30.- Clínica

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Leer nota de autora al final.
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Jane

Prefacio (parte 2)

El lugar al que Jessica me llevó era una clínica privada entre Portland y nuestra ciudad, a media hora de casa. Paredes de ladrillo rojo le daban un toque rústico y acogedor, sin embargo, mis nervios aumentaron a medida que entrábamos. Jessica delante de mí.

Me miró cuando me quedé estancada en la puerta, con mi corazón en la boca por el miedo. Esto lo cambiaría todo. La verdad es que no sabía sobre mi posición en este tema, la verdad tampoco me había interesado porque nunca pensé en embarazarme y creía de que cada mujer podía hacer con su cuerpo lo que quisiera. Si querían tener hijos bien, si no, también. Si estaban a favor o en contra no era algo en lo que pensara o me importara. Hasta ahora.

¿Cuál era mi posición? ¿Estaba segura?

De lo único que si estaba segura era de que no quería tener un bebé de la persona que me agredió.

Ese niño no se lo merecía.

Empecé a respirar con dificultad y Jessica tomó mi mano.

—Jane, ¿estás segura que quieres hacer esto? —preguntó y la miré, mis lágrimas interfiriendo mi visión.

—No lo sé —dije—. No quiero tener un bebé, no así, no de esta forma —las lágrimas cayeron libremente por mis ojos.

Jessica me miró como si comprendiera completamente.

—Entremos, mira el ambiente, el lugar, si te sientes cómoda o no —dijo con una voz suave que jamás había escuchado de ella—. Y luego tomarás una decisión.

Entramos al lugar y no se que esperaba, tal vez un lugar frío y gélido con olor a muerte, pero no me esperaba esto.

El lugar era... más acogedor de lo que esperaba. Sí, las paredes eran blancas y el piso impecable como en la mayoría de centros de salud, sin embargo, era un ambiente más... amable. Habían sofás color rosa y azules en vez de las sillas incómodas características de los hospitales, las enfermeras pasaban una taza de té a las pacientes que se encontraban esperando. Habían cinco mujeres ahí a parte de Jessica y yo, todas lucían incluso más nerviosas de lo que yo estaba.

Nos acercamos al mostrador y una enfermera me mostró una gran sonrisa amable cuando llegamos allí. Jessica se arrimó en el mostrador.

—Buenos días —saludo la amable enfermera joven de pelo corto.

Le devolví el saludo, Jessica no se molestó en hacerlo.

—¿Está Bianca? —preguntó en su lugar y la enfermera asintió.

Jessica sonrió y me jalo hacia un largo pasillo. Se detuvo en la tercera puerta y golpeó suavemente.

—Bianca era la mejor amiga de mamá en la universidad, es mi madrina —dijo con su típica voz aniñada y sonreí un poco, me sentí un poco más normal.

La puerta se abrió y una mujer pequeña de contextura regordeta nos saludó. Estaba usando una bata de doctor que tenía su nombre bordado en la parte izquierda, sus ojos azules miraban con sorpresa a Jessica, brillando cuando se dio cuenta quien era.

—Jessi —exclamó la mujer antes de abrazar a Jessica, la misma le devolvió el abrazo.

—Te extrañé, Tía Bianchi —dice con su voz un poco ronca.

Mi Mejor Amigo (AD #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora