✓Capítulo 32: El infierno de Liam Harrison.✓

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15/01/2018

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15/01/2018

LAYLA EVEER.

Ver el anillo en mi dedo anular era como contemplar un sueño hecho realidad, una quimera imposible que se materializaba ante mis ojos. La magnificencia de aquel diamante, tan grande y resplandeciente, me dejaba sin aliento, bloqueando cualquier otro pensamiento en mi mente. Durante toda mi vida, había sentido una fascinación por las piedras preciosas, pero nunca me habría imaginado que llevaría una rareza casi única en el mundo entero en mi mano.

El diamante, de nueve quilates, relucía con un brillo deslumbrante que parecía iluminar incluso la habitación más oscura. Cada faceta parecía capturar la luz y reflejarla de una manera hipnotizante, como si contuviera en su interior todo el resplandor del universo. Era evidente que aquel anillo debió haber costado una fortuna, pero más allá de su valor monetario, lo que realmente lo hacía especial era el significado que tenía para mí.

Levanté la mirada hacia él, el brillo en los ojos de Aarón era indiscutible, una mezcla de emociones que compartía.

—¿De verdad me amas?— Pesquisé, mi voz temblorosa por la carga que estoy significaba.

—Si no fuese así, jamás te hubiera traído a Italia para pedirte matrimonio, Layla— Confesó con sinceridad. —Te volviste mi talón de Aquiles, bonita.

Parecía todo un sueño, tan perfecto y surrealista que el simple pensamiento de que pudiera ser falso me envolvía en un escalofrío desagradable. La idea de que todo aquello pudiera desvanecerse como el humo entre mis dedos era aterradora, pero al mismo tiempo, me impulsaba a buscar una confirmación tangible de que era más que una ilusión pasajera.

Por eso, sin vacilar, le pedí a Aarón que me besara de nuevo, como si ese gesto pudiera sellar la realidad de lo que estábamos viviendo. Y él lo hizo, con una pasión ardiente y sincera que me inundó de calor y certeza. En aquel beso encontré la respuesta que buscaba, la prueba palpable de que todo aquello era verdadero y que nuestro amor era tan real como el latido de mi corazón.

En aquel momento, toda duda se desvaneció y la alegría llenó cada fibra de mi ser. Nunca pensé que volvería a sentirme tan feliz, pero allí estaba, radiante y luminosa, reflejada en mis ojos y en mi sonrisa. Era como si un pedazo de cielo se hubiera abierto sobre nosotros, iluminando nuestro camino con una luz cálida y reconfortante.

—Ahora entiendo porque estabas tan extraño últimamente.— Dije, recordando esas ocasiones en que lo miraba escabullirse por ahí, como si escondiera algo. —Y luego todo esto....

Observé a mi alrededor y me encontré inmersa en un espacio verde, un remanso de tranquilidad adornado con flores que danzaban al compás de la brisa. Era un lugar solitario, pero en ese momento, se sentía como si el mundo entero estuviera a nuestro alcance, como si fuéramos los únicos habitantes de aquel rincón del universo.

Sweet Agony (+21) (Broken Heart I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora