II - {One way or another}

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Cinco horas de trabajo y aún no sucedía nada interesante.

El día marchaba lento, pero debía admitir que su nuevo empleo le gustaba de cierta forma. Había sido contratado hace dos semanas y ambas las había pasado en la puerta del lugar.

Ser guardia de seguridad en "Karmaland's maid cafe" era trabajo fácil, simplemente debías cuidar que nadie se pasara de listo con ningún empleado, especialmente con los Omegas, recibir los regalos que los pervertidos que buscaban una oportunidad les dejaban a éstos, sacar a los que no respetaban las reglas de la cafetería y por último, debías mantenerte serio durante todo tu turno. No era trabajo difícil, al menos para él.

Desde el primer día tuvo mucho que hacer, pues siempre se presentaba el típico "capullo", como él los llamaba, que pensaba que el café era un prostíbulo. Y aunque lo fuera, de todas formas veía con malos ojos a los que vivían en el siglo pasado y pensaban que los Omegas solo servían para follar y tener cachorros. Daban asco.

— Antes de irme, ¿le podría dar esto a Auron? Dígale que es un regalo de Sam, por favor. — Un hombre un tanto mayor le extendía una caja de bombones a Reborn, quien simplemente la tomó antes de decirle un seco "adiós" al sujeto. — Muchas gracias. — Sonrió para después marcharse.

El joven castaño se quedó observando el objeto en sus manos, pensando que siempre le daban regalos para ese tal Auron. ¿Qué se supone que tenía de especial?

Claro, todos tienen algo que los hace únicos, pero ese chico... ¿Qué había en él? Quería saberlo, sentía la fuerte necesidad de conocerlo desde hace varios días, pues además de lo ya mencionado, había algo que lo llamaba hacia aquella persona.

Seguramente pura curiosidad.

— Algún día lo conocerás. — Se burló con una sonrisa el otro Alfa que también era guardia, posicionado al costado contrario del marco de la amplia puerta de entrada. Había notado el extraño comportamiento de su compañero cada vez que le entregaban un regalo para "ese" Omega en particular.

— Es que llevo dos putas semanas aquí, recibiendo sus putos regalos, y aún no puedo saber quién coño es, tío. — Espetó.

— Pues es normal que no lo hayas visto, supongo, sus horarios son diferentes; él llega antes que tú y por lo general los Omegas salen por la puerta trasera para evitar encontrarse con los Alfas que los esperan a unas calles de aquí. Pero de todas formas es extraño, durante el día deberías haberlo visto, aunque fuera una vez por los ventanales. — Decía Dess con sus brazos cruzados, mirando al castaño. — Quizás lo verás cuando menos lo esperes, el destino a veces es caprichoso. — Sonrió amable.

Reborn no respondió, solo se limitó a lanzar la caja al tacho de basura que se hallaba a pocos metros de él, para después vovler a su lugar, también cruzando los brazos y poniendo cara de pocos amigos, escuchado las quejas de su compañero por no haberle dado los chocolates a él.

Cuando llegó su hora de almuerzo, decidió estar a solas, puesto que algo dentro de él se lo pedía. No acostumbraba comer mucho, así que sólo se limitó a comprar una lata de Red Bull, para después sentarse en un banquillo del parque ubicado cerca de la cafetería.

Se puso a pensar en el por qué había decidido trabajar allí, y es que ni él mismo lo entendía. Tenía más y mejores opciones laborales gracias a los varios contactos de su padre por la ciudad, los cuales pagaban mucho más, pero... Un día, cuando se dirigía a uno de esos lugares, pasó por afuera de aquél café y simplemente algo lo empujó a entrar y pedir el empleo que pudo ver que se necesitaba gracias a un lindo cartel colgado en uno de los grandes ventanales de la entrada.

Fue un presentimiento, nada más. Jamás los tenía, siempre actuaba pensando detenidamente las cosas, mas por alguna razón quiso hacerle caso a ese "algo", al menos por una vez.

Karmaland's Maid Cafe // RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora