45. EPÍLOGO

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LAYLA EVEER

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LAYLA EVEER.

Un grito desgarrador se me escapó mientras caía de rodillas sobre el pasto junto a Aarón. La ilusión de un futuro prometedor y lleno de felicidad me cegó completamente y me hizo creer que podía tener todo eso y que no habría nada ni nadie que pudiera arrebatarme esa dicha, pero me equivoqué. No fui creada para ser privilegiada y mimada con felicidad, fui creada para vivir en la desgracia, para nadar en medio de un abismo sin fondo y sin nada más que mi propia agonía lacerante.

Cuando la miré con el arma, cuando ella disparó esa bala me sentí desahuciada, confundida y traicionada. Le había dado toda mi confianza, creía en su honestidad cada vez que me decía que me apreciaba, pero sin duda, no sabía que detrás de esa máscara amigable y linda se escondía una mujer capaz de quitarmelo todo en un abrir y cerrar de ojos, pero ¿Por qué? ¿Qué le había hecho yo para que me arrebatara esto de la noche a la mañana?

Mientras lloraba y trataba de asimilar lo que acaba de ocurrir, envolví el cuerpo de él entre mis brazos, acercándolo a mi pecho sin importar arruinar mi hermoso vestido de princesa. Lo estruje y me aferré a él con el dolor en el pecho, con esa angustia tormentosa apoderándose de todo mi ser. Sus ojos me miraban apenas con fuerzaz para mantenerla fija sobre mis ojos, sus manos me acariciaban el brazo y lo escuchaba balbucear varias cosas, como si intentara decirme algo, como si estuviera aferrándose a la vida.

—Te amo— Dijo, su voz se fue apagando lentamente tras decirlo.

Esa frase de tan solo cinco letras me hizo temblar. Pero sus ojos cerrándose me deliraron, sacudí su cuerpo, le supliqué se quedará conmigo, que aguantara; le dije que la ambulancia no tardaría, sin embargo, así como la vida me trajo a Aarón, ahora me lo arrebataban, me quitaban la esperanza de tener ese futuro que tanto habíamos anhelado tener juntos.

—Por favor, aguanta más...— Supliqué nuevamente, estrechando su cuerpo con el mío y apegando mi frente a la suya. —Quédate conmigo, no me dejes sola...

No reaccionaba, no parpadeaba, ni mucho menos esbozaba sus lindas sonrisas; no sabía si lo había perdido para siempre o si acaso habría alguna posibilidad de que pudiera volver a verlo abrir sus ojos, para poder escucharlo decirme "bonita". Sin embargo, esas probabilidades parecían ser nulas al ver su estado. Se había desangrado y no había nadie que se acomediera a ayudarme, solo estaban ahí, quizás paralizados, pero únicamente mirando como suplicaba a algún dios y me aferraba a él como si así pudiese tener la habilidad de devolverle las fuerzas para sobrevivir.

Solo unos segundos después, alguien tocó mi hombro, llamando mi atención. Alcé el rostro en su dirección y lo capté. Era él, el hombre del que creí haberme liberado aquella noche en ese auto, sin embargo, debí de haberle hecho caso a mi subconsciente y mantenerme alerta, pues fui tan incrédula al pensar que de verdad me dejaría libre.

Sweet Agony (+21) (Broken Heart I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora