodillaba, sosteniendo entre el hombro y la mejilla el aparato para poder ayudar al de pelo en punta, poniendo su cabeza sobre la sudadera que usó a modo de almohada.

— ¿Hol...?

— ¡Auron se desmayó! — Interrumpió de inmediato. — ¡Estamos en los vestidores de Omegas! — Lo siguiente que escuchó fue el tono de marcar, indicándole que habían finalizado la llamada del otro lado de la línea.

A los pocos minutos apareció un alterado Beta por la puerta.

— ¡¿Cómo pasó esto?! — Preguntó, arrodilladose para inspeccionar el cuerpo inconsciente.

— No lo sé, primero lo atacó un bicho de mierda, él gritó y yo entré aquí pensando que el responsable era un loco, pero al final no sucedía nada grave. El problema fue cuando nos presentamos y nos dimos la mano... Simplemente cayó al piso y... Y no sé, tío.

— ¿Lo tocaste? — Se tensó, mirando al Alfa y pensando lo "peor".

— Correcto. — Respondió aún confundido, pero sincero.

— Joder, Reborn. — Posó su mano sobre su propia cabeza, mostrando una mueca de preocupación.

— ¡Que no le hice nada, joder! — Se alteró, pensando que el otro insinuaba algo terrible.

— ¡Ese es el problema, cabrón! — Aclaró, igualmente alzando la voz. — No es normal que estas cosas pasen, me sorprende que no lo sepas. — Tomó al Omega entre sus brazos al estilo princesa. — Lo llevaré a su casa, pero quiero que tú te quedes muy atento a cualquier llamada que yo te pueda hacer... Si es lo que pienso, te va a necesitar. — Sin decir más, se fue. Saldría por la puerta trasera, así nadie haría preguntas.

Karmaland's Maid Cafe // RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora