LIAM HARRISON.El invierno se apoderaba de la ciudad, forrando a todos con abrigos grandes y gruesos, aprovechando el ferviente frio para degustar uno de esos chocolates que solían vender en cada esquina de cada colonia. La nieve se disponía a tapar las entradas de los edificios y casas que había alrededor y los jardineros o a veces niños desolados y sin hogar limpiaban las entradas solo para recibir un poco de dinero para comer. A través de la enorme ventana de mi departamento observaba a un niño remover la nieve, desde aquella altura podía divisar su abrigo desprolijo y poco cálido.
Me imaginé a mi madre, y ¡Oh sorpresa! Algo en mí se removió al recordarla, pues ella solía hacer campañas de caridad para ese tipo de niños y vagos y, sobre todo, le gustaba ayudarlos cada que los miraba en algún rincón de alguna u otra calle de New York. Por ella, mi personalidad déspota e impórtame poco se compadeció del niño y me hizo llamar a la mujer del servicio para que me hiciera el favor de llevarlo a comprar un abrigo y un poco de comida, nadie merecía padecer de hambre y frio en víspera de navidad.
Dicho y hecho, la mujer se retiró, pero antes me dio el aviso de que alguien me esperaba en el salón principal.
—Señor...— Escuché esa peculiar voz temblorosa que me hizo dar media vuelta y encontrar al hombre de baja estatura y traje vintage. Lo que tampoco pude pasar desapercibido fue el hecho de que en sus manos llevaba un sobre tamaño carta en color amarillo. —El detective que contrató co-consiguió esto...
Le arranqué el sobre a Will con una urgencia que apenas pude contener, ansioso por desvelar su contenido. Con manos temblorosas, rompí el sello y extraje la primera fotografía, dejando que mis ojos se perdieran en sus detalles. La imagen mostraba una majestuosa mansión iluminada por la luz plateada de la luna, rodeada de exuberantes arbustos que formaban un sendero hasta la imponente puerta principal. ¡Qué casa tan extraordinaria! Era una verdadera obra maestra, con sus ventanales que se extendían desde el techo hasta el suelo, y ese sutil toque minimalista que le confería un aire fresco y atractivo.
Al voltear la foto en búsqueda de más pistas, confirmé mis sospechas al descubrir la dirección escrita en el reverso:
Hempstead Heath Street
Una sonrisa se dibujó instintivamente en mis labios al reconocer la dirección, aunque mi corazón latía con una mezcla de emociones encontradas.
Continué examinando las siguientes fotografías que acompañaban a la primera, y en ambas aparecía ella. En una de ellas, salía del hospital y se subía a un automóvil junto a su madre, una imagen reconfortante que pronto sería eclipsada por la siguiente fotografía.
Fue como un puñetazo en el estómago. Ella estaba allí, en el mismo jardín de aquella casa, pero no estaba sola. Un hombre la rodeaba con un brazo, sus labios encontraban los suyos en un beso apasionado. Apreté la foto con furia, sintiendo cómo el dolor se apoderaba de mi pecho al comprender que la había perdido de verdad. ¿Cómo era posible?
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Sweet Agony (+21) (Broken Heart I)
Literatura KobiecaTERMINADA -Liam Harrison- Había dicho ese hombre en un hilo de voz suave y relajado. Escucharlo me dejó estática, había reconocido su voz en el fondo de mi interior, más no podía encontrar un rostro conocido, era extraño lo que sentía. Me erguí y le...