62.- Cena

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Travis

Decir que Jane está nerviosa sería el eufemismo del siglo.

Jamás en su vida la había visto tan nerviosa y asustada.

Es la primera vez que viene formalmente a su casa, a excepción de esta mañana cuando vino a recoger a Mariano —cosa que aún no estoy del todo feliz—, sin embargo, no se quedó demasiado tiempo.

Ahora, sus manos tiemblan mientras sostiene a Mariano, frente a la puerta de su casa. La está viendo como si tuviera miedo de tan solo entrar allí, y de lo que pueda pasar, lo cual es entendible... no tuvo los mejores días en este último tiempo que estuvo aquí.

La miro y no me pasa desapercibida su expresión, sus ojos están brillantes y asustados, su piel pálida y sus labios apretados. Traga sonoramente, parpadeando un par de veces, luciendo absolutamente agobiada. Mariano empieza a moverse en sus manos para que lo suelte; lo deja en el suelo y él se va a alguna parte por el jardín lleno de nieve, pero sinceramente no me interesa, ese gato estará bien. Lo que me importa ahora, es lo nerviosa que luce mi novia.

Tomo su mano temblorosa y ella deja de mirar la puerta, para verme. Lo asustados que lucen sus ojos me desarma.

—Estoy aquí —murmuro suavemente.

Asiente con su cabeza antes de elevar su mano libre y tocar el timbre. Suspira pesadamente mientras espera a que nos abran la puerta, los copos de nieve cayendo sobre su gorro y en parte de su cabello suelto. Es hermosa incluso luciendo tan vulnerable.

La puerta se abre y su madre aparece detrás de ella. Sus ojos caen directamente en su hija, al igual que Jane la mira con ojos muy abiertos y enrojecidos. Ambas lucen... destrozadas.

—Hola, mamá —dice Jane, con voz entrecortada.

—Hola, preciosa —la voz de su madre tampoco es diferente.

Pareciera que en cualquier momento se fueran a echar a llorar.

Christy tiene los ojos enrojecidos y cristalinos, al igual que Jane. Son tan parecidas. Es como si Jane fuera su versión más joven, y Christy fuera la versión más adulta de Jane. Pero son tan diferentes al mismo tiempo. Su personalidad también sufre de esta dualidad. Son iguales, pero diferentes a la vez.

Sinceramente, no se como Bruce y yo logramos seguirles el ritmo. Merecemos alguna especie de premio.

—Hola, Christy —saludo, llamando su atención, mira en mi dirección—. Trajimos una ensalada... ninguno de los dos puede preparar nada decente y vimos la receta en el internet, espero que esté bien —le extiendo el bowl que sostengo con mi mano libre y Christy lo toma con ambas manos, parpadeando un par de veces, saliendo de su transe.

—Si... —se aclara la garganta y Jane agacha su mirada, le doy un suave apretón a su mano—. Claro... vengan, pasen. Hace mucho frío afuera.

Jane asiente lentamente con la cabeza y se anima a entrar, respirando hondo. La sigo y cierro la puerta detrás de mí. Nos quitamos nuestras chaquetas, guantes y gorros porque la casa se siente mucho más cálida que allá afuera, y vamos en dirección a la sala, dónde Christy nos hace sentarnos. Jane se sienta a mi lado en el sofá grande y se pega a mí. Se siente muy tímida.

Su mamá dice que irá a la cocina para revisar las chuletas en el horno y Jane suelta un suspiro.

—Se siente como si esta no fuera mi casa —susurra en voz muy baja y apoya su cabeza en mi hombro.

Apoyo mi cabeza sobre la suya suavemente mientras sigo sosteniendo su mano.

—Pero tampoco creo que quieras mudarte oficialmente conmigo —murmuro y ella se queda en silencio, confirmando mis sospechas—. Está bien, Jane, ni siquiera haz cumplido 18.

Mi Mejor Amigo (AD #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora