(03/02/2017)
Layla Eveer.
Si había algo que me fascinaba desde la adolescencia, sencillamente diría que ver películas de drama y nostálgicas. Era entretenido ver a los protagonistas sumirse en sus propios pensamientos mientras vagan en calles transitadas, pero como si solo existieran ellos ahí, en ese preciso instante. Y, por si fuera poco, aparte de deshacerse en llanto, el poder del guion era tan poderoso que lograba hacer que el clima se relacionara con su estado emocional. Toda mi vida, o por lo menos gran parte de ella, creí que eso solo pasaba en las películas y series y que era imposible que sucediera en la vida real, hasta que la primera gota cayó del cielo y luego le siguieron las demás, convirtiéndose en una lluvia torrencial cayendo sobre mí, ocultando las lágrimas que había estado derramando.
He perdido la cuenta de las veces que me pedí dejar de llorar por todo y empezar a enfrentarme con la cara en alto a la vida, a pesar de lo difícil que esta se ponga, o que el pasado interfiera una y otra vez en mi presente, pero mientras más lo intentaba, el mundo se ensañaba conmigo y me pisoteaba una y otra vez.
Ver a mi padre marcharse y dejarme sola fue un golpe tan duro al que no supe cómo enfrentarme.
¡Por dios! ¿Cómo debería sobrellevar algo como tal una niña de apenas 10 años? ¿Cómo?
Ni siquiera la vida me había preparado para enfrentarme a una madre decepcionada, misma que se había negado a verme a la cara tras enterarse del video porno que difundió Jorel, después de haberle entregado mi confianza e integridad. No tenía a nadie, por lo menos no en cuanto a familiares se refiera, porque ni siquiera mi hermano fue capaz de defenderme y creer en mis palabras; así que solo me quedaban Konny y Call, pero me costaba demasiado confiar, a pesar de lo bien que se habían portado conmigo.
En ese preciso instante, mientras vagaba por las calles de Londres, las penas se manifestaban como un huracán de angustia, arrastrándome hacia un al mismo abismo emocional del que tanto he deseado escapar.
De pronto, un peso aplastante se posó en mi pecho, dificultándome la respiración, como si la mismísima sombra de la muerte se cerniera sobre mí. Era una sensación de asfixia, un duelo con la existencia que se desplegaba ante mis ojos.
La desesperación me llevó a recargarme a una pared húmeda a causa de la reciente lluvia. Me deslicé lentamente, hasta quedar sentada en el suelo. Mis brazos se cerraron instintivamente alrededor de mis piernas, intentando contener la tormenta interior que me horrorizaba sin piedad.
En ese momento, todo era caos; mis pensamientos se distorsionaban como sombras bailando en la penumbra.
La multitud, indiferente, seguía su curso ajeno a mi sufrimiento. Mis labios intentaron articular un pedido de ayuda, pero el sonido se perdió en el vacío, sumiéndome en un silencio ensordecedor.
No tenía idea de lo que me estaba sucediendo, pero desconocí por completo mi cuerpo cuando un hormigueo se cernió sobre mí, acompañado de temblores que pretendían hacerme el control de mi propio cuerpo. Todo era borroso, pero distinguí a la distancia la silueta de una persona caminando hasta mi posición. Se acuclilló en cuanto estuvo cerca, y con delicadeza, talvez evitando asustarme, apartó los cabellos que se pegaban a mi rostro gracias a la incesante lluvia.
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Sweet Agony (+21) (Broken Heart I)
ChickLitTERMINADA -Liam Harrison- Había dicho ese hombre en un hilo de voz suave y relajado. Escucharlo me dejó estática, había reconocido su voz en el fondo de mi interior, más no podía encontrar un rostro conocido, era extraño lo que sentía. Me erguí y le...