35.- Escuela

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Travis

Jane acomoda la falda de su vestido después de poner en orden sus bragas, aún está con sus mejillas sonrojadas y el cabello despeinado. La miro con una sonrisa y siento que se me pone dura de nuevo. Es hermosa y quiero follarla de nuevo en el baño, pero tenemos que irnos. Ya hemos tardado mucho tiempo.

Me apoyo en el marco de la puerta, justo en el cubículo donde estábamos encerrados mientras ella se mira al espejo. Cruzo mis brazos sobre mi pecho, amando en definitiva la vista. Aún sintiendo sus labios en mi cuello. Sus piernas a mi alrededor. Fue un polvo rápido y bastante duro, muy diferente, no hubo juego previo y no nos tomamos nuestro tiempo para saborear todos los sentimientos, sin embargo, aquellos sentimientos estaban ahí, abrumado mi cuerpo con cada embestida.

¿Algún día tendré suficiente de ella? Sé que la respuesta a eso es un no renuente.

—Dios, mi reflejo grita sexo —se lamenta mientras intenta poner su largo cabello en orden.

—Luces como recién follada —sonrío y ella me mira a través del espejo—. Me gusta.

Pone su ojos en blanco.

—Obviamente te gusta —suspira y se voltea, arrimando su cadera en el lavamanos.

Me acerco a ella y tomo de sus caderas, subiendola en la encimera del lavamanos, ella abre sus piernas para mí, tal cual como lo hacía hace diez minutos mientras la follaba en el cubículo, su trasero sobre el inodoro.

—Estoy duro de nuevo —me quejo y cierro los ojos.

Ella acaricia mi espalda sobre las hombreras.

—La noche aún es joven, Travis —murmura y me da un beso—. Y en serio he extrañado estos dos días sin sexo. Te he extrañado mucho.

—He creado a un monstruo —le digo, sin embargo sonrío con malicia. No me quejo de que Jane me desee con esa intensidad, ni un poquito.

Ella se ríe y atrae mi rostro para un beso, sin embargo, ni bien nuestros labios se tocan, nos congelamos. Alguien está golpeando la puerta del baño con furia mientras intenta girar el pomo de la puerta, que obviamente cerré con seguro antes de que empecemos a follar para que nadie nos interrumpa.

—Mierda —murmura Jane bajito y yo le hago señas para que se quede callada.

—¡Señor Stone, Señorita Beatle! —escucho la voz ahogada de la directora Marshall llamarnos desde afuera y me tenso completamente.

—Mierda —exclamo yo esta vez y ayudo a Jane a bajar lentamente sin hacer mucho ruido, sus pies tocan el piso suavemente y acomoda su falda.

La directora Marshall empieza a golpear la puerta con ímpetu y a intentar abrirla con la misma fuerza.

—¡Señor González! —llama la directora a nuestro conserje. Mierda—. La llaves.

Tomo la mano de Jane en desesperación y ella me mira, él pánico en sus ojos. El sonrojo en sus mejillas de recién follada es reemplazado con una palidez que jamás había visto.

—Ven conmigo, tengo una idea —la jalo y nos meto a un cubículo. Me pongo de rodillas.

—Travis, ¿qué estas haciendo? —me pregunta cuando empiezo a meter mi dedo en mi boca, buscando vomitar.

A medidas desesperadas, decisiones desesperadas.

—Sígueme la corriente —susurro antes de seguir con lo mío.

La puerta se abre y no se si es por el pánico o algo así, pero empiezo a vaciar mi estómago en la taza del baño. Siento la mano de Jane y si no fuera porque literalmente me siento enfermo en este momento, sonreiría.

Mi Mejor Amigo (AD #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora