22. Aquello que todo lo consume

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En un mundo donde el 80 por ciento de la población nace con algún tipo de poder cada persona tendrá que hacerse responsable de la forma en la que mantiene el control del suyo propio. Por supuesto que ninguna persona normal desea hacerle mal a nadie más. Sería de esperar que la sociedad en general acordara nunca usar sus poderes unos contra otros, incluso sin necesidad de decirlo en voz alta. Sin embargo, la naturaleza humana es impredecible, y la facilidad con la que algunos de nosotros nos dejamos llevar por nuestras emociones e impulsos puede llegar a sorprendernos a nosotros mismos. Las emociones fuertes son como drogas, a veces no podemos evitar dejarnos controlar por ellas y muchas de esas veces terminamos haciendo o diciendo cosas de las que luego nos arrepentimos y por las que nos sentimos obligados a pedir disculpas. Pero para entonces el daño ya está hecho. Durante esos pequeños instantes en los que nos encontramos cegados por la ira, la tristeza, los celos o cualquier otra emoción, por breve que sea el lapso en nuestro juicio, podemos llegar a cometer actos verdaderamente atroces de los que nunca nos creímos capaces, incluso sin importarnos quién salga lastimado ni las leyes que rompamos. ¿Y si alguno de estos nuevos individuos llegara a perder el control de sus emociones en algún momento, de manera que dejara de importarle utilizar su poder en contra de otros? ¿Acaso no sería capaz de hacer algo de lo que todos nosotros podríamos arrepentirnos?

—¡Qué bien, que bien! —celebraba Toga, tomando a Momo del cabello para levantar su rostro y poder ver su expresión de dolor. La chica sujetaba con fuerza su brazo herido, aún con el cuchillo clavado en él—. Ahora no solo tenemos a la pequeña Hayami sino a todos sus amigos. ¿Qué me dejará hacer el buen Doctor con ustedes? Tal vez pueda cortarlos a todos en pedazos y construir un cuerpo entero nuevo con sus partes, como el de Frankenstein. Ese sí que sería un Fenómeno de Circo interesante.

—¡No tan deprisa! —la detuvo Shiva—. Aquí no se hace nada sin la aprobación del Jefe. Él ya debe tener sus propios planes para ellos.

De pronto una polilla salió por el frente del escenario y empezó a revolotear entre todos los presentes en la pista.

—Es la señal de Stan —les dijo Shiva—. El Jefe ha ordenado la retirada. Si lo que dijo el chico Todoroki es cierto los Héroes no tardarán en llegar. Vamos a asegurarlos a todos antes de proceder.

Luego de dar un par de vueltas la polilla volvió a dirigirse a la parte detrás del escenario. Voló a través de la rampa de salida hacia la pista y se dirigió a la sala de control del equipo de audio e iluminación, un cubículo montado con parte de la carpa, dentro del cual se encontraba el Doctor junto con Shigaraki, Aiba y el sujeto de la gabardina llamado Stan. Estaban guardando y empacándolo todo cuando la polilla entró y se posó sobre el sombrero de este último, el cual volteó a mirar a DiMalloy.

—Muy bien, parece que los chicos terminaron allá enfrente —dijo el Doctor al captar su mirada. Stan asintió—. Lo conseguimos. Tenemos a la pequeña Hayami y unos cuantos premios adicionales.

—¿¡Y Midoriya!? —preguntó Aiba rápidamente, a lo que Stan volvió a asentir en su dirección. Se veía muy ansiosa cuando volteó a ver al Doctor antes de continuar—. ¡Perfecto! ¡Quiero diez minutos con él en la sala del dentista... !

—Lo siento pero eso tendrá que esperar —le dijo DiMalloy, sin voltear a verla mientras seguía guardando piezas de equipo en cajas y hablando con Stan—. Tenemos que darnos prisa. Es hora de marcharnos de este lugar. Llama a Compress y a Spinner, después ve a decirle Dabi que nos dé algo de tiempo allá afuera y que lleve a Muñeca de Trapo con él. Luego trae aquí a la pequeña...

My Hero Academia: El Diamante RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora