✓Capítulo 40: Pasados rotos✓

80 11 0
                                    

LIAM HARRISON

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LIAM HARRISON.

Sabía que mi mirada era como una hoja afilada que cortaba a través de sus ojos, mientras una sonrisa de satisfacción y orgullo se extendía en mis labios. Estaba seguro de que conseguiría lo que quería. Mis planes estaban avanzando por el camino correcto y, cuando llegara el momento de ponerlos en acción, ella sería mía. Obtendría su amor, su compañía... recuperaría lo que me habían arrebatado, y todo sin necesidad de mover un solo dedo. Todo lo que necesitaba era mi voz de mando y aprovechar los errores del hombre que tenía frente a mí.

Tenía demasiadas cosas a mi favor. En primer lugar, mis planes contra mi padre estaban progresando mejor de lo que había imaginado. Cada pieza del rompecabezas se estaba encajando a la perfección, y pronto llegaría el momento de dar el golpe final. Mónica, por su parte, seguía escarbando en mi pasado, investigando todo lo relacionado conmigo para resolver su caso. Sin embargo, aunque ella creía que me tenía en sus manos, yo ya la había dominado. Había tejido una red de mentiras y manipulaciones que la mantenían ocupada mientras yo avanzaba hacia mi objetivo.

Apoyé mis codos sobre la mesa del privado y entrelacé mis dedos con calma, disfrutando del juego que estábamos jugando. La sonrisa aún persistía en mi rostro, esperando la negativa que sabía que daría, una negativa de la que eventualmente se retractaría. Me sentía invencible, seguro de que nada ni nadie podría detenerme.

—El tiempo es oro, así que responde pronto— Le recordé. El castaño mantenía sus ojos en los míos, pese a lo pesada que era mi mirada, parecía no intimidarse.

El problema con él, era que aún no comprendía con quien hablaba, no obstante, yo se lo haría ver.

—Podré ser cualquier cosa, pero no soy un asesino— Increpó.

—No, no lo eres, pero lo serás si no quieres que tus trapos sucios salgan a la luz— Fui sutil, con voz serena, tan tranquila que podría compararse con la de un asesino en serie, de esos psicópatas que les hablan a sus víctimas como un juego más. —Y aunque irás a la cárcel por tu crimen, es preferible eso a que Layla sepa que la has estado vigilando y dándole reportes de su existencia a Drew... y sí, si me llegó a enterar que le mencionaste algo a él, prometo que de mí nadie te salvará.

Me levanté del asiento, acomodé mi chaqueta y terminé otro shot de la mesa. Pasado el trago, me acerqué al lado de él y lo tomé por las solapas de su abrigo.

—Y si huyes de mí, ten por seguro que encontraré tus huellas y te destruiré sin importar cuanto implores por piedad— No advertí, le amenacé. Solté las solapas y acomodé estás en un gesto falso. —Créeme, ir a prisión es mejor que morir por Liam Harrison.

Salí del club con la cabeza en alto, envuelto en el resplandor de las luces de neón y el ritmo atronador de la música que aún retumbaba en mis oídos. El lugar lucía atractivo, seductor, como si estuviera impregnado de una energía magnética que atraía a todos los que se aventuraban por sus puertas. Era el tipo de sitio al que la gente acudía en busca de diversión, de una noche de pasión desenfrenada con alguna de las muchas bailarinas que se movían con gracia y sensualidad en la pista de baile.

Sweet Agony (+21) (Broken Heart I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora