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ERROR 404 PÁGINA NO ENCONTRADA
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—Es un talento muy interesante el tuyo.
Durante casi toda la mañana del sábado el Dr. DiMalloy se la había pasado hablando con Manami Aiba en la pequeña tienda que había armado para ella detrás de la carpa de su circo, escoltado siempre por uno o más de sus Fenómenos. El monitor que había en la cápsula de aislamiento en la que la extrajeron del centro de Detención contenía toda la información que GERSO había reunido sobre ella, mientras las drogas que habían mantenido su cuerpo completamente sedado por meses aún no terminaban de salir de su sistema, por lo que el Doctor debía aprovechar la oportunidad y la información que tenía disponible para interrogarla y para dialogar con ella hasta conseguir lo que buscaba. La indefensa chica seguía completamente aturdida y sugestionable. Aunque ya empezaba a responder a estímulos, aún fallaba su memoria a corto plazo. Sin embargo, cada vez que él intentaba razonar con ella, parecía obtener respuestas un poco más lúcidas.
—Honestamente no sé nada de computadoras. Creo que no necesito decirte que me quedé estancado en el siglo pasado, jaja —DiMalloy enrollaba y desenrollaba su látigo mientras hablaba—. Pero al dirigir un circo uno aprende a trabajar en equipo. Todos tienen una habilidad con la que pueden contribuir para dar en conjunto un gran espectáculo, y todos ganamos. Tú tienes algo que nosotros queremos, y estoy seguro de que nosotros podemos conseguir algo que tu quieres. Algo que tu desees más que nada.
La chica seguía casi sin reaccionar. Mantenía la mirada perdida, pero DiMalloy confiaba en que lo escuchaba.
—Debió ser muy difícil para ti —le dijo con una voz dulce y comprensiva, tratando de mantener su atención—. Solo podemos imaginar los horrores que te hicieron pasar en esa prisión. No merecías que te hicieran todo eso. ¿Alguien con tus capacidades? Me parece un verdadero desperdicio.
Aiba reaccionó un poco. Lo hacía invariablemente cada vez que DiMalloy le hacía recordar lo que había sucedido en el centro de detención.
—Nadie te culparía por querer buscar hacer justicia. Aunque claro, cualquiera podría decir que los médicos que trabajan ahí y te hicieron esas cosas eran solamente perros entrenados siguiendo órdenes. En cuanto a sus jefes, los que verdaderamente están detrás de lo que sucede en ése centro, supongo que son una clase diferente de bestias. Todo son negocios. Simplemente seguirán haciendo lo que hacen. Caíste en sus garras e hicieron contigo lo que hacen con todos los demás, es natural en ellos.
Aiba seguía completamente quieta pero empezaba a voltear a mirarlo, aunque solamente con sus ojos, sin cambiar en absoluto su postura.
—Sé lo que piensas. Si no es con ninguno de ellos, ¿entonces con quién deberías estar enojada? Es natural, casi inevitable, buscar un culpable. Alguien tiene que hacerse responsable ultimadamente. Si me lo preguntas a mí, creo que la verdadera persona responsable de que te hubiera pasado todo lo que te pasó es la que permitió que te encerraran sin tener un motivo en primer lugar. Tú sabes quién es, ¿no es cierto? El que inició el efecto dominó que terminó derrumbando por completo todo lo que habías construido y tanto amabas. Nosotros podemos traerlo para ti. Entregártelo en bandeja de plata y hacerlo pagar por el daño que te ha hecho. Pero si quieres nuestra ayuda, hay un par de cosas más que necesitamos que hagas por nosotros...
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My Hero Academia: El Diamante Rojo
FanfictionAkira Hayami es una nueva estudiante en la Academia U.A. y a pesar de las extrañas circunstancias que rodean su llegada, de inmediato deja encantados a todos sus compañeros de la Clase 1-A, excepto a uno. Sin embargo, queda claro rápidamente que Hay...