8.- Llamada

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Travis

Han pasado cuatro días desde que besé a Jane.

Y sí, estoy contando.

Cuatro largos días en los que no he hablado mucho con ella y tampoco me quiere hablar.

Se supone que iríamos al karaoke ese día, pero ella solo se fue después de mi práctica, sin siquiera despedirse de mí o algo. Creí que necesitaba tiempo para pensar, así que le he dado su espacio, pero esto ya es demasiado.

He intentado hablar con ella, he intentado acercarme, pero ella me ha alejado en cada ocasión que puede y lo peor no es eso, lo peor son las excusas que me ha puesto.

«Tengo que ir al baño.»

«Lo siento, estoy muy ocupada ahora.»

«Kylie me dijo que le acompañe a un lugar, no puedo hablar contigo justo ahora.»

«No creo que sea el momento, Travis.»

Sus excusas son tan pobres que ni siquiera insisto en hablar con ella. Se nota que no quiere hablar conmigo sobre lo que pasó, sobre cómo nos besamos.

Tal vez mis esperanzas morirían si ella no me hubiera demostrado lo mucho que le gustaba mientras me besaba. Pero lo hizo. Ella quería más y eso es lo que me da esperanzas de seguir intentando hablar con ella. Me da esperanzas de que tal vez tenga una oportunidad de estar con ella. Dios, en serio que me las da.

También ha sido lo que no me ha permitido caer en depresión o aislarme. Cada vez que me siento destrozado por su rechazo, recuerdo como gemia mi nombre, el gusto con el que me besaba. Como acariciaba mi cabello, como me suplicaba con su mirada para que lo llevemos al siguiente nivel.

Le gusto. Sé que le gusto, por lo menos de una manera física le llamo la atención.

Pero eso no hace que duela menos. No quiero solamente gustarle.

Al igual que ella, yo quiero más. Necesito más, y no sólo en el ámbito sexual. Necesito estar en su corazón, que se enamore de mi de la misma manera en que yo lo hago.

Pero, ¿cómo la voy a enamorar si ni siquiera quiere hablarme?

—¿Qué te pasa? ¿Otra vez pensando en Jane? —pregunta Jake, demasiado alto para mi gusto.

—¡Cállate, imbécil! —respondo, enojado—. Jane está por allá.

Jake me pasa el balón y se lo entrego de vuelta. Estamos en el campo de fútbol, practicando lanzamientos en nuestra hora de educación física. Las porristas de nuestra clase están practicando algunos saltos, al igual que los estudiantes que pertenecen a otros clubes deportivos, están practicando algo relacionado. Los que no están en ningún club, están con el maestro a unos metros, haciendo sentadillas.

Jane no hace ningún deporte.

Y está haciendo sentadillas.

Y está de espaldas a mí.

Creo que se me bajó la presión.

Siento un golpe seco del balón en mi cara y lo atrapo antes de tocar mi mejilla, eso dolió. A punto de matar a Jake, lo miro y este se está riendo.

—Límpiate la saliva —me dice entre risas.

Se está riendo tanto que cierra los ojos, así que aprovecho la oportunidad y le devuelvo el golpe, lanzando el balón y dándole en la frente. Jake cae al suelo y me río yo esta vez, sin importarme que haya llamado la atención de los estudiantes porque el chillido agudo de Jake valió completamente la pena.

Mi Mejor Amigo (AD #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora