✓Capítulo 22: No más aventuras, no más distracciones✓

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Y por aferrarte, podrías olvidar que amar es dejar ir al prójimo, con tal de no hacerle daño

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Y por aferrarte, podrías olvidar que amar es dejar ir al prójimo, con tal de no hacerle daño.

—Liss.GZ

LIAM HARRISON.

Tulipanes.

Aquellas flores eran sus preferidas, no lo sabía porque ella me lo haya dicho antes, en realidad, Layla nunca compartía detalles de ese tipo conmigo, pero era fácil saber que le gustaban en demasía cuando su departamento estaba repleto de estas, y bueno, Kelyan había mandado un arreglo de tulipanes para ella el día después del atentado que mandó a ejecutar Luzbel en su contra, y en la nota que traía decía que eran sus preferidas; así que ahí estaba con un enorme ramo "sutil" de flores que comúnmente usaría una novia para adornar su ramo el día de su boda.

Parado frente a la puerta de madera, contemplé a través de la pequeña ventana a Layla recostada en la cama. Esperaba verla con los ojos abiertos, aguardando como si de repente pudiera despertar de su letargo, pero las palabras del médico resonaban en mi mente, recordándome la incertidumbre que rodeaba su estado. No había promesas de un despertar pronto, ni siquiera sugerencias de esperanza a corto plazo.

Con un suspiro cargado de pesar, crucé el umbral de la habitación y me acerqué a la cama, depositando con delicadeza el ramo de flores en el mueble cercano. Layla yacía allí, postrada e inerte, una imagen que me recordaba constantemente mi culpa en todo esto. Cada gesto, cada palabra, parecía llevar mi sello de culpabilidad, y sin embargo, no podía alejarme de ella, no tenía la voluntad de hacerlo.

Me aproximé aún más, dejando que mis dedos trazaran líneas imaginarias sobre su piel, ofreciendo caricias que sabía que no sentiría. Inclinándome sobre ella, deposité un beso casto en su frente, un gesto de afecto que quizás nunca recordaría, pero que para mí era una declaración silenciosa de amor y arrepentimiento.

Layla había logrado desenterrar partes de mí mismo que creía enterradas bajo capas de sombras y secretos. Su presencia había iluminado rincones oscuros de mi corazón, revelando facetas de mí mismo que ni siquiera yo conocía. En ella encontré una fuerza y una ternura que me sorprendieron, una conexión que trascendía las barreras del tiempo y el espacio.

Si pudiera resumir en dos palabras lo que Layla significaba para mí, no tendría que pensarlo dos veces. Era mi reina, mi chica de oro, mi todo. Aunque sé lo improbable que parece para los demás, para mí era una verdad innegable. Layla había logrado lo que ninguna otra persona había hecho en casi doce años: doblegarme, rendirme a sus pies. Y aunque me costara admitirlo, me sentía agradecido por ello. Era la mujer que nunca pensé encontrar, pero que secretamente siempre había deseado.

Ya había pasado más de tres semanas y Layla no parecía reaccionar a los tratamientos, aún seguía necesitando de una máquina para respirar y nada parecía mejorar.

Sweet Agony (+21) (Broken Heart I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora