Llevé mi mano a mi pecho siendo presa de ese dolorcito en él, ecos se volvían las voces de quienes me acompañaban, mi mente era un lienzo en blanco que me quemaba y afectaba a mis sentidos. Me ahogaba, creía estar en medio del océano sin un salvavidas, sin nada de que mantenerme en la superficie. Mis manos se suspendieron en el aire como si hubiera quedado en modo estatua y solo un recuerdo avasallaba mi memoria de la manera más atroz y vil.—Tú ganas, lo haré, pero suéltala.— Decidió decir, dejando caer su arma al suelo.
—No pudiste haber escogido mejor opción— Espetó arrogante. Ese hombre sin escrúpulos les hizo señas a los otros sujetos y de un abrir y cerrar de ojos desaparecieron, dejándome a solas con él.
Liam se precipitó hacia mí con determinación, liberándome con manos ágiles de las cadenas que me mantenían prisionera. Cuando sus brazos me envolvieron con una suavidad que se sentía como un refugio, las lágrimas brotaron de mis ojos con una intensidad abrumadora, sollozando con desesperación mientras me aferraba a él como un pobre animalito herido y desamparado. En ese abrazo, sentí su preocupación palpable, la desesperación que se reflejaba en sus ojos y en la firmeza con la que me sostenía, demostrándome con cada gesto cuánto le importaba.
Ya no había lugar para las máscaras, la vulnerabilidad había vencido todas las barreras y me mostraba el verdadero Liam, el que estaba dispuesto a arriesgarse por mí, incluso si eso significaba poner en peligro su propia vida. Con una delicadeza poco propia de él, una de sus manos acarició mi rostro, guiándome con cuidado hasta que nuestros labios se encontraron en un beso cargado de significado.
Esa vez, su beso era diferente, una danza de emociones que trascendía lo físico, ávida pero desprovista de cualquier insinuación sexual. Era un beso cargado de intimidad, un testimonio silencioso de sus sentimientos más profundos, que solo yo podía comprender.
Amor...
A través de ese beso, pude sentir con mayor intensidad su angustia por mí, su sufrimiento compartido que se entrelazaba con el mío. No sabía si era ese torrente de emociones lo que aceleraba el latido de mi corazón, pero me aferré a él con renovada fuerza, buscando consuelo en el calor reconfortante de su cuerpo.
Pero cuando nos separamos, su mirada me perforó con una intensidad inusual, como si llevara sobre sus hombros el peso de toda la tragedia que acababa de suceder, y una sombra de culpabilidad se reflejó en sus ojos.
—Perdoname, por favor, perdóname— Pronunció con un tono que jamás esperé escuchar en su voz; un matiz frágil y desesperado —Yo ¡Joder! Yo debí haberme quedado contigo, debí protegerte.
—No... no l...
A pesar de la angustia que oprimía mi pecho, me esforcé por encontrar las palabras adecuadas para consolar a Liam, para asegurarle que nada de lo ocurrido era culpa suya, que la responsabilidad recaía únicamente en mis propios actos imprudentes e insensatos. Pero conforme intentaba articular mis pensamientos en palabras, una alteración angustiante se apoderó de mi corazón, haciendo que latiera desbocado y descontrolado, como un pájaro atrapado intentando escapar de su jaula.
El aire se me escapaba de los pulmones con cada intento de hablar, una sensación de opresión que me dejaba sin aliento, como si el peso de mis propias palabras se hubiera convertido en una carga insostenible.
—¡Layla! No por favor, no me hagas esto... ¡Layla!
Entre la neblina que envolvía mi mente, sentía cómo mis párpados se volvían cada vez más pesados, como si el peso del mundo descansara sobre mis hombros exhaustos. Mi cuerpo parecía agonizar, cada fibra de mi ser clamando por un descanso que se me escapaba entre los dedos. Y en medio de esa oscuridad que amenazaba con consumirme, el latido de mi corazón se desvanecía lentamente, como una vela que se extingue en la noche.
En el borde de la conciencia, las palabras de Liam se filtraban como un eco distante, un ruego desesperado que apenas lograba penetrar la bruma de confusión que envolvía mi mente. Sus palabras, cargadas de angustia y desesperación, se perdían en el vacío, como susurros perdidos en el viento.
No podía comprender del todo lo que me rogaba, mis sentidos se desvanecían junto con mi voluntad de resistir.
—¡Mierda, Layla! No puedes dejarme sólo, no hoy, no mañana ni nunca... ¿Qué no lo entiendes?
Esas palabras que salían con una desesperación angustiante de la boca de Liam fue lo último que había escuchado, y lo último que miré, fue a él derramar un par de lágrimas sin saber cómo evitarlas, mientras me aferraba con una fuerza descomunal sobre su pecho....
De eso ya no recordaba absolutamente nada, solo los temblores, el miedo, el desasosiego que sentía entonces. La respiración era obstruía de un momento a otro, estaba alterada, aterrorizada y todo eso había causado mi actual estado.Él fue el culpable de que no pudiera recordar nada, fue quien me trajo a este lugar para vivir un tormento, quien me hizo hacer cosas que jamás hubiera imaginado hacer.
Sentía que lo odiaba, pero al mismo tiempo había otro sentimiento arraigado en mi corazón que no me dejaba hacerlo de todo.
NOTA
Aclaro que este prólogo puede cambiar en el transcurso de las actualizaciones, así que quedan avisadas.🤍
Fire on fire - Sam Smith
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Sweet Agony (+21) (Broken Heart I)
ChickLitTERMINADA -Liam Harrison- Había dicho ese hombre en un hilo de voz suave y relajado. Escucharlo me dejó estática, había reconocido su voz en el fondo de mi interior, más no podía encontrar un rostro conocido, era extraño lo que sentía. Me erguí y le...