48.- Once días

10.5K 900 283
                                    

Jane

—No contesta —digo para mí misma, acaparando la atención de mamá y de Kylie, quienes se hallan cocinando. Ambas me miran mientras yo mantengo mi rostro contra la encimera de la isla de la cocina, mi mejilla contra el mármol frío, mis ojos fijos en mi teléfono—. Contesta —pido con vos más baja esta vez mientras marco de nuevo su número.

Me llevo el teléfono a mi oreja que no está por encima de la encimera y cierro mis ojos, rogando a lo que sea, a Dios, al universo, a quien sea para que él me pueda contestar. Y la decepción se ha convertido en un sentimiento común durante estos once días en los que no he logrado comunicarme con él, así que no me sorprendo cuando me envía directamente al buzón, con una voz automática. Ni siquiera he escuchado su voz.

Once días.

No he hablado ni he sabido nada de Travis en once días.

Once malditos días.

Retiro el teléfono de mi oído y aprieto la misma maldita pieza de plástico, que es mi única fuente de comunicación con Travis. Lo sostengo, no tengo fuerzas ni para hacer eso.

—Tal vez es por la zona horaria —dice Kylie y eso me hace apartar mis ojos de mi teléfono y mirarla—. Son 17 horas más que nosotros, tal vez está dormido.

—Aquí son las cuatro de la tarde de hoy y allá son las 9 a.m de mañana —gruño, sin levantar mi mejilla del mármol—. No está dormido, Travis nunca ha dormido hasta tarde.

—Tal vez le afectó el cambio de horario —dice mamá—. O tal vez tiene mucho trabajo.

—Ni siquiera contesta mis mensajes —me quejo—. O los de Instagram. Mierda, incluso creo que me bloqueó o cerró su Instagram.

Siento mis ojos llenarse de lágrimas al recordar cuantos mensajes le he enviado, cuantas veces lo he llamado sin recibir ningún tipo de respuesta. Creí... creí que tal vez se solucionaron las cosas entre nosotros, no del todo, pero si lo suficiente para que él se mantuviera en contacto conmigo, para que el quiera seguir manteniendo el contacto conmigo.

Y no lo hizo.

Maldición.

Muevo mi cabeza hasta que ahora mi frente está sobre el mármol, levanto un poco mi cabeza y la golpeo suavemente sobre la encimera, no tan fuerte pero si dolió.

—Au —me quejo, levantando mi cabeza y frotando mi frente por el golpe que me he dado.

—Espera —mamá llama mi atención y levanto mi mirada, me mira molesta y frunzo el entrecejo, aún con la mano sobre mi frente—. ¿Travis no se ha comunicado? ¿Hablas en serio? —me señala con su cucharón lleno de salsa.

Niego con mi cabeza y mamá luce molesta antes de asentir y respirar hondo.

—Creí que... —mi voz se rompe—. Creí que tal vez el querría mantener el contacto, pero... —me acomodo mejor en mi silla, sintiéndome vulnerable una maldita vez más—. Pero al parecer lo lastimé más de lo que esperaba.

—Y una mierda —gruñe.

—¡Mamá! —la riño.

—Ay, Jane, no me vengas con juicios de valor ahora. Mami está furiosa.

Eso me roba una pequeña sonrisa casi imperceptible, pero cualquier sonrisa es aliviante cuando te duele el corazón.

Y me duele el maldito corazón.

Kylie se ríe un poco mientras sigue batiendo algo a mano en un bowl. A mi mejor amiga le encanta cocinar, así sea de ayudante de mamá, y yo no me quejo. Odio cocinar y mucho más ayudar a mamá.

Mi Mejor Amigo (AD #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora