31.- Americano

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Travis

Siento un nudo en mi garganta cuando Jane termina de hablar con un hilo de voz, lágrimas en mis ojos que obstruyen mi visión mientras la veo llorar por todos los recuerdos.

Sus palabras queman en el fondo de mi alma, eso es mucho peor de lo que me esperaba. Tal vez me lo imaginaba pero no pensé que fuera a ser de esa manera. No pensé que ella había pasado por tanta mierda. Me duele, me quema absolutamente lo que me acaba de contar. Estoy destrozado, y si yo me siento así, no me quiero imaginar como ella se siente.

Y tiene todo su derecho, joder. Tiene todo el puto derecho de estar enojada.

Intento mantener mi cabeza fría, pensar en ella y su bien estar, sin embargo no puedo parar de pensar que quiero matar a ese hijo de puta. La jodió, la jodió en muchos aspectos. No sólo le arruinó con un trauma de por vida, si no que incluso le quitó sus esperanzas de algún momento en el futuro de tener hijos. Le hizo pasar por una intervención quirúrgica en el que incluso ella pudo haber muerto si no se hubiera hecho de manera segura.

Quiero matarlo.

Sin embargo, me trago toda mi rabia e intento tomar su mano por encima de la cama, pero ella la retira rápidamente. Ignoro el pinchazo de dolor que eso me ocasiona.

—Jane —la llamo con voz suave e intento acercarme, pero ella se aparta.

—Dame un minuto —pide, me rompe el corazón lo rota que suena.

Se levanta de la cama y va al baño de mi habitación, escucho como pasa el pestillo, encerrándose en él. Suspiro y me paso las manos por el pelo, mirando al techo y pestañeando rápidamente para alejar las lágrimas de mis ojos, sin obtener éxito en el proceso. Una lagrima baja por mi mejilla y la limpio rápidamente antes de acostarme en la cama, mirando al techo.

Aún recuerdo el día en que llegué, cuando la vi tan rota que me rompió el jodido corazón, el día después de ese verano en los que yo estaba follando con chicas al azar y ella estaba luchando por mantenerse viva.

Soy un imbécil. Jamás debí dejarla, debí haberme quedado con ella. Es mi culpa… No, eso no es verdad. La única culpa es de ese jodido violador, sin embargo, no puedo evitar sentirme como una mierda y pensar que las cosas podrían haber sido diferentes.

¿Podría haberse evitado? Es una pregunta que me formulo constantemente.

Suspiro y me vuelvo a sentar, mirando la puerta del baño. Tal vez sea un jodido meloso, pero ya a lidiando por esto sola mucho tiempo. Ya no más.

Me pongo de pie y voy al baño, empiezo a golpear la puerta efusivamente, como se que le molesta. Ella bufa y abre la puerta. La vista me rompe el corazón, las lágrimas en sus ojos me destruyen pieza por pieza, sin embargo no me dejo dominar por mi dolor. Es ella quien paso por mucha mierda. Es ella quien necesita un hombro para llorar.

Tomó su mano y halo de ella hasta que la atraigo en un abrazo. Sus manos se encierran instintivamente en mi cintura. Acaricio su espalda suavemente mientras sus sollozos se hacen cada vez más y más grandes, algunas lágrimas salen de mis ojos pero las ignoro.

—Me quiero morir —dice entre sollozos, su voz ahogada en mi pecho.

Niego rápidamente con la cabeza.

—No digas eso, Jane —murmuro, mi voz suena rota—. No podría vivir sin ti. Nunca digas eso.

Ella solloza y me abraza más fuerte, enterrando su cabeza en mi pecho mientras yo apoyo mi barbilla en su cabeza, abrazándola más cerca, las lágrimas cayendo por mi rostro.

Es una mierda, esto es una mierda. Ese tipo es una mierda y estoy tan enojado que fuera a buscarlo donde sea que esté a matarlo. Sin embargo, Jane me necesita, ella es quien ha sufrido todo esto. Quiero que sepa que estoy aquí para ella. Estoy aquí por ella.

Mi Mejor Amigo (AD #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora