TERMINADA
-Liam Harrison- Había dicho ese hombre en un hilo de voz suave y relajado.
Escucharlo me dejó estática, había reconocido su voz en el fondo de mi interior, más no podía encontrar un rostro conocido, era extraño lo que sentía. Me erguí y le...
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(17/06/2016)
OCHO MESES ANTES
La semana más estresante del parcial finalmente había cesado, el estrés, aunque aún estaba presente, comenzaba a disminuir gradualmente desde que presente el último examen hace un par de horas. Mi único plan el viernes por la tarde era llegar a mi dulce hogar en el bloque de apartamentos cerca del campus. El cielo estaba —como la mayor parte del tiempo— encapotado de nubes grises, la lluvia comenzaba a caer cada vez más fuerte, mientras manejaba por las enormes calles de londres con el único objetivo de llegar al minimarket y comprar unas cuantas botanas para pasar la tarde mirando películas.
Cuando bajé del auto, me apresuré a llegar al interior de la tienda, comencé a a tomar lo que necesitaba y, minutos más tarde, pagué. Para cuándo había dejado las cosas en la parte del copiloto, un par de mensajes hizo que mi celular replicara. Subí al auto y antes de prender el motor, leí al emisor de los mensajes.
Jorel: Me has dejado con ganas de más, muñequita traviesa
Jorel: ¿Podríamos vernos hoy? Tengo tiempo libre y hace mucho que no nos vemos, Muñequita.
El calor subió hasta mis mejillas y estaba completamente segura de que me había puesto tan roja como un tómate.
Respondí a su mensaje con un “claro, te estaré esperando en el depa” le di enviar y, una parte de mí se sentía nerviosa. Desde que Jorel y yo habíamos comenzado a mandarnos fotitos en poca ropa la tensión sexual comenzaba a ser más fuerte entre los dos cada vez que nos veíamos por los pasillos de la facultad o en el bochornoso receso en la cafetería de la universidad.
Tras llegar al edificio, subí por el ascensor y bajé en el piso 10. Ya dentro del apartamento, dejé la bolsa de las compras en la isla y corrí a la habitación para comenzar a arreglar la maraña desastrosa que era toda mi persona. Por alguna razón inexplicable, buscaba siempre verme perfecta a ojos de Jorel, como si quisiera gustarle, como si él me gustara a mí, pero que absurda tontería, él y yo solo éramos mejores amigos.
El ensordecedor timbre del departamento se hizo escuchar minutos después, corrí a abrir la puerta como si tardar un par de segundos más hiciera que él se fuera antes de poder abrirle. Sus ojos fue lo primero que miré, vaya mirada hinoptizante que tenía, vaya cara angelical y de modelo que lo caracterizaba a la perfección.
—Hola— Dije con una sonrisa amigable en los labios. —Has llegado muy pronto, que sorpresa.
—Estaba cerca del edificio— Respondió, mientras sacaba el impermeable de su cuerpo.
Estaba jodida.
Tragué saliva e intenté dejar de escrutar cada parte de su cuerpo, para evitar incomodar el momento entre los dos.
De pronto, él mismo se acercó a mí con la intención de darme un beso en la mejilla de saludo.
Cómo lo supuse en mi interior, me había sonrojado tanto que él lo notó y dibujó una sonrisa arrogante y juguetona al mismo tiempo, mientras me observaba con mucha curiosidad.
