43.- Lienzo

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Travis

Me alejo rápidamente de la casa de Jane, con lágrimas en mis ojos, cegando mi visión mientras manejo cada vez más y más lejos, mis manos tomando el volante tan fuerte que mis nudillos se vuelven blancos. Sintiendo mi maldito corazón pulverizado. Me salto unos cuantos semáforos, casi choco con algunos autos, y eso me importa lo más mínimo. Tal vez busque hacerlo. Tal vez busque chocar.

«Y ahora te estoy dejando así como tu padre…»

Mis llantas chirrían cuando volteo en una curva y no me molesto en frenar o cambiar de marcha. Ganándome que alguien toque su bocina y me muestre su dedo medio.

«…como la egoísta de tu madre te dejó.»

No soy consiente de las lágrimas que caen por mis ojos hacia mis mejillas. Solo las dejo fluir. Ni siquiera me molesto en limpiarlas o querer lucir más fuerte de lo que soy. Porque soy tan débil. Tan jodidamente débil.

«Y no la culpo, yo igual me moriría para estar lejos de ti.»

Sus palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza mientras intento estar lo más lejos de su casa como me es posible. Ese nudo en la garganta haciéndose todavía más y más grande. Sintiéndome como un maldito estorbo.

Y eso es lo que soy. Todo el mundo me deja, todo el mundo me abandona y me quedo jodidamente solo. Empezando por mi madre y terminando con Jane. Soy un maldito estorbo que no traigo más que mierda a la vida de alguien.

Destrocé a Jane. La hice odiarme hasta que ya no pudo más, que incluso terminó haciéndose daño por mi maldita culpa. Todo esto es mi maldita culpa. Si tan solo no estuviera tan jodido, si tan solo yo no hubiera dicho esas palabras. Si tan solo… yo me hubiera ido en lugar de mamá, esto no estuviera pasando. Jane estaría bien, mi papá seguiría aquí, el jamás hubiera abandonado a mamá cómo lo hizo conmigo.

Todo sería más fácil. Puta madre, todo sería jodidamente diferente.

Llego al final del camino, parpadeando un par de veces mientras mis ojos se ajustan a lo que veo frente a mí. Es el lago del pueblo, la gente suele venir en invierno cuando está congelado a patinar, pero antes de eso está jodidamente solitario. Apago el motor y miro el agua. Todo sería más fácil si…

Un mensaje en mi teléfono me hace reaccionar. Bueno, muchos mensajes que hacen que mi teléfono vibre en mi bolsillo como loco. Lo tomo y veo el nombre de Jane como remitente. Niego con la cabeza. No necesito leer como me manda a la mierda ahora. Le pedí perdón. Me arrepiento de corazón, porque jamás quise decir eso. Ella jamás me había aburrido y solo lo dije porque me sentía abrumado. No soy perfecto, y las personas decimos mierda que no queremos a veces. Sin embargo, no soy el único aquí que dijo una cagada.

«Y no la culpo, yo igual me moriría para estar lejos de ti.»

Cierro los ojos, dejando ir algunas lágrimas antes de volver a abrirlos, y desbloqueo el teléfono. Abro el buzón de mensajes y elimino los mensajes de Jane, sin leerlos. Sin importarme mucho antes de silenciar su contacto. Sé que está herida, que quiere seguir insultandome, mandándome a la mierda. Lo hizo mucho, me golpeó incluso. Y ahora yo necesito mi tiempo. Necesito mi espacio.

Y eso hace que se me ocurra una idea.

Voy a la aplicación de llamadas y marco el número de la aerolínea, me llevo el teléfono a la oreja y espero, hasta que una voz automática me contesta. Digito los números que me dice para poder comunicarme con un asesor y aguardo por otro minuto entero antes de que alguien me conteste.

—Buenos días, le saluda Marie Norman, asesora de servicio al cliente de Oregon Airlines. ¿En qué puedo servirle? —me saluda una voz femenina y profesional.

Mi Mejor Amigo (AD #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora